Hace 15 años, fue publicado un artículo en la revista The Lancet que le hizo mucho daño a las vacunas en general, pero sobre todo en particular, a la vacuna triple viral contra la rubeola, paperas y sarampión (MMR), la cual fue objeto de desconfianza y afectó mucho la imagen pública de las inmunizaciones.
En este artículo, Andrew J. Wakefield, medico inglés y primer autor, vinculó a la vacuna MMR con el autismo. El Reino Unido (RU) fue uno de los países más afectado, aunque, en general, toda Europa sufrió las consecuencias ocasionadas por los resultados perversos y fraudulentos del estudio, como fue demostrado posteriormente y comentado en la revista British Medical Journal. Así mismo The Lancet se retractó de la publicación.
Por otro lado, muchas investigaciones han confirmado que no existe ninguna relación entre las vacunas y, en particular, la MMR y el autismo y el timerosal (producto usado para conservar las vacunas). Así lo reseñamos en MiradorSalud.
Sin embargo, en la década de los 90, muchos padres dejaron de vacunar a sus niños con la triple viral MMR y ahora se están sintiendo los efectos de estas conductas negativas ya que están ocurriendo brotes epidémicos de sarampión en Europa, principalmente en los adolescentes que no recibieron la vacuna en su oportunidad.
En enero de 2012, la Asociación Española de Pediatría (AEP) adelantó 3 meses la edad de aplicación de la vacuna contra el sarampión debido a un asombroso repunte de casos en España, con un incremento de 91% en solo un año.
En los últimos 3 años, han habido brotes de sarampión en el RU, Francia, Ucrania, España, Italia, Rumania, Bulgaria, Alemania y Suiza. Esta enfermedad era una de las primeras en la lista para ser eliminada, dado que tiene una vacuna muy eficaz y que fue introducida en los programas nacionales de vacunación hace 10 lustros. Sin embargo, la OMS tuvo que posponer su erradicación para el 2015, pues todavía ocurren más de 150.000 muertes por sarampión en países pobres de África y Asia. En América fue eliminado pero se siguen presentando casos que han sido importados de Europa y otras partes.
Sin embargo, el reciente brote epidémico en Swansea (RU) es una tragedia porque sucede en adolescentes de la clase media. Como comentan Jakab Z y Salisbury DM en su artículo De regreso a lo esencial: el milagro y la tragedia de la vacuna contra el sarampión, recién publicado en The Lancet: “la epidemia de sarampión en Swansea es una tragedia en muchos sentidos: cientos de niños enfermos, un personal de salud trabajando horas extras para atender a los pacientes y seguir a sus contactos, la necesidad de clínicas de emergencia para vacunar y el fantasma de la muerte por sarampión”.
David Salisbury, actual Director de Inmunizaciones del Departamento de Salud del RU y responsable del programa nacional de inmunización, ha sido un defensor de las inmunizaciones y actor principal para promover el uso del las vacunas desde esa década aciaga.
Pareciera que ocurrió la primera muerte por sarampión: un joven de 25 años de edad que tenía sarampión cuando murió. Sería el primer fallecido, una vez que se confirme que fue la causa de la muerte.
Más de 1.000 personas se han contagiado en la región de Gales con 84 hospitalizaciones, desde que comenzó la epidemia. El grupo más afectado es el de los jóvenes entre 10 y 18 años de edad. Un programa de vacunación se está ejecutando en las escuelas en los días de semana y en las emergencias de los hospitales durante los fines de semana, reporta el diario The Guardian. Han estimado 9.000 susceptibles, de los cuales el 40% ha sido vacunado.
John Ashton, profesor de salud pública en el RU, comentó que los alumnos de las escuelas privadas estaban en mayor riesgo que los de las escuelas públicas, ya que los padres de clase media fueron los que dejaron de vacunar a sus hijos por el problema suscitado con la vacuna en la década de los años 1990. Y añade: “las escuelas privadas podrían convertirse en reservorios de la enfermedad”.
Sin la vacuna del sarampión, más de 10 millones de niños hubieran muerto por esta enfermedad en la década pasada.
Es imperativo tomar conciencia del valor de las vacunas. Debemos inmunizar a nuestros niños cuando se puede prevenir la enfermedad y la muerte y así evitar los costos y el trabajo que ocasiona un brote epidémico de esta naturaleza.
Irene Pérez Schael
Un Comentario
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