Los niños pequeños con habilidades lingüísticas bien desarrolladas son más capaces de manejar la frustración y menos propensos a expresar su enojo mediante rabietas y berrinches durante la etapa preescolar.
Así lo señala un estudio publicado en la revista Child Development, en su edición del 20 de diciembre de 2012, realizado por un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania.
Los terribles dos años
Las manifestaciones de enojo abrupto como las rabietas (“temper tantrums”) suelen comenzar cuando el niño se aproxima a los 24 meses y se pueden prolongar hasta los tres años, motivo por el cual a este período del desarrollo del niño lo llaman “los terribles dos años”.
Para ayudar al niño durante esta etapa normal de su desarrollo es importante recordar que el pequeño no está tratando de ser desafiante o rebelde a propósito. Él está intentando expresar su creciente independencia, pero no tiene aún las habilidades lingüísticas adecuadas ni el desarrollo emocional necesario para comunicar o trasmitir debidamente sus necesidades. Por lo tanto, suele recurrir, ocasionalmente, a las pataletas y rabietas, cuando experimenta algún tipo de frustración.
Aprendiendo a esperar
El objetivo del estudio que nos ocupa fue determinar si el desarrollo del vocabulario y de las habilidades de comunicación de los niños menores de cuatro años podrían sentar las bases para el mejor manejo y regulación de las emociones de los menores durante la etapa preescolar.
Los investigadores le hicieron seguimiento a 120 niños a partir de los 18 meses hasta los cuatro años. A través de visitas a los hogares y de observaciones hechas en el laboratorio, cada 6 meses, los autores midieron el desarrollo lingüístico de los menores mientras hablaban con sus padres y evaluaron sus capacidades para lidiar con algunas tareas que podrían provocar frustración.
En una de las pruebas realizadas en el laboratorio, a los niños se les pidió que no abrieran un regalo, envuelto con un papel brillante y adornado con un lazo, hasta que sus madres terminaran de completar un cuestionario. El tiempo de espera fue de 8 minutos.
Durante ese período de tiempo los investigadores observaron las expresiones de enojo y rabia que manifestaban los menores, además de las maniobras que utilizaban durante la espera.
Los niños de 3 años que presentaban un desarrollo precoz del lenguaje eran más propensos a buscar tranquilamente el apoyo de sus madres durante el tiempo de espera, lo cual, a su vez, predecía menos manifestaciones de berrinches y rabietas a los 4 años.
Una de las tácticas que utilizaron los pequeños fue buscar a sus madres y hacerles preguntas como «mamá, ¿ya has acabado?» o «me pregunto qué es».
Por el contrario, los niños de 3 años que presentaban un menor desarrollo del lenguaje se tornaban más quisquillosos y estaban más dispuestos a reaccionar a través de pataletas y berrinches, ya que tenían menos alternativas satisfactorias para expresar verbalmente su frustración.
Igualmente, los niños de 4 años que habían desarrollado más rápidamente su lenguaje fueron capaces de desviar su atención del regalo hacia otras actividades como recitar los números en voz alta, inventar un cuento o simplemente jugar, lo cual les permitía tolerar mejor el tiempo de espera.
Amor, paciencia y dedicación
Los autores señalaron, igualmente, que el desarrollo lento y deficiente del lenguaje que se observa en algunos niños podría deberse al escaso afecto y tiempo que le dedican a estos menores los adultos encargados de sus cuidados, lo cual genera, con frecuencia, un estado de frustración y rabia en estos niños.
La estimulación deficiente que reciben estos menores produce, además, de los trastornos emocionales un retardo en el proceso de aprendizaje del lenguaje que genera dificultades en la comunicación. Todos estos factores conducen a un estado de frustración mayor que exacerba la intensidad y la frecuencia de cierto tipo de conductas violentas como morder, golpear, berrinches y rabietas.
Las consecuencias de este tipo de interacciones inadecuadas se observan, desafortunadamente, en algunas familias disfuncionales y, con mucha frecuencia, en los menores que crecen en instituciones como orfanatos, de acuerdo con un estudio publicado en la revista Child Development, en junio de 2011.
Otra de las causas de desarrollo deficiente del lenguaje pueden ser los trastornos de atención.
En resumen, el desarrollo adecuado del lenguaje antes de los cuatro años puede ayudar a los niños a verbalizar sus necesidades y a reducir la frecuencia e intensidad de los berrinches durante la edad preescolar.
El conocimiento de los posibles vínculos entre las habilidades de comunicación y la regulación de las emociones básicas también puede beneficiar a los padres, ya que, además de recordarles que “los terribles dos años” llegarán a su fin, podría motivarlos a enfocarse más en actividades que promuevan el desarrollo del lenguaje de sus hijos a través de interacciones oportunas, afectuosa, respetuosas y apropiadas para el nivel de madurez del niño.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian
Un Comentario
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