Al ver en estos días la película de HBO intitulada: La vida inmortal de Henrietta Lacks, estrenada en 2017, decidí escribir sobre esta interesante historia de un hecho humano y científico que toca aspectos bioéticos de la investigación, desequilibrios familiares y la discriminación racial, entre otros. La película se basó en el libro con el mismo título y la autoría de Rebecca Skloot, publicado en 2010. El libro ha sido un “best seller” que duró 75 semanas en la lista de los más vendidos del New York Times.
Esta historia comienza con una mujer negra de 31 años que muere de un agresivo adenocarcinoma cervical, diagnóstico póstumo, en el Johns Hopkins Hospital de Baltimore, en 1951. Su nombre: Henrietta Lacks. Se hace famosa porque le tomaron una muestra del tumor para una biopsia que fue enviada en parte a patología y al Laboratorio de Cultivo de Tejidos con fines de investigación del hospital. La muestra de Henrietta, donada involuntariamente porque no fue informada ni solicitaron su autorización, dio origen a una revolución científica. Las células de su tejido, hoy conocidas como células HeLa, pudieron ser crecidas en cultivo celular, constituyeron la primera línea celular humana y son muy utilizadas por múltiples científicos alrededor del mundo en el diagnóstico, investigación y tratamiento de muchas enfermedades. El problema en este caso fue la falta de ética al omitir la información en aquel momento sobre la procedencia de las células lo que causó posteriores inconvenientes entre la familia y los científicos.
El libro rescata esta historia del siglo pasado y narra con minucioso detalle la vida de Henrietta colocando el énfasis en particularidades bioéticas y científicas, así como en las injusticias asociadas a la mujer y a los negros en ese momento histórico; mientras que la película resalta más la injusticia social, los desequilibrios familiares y las debilidades del establishment médico. La película ha sido muy exitosa y comentada a causa de la protagonista Oprah Winfrey, quién recientemente ganó el premio “Cecil B DeMille” en la edición 75 de los Globos de Oro (Golden Globes 2018). En este artículo nos concentraremos en los aspectos científicos y médicos.
Henrietta era una mujer afro-americana que viene de un hogar muy humilde y crece en una familia, la de su abuelo Lacks, que trabajaba en el cultivo de tabaco en Virginia. Se casó con su primo Day Lacks y tuvo 5 hijos. En 1941, la familia Lacks deja la plantación y migra a Baltimore. En enero de 1951, acude a la consulta de ginecología en el hospital Johns Hopkins por presentar manchas de sangre entre sus períodos menstruales. En el examen del cuello uterino se observó una lesión en relieve, brillante y de color púrpura con tamaño de 2 a 3 cm. Esta lesión era distinta a la de otros carcinomas. El último de sus hijos había nacido tres meses antes de esta visita al hospital. El diagnóstico patológico fue un carcinoma epidermoide de cuello uterino. Fue sometida a radioterapia, pero la propagación del cáncer continuó, lo que motivó su ingreso al hospital siete meses después sin ninguna mejoría, muriendo ella el 4 de octubre del mismo año. La autopsia reveló un cáncer muy agresivo con metástasis generalizada, cuyos detalles fueron publicados en 2009. En aquel tiempo, ese hospital era uno de los muy pocos que atendía pacientes afroamericanos en consulta externa y también a los que requerían hospitalización.
La parte del tejido entregada al Dr. George Otto Gey, director del mencionado laboratorio y experto en cultivo de tejidos, fue trabajada con el fin de lograr crecer y mantener una línea celular de origen humano para investigación. Hasta ese momento habían estudiado 30 muestras de cáncer cervical, provenientes de las pacientes que acudían a la consulta, sin ningún resultado ya que las células morían antes de los cinco días en el cultivo; sin embargo, la muestra de Henrietta Lacks fue sembrada en tubos “in vitro” y para sorpresa del Dr. Gey, las células crecieron en grandes cantidades para convertirse en la primera línea celular de cáncer humano en cultivo de tejidos.
Las células HeLa, llamadas así por las dos primeras letras del nombre y apellido de la paciente, fueron enviadas por el Dr. Gey a muchos laboratorios alrededor del mundo y hasta hoy se reproducen como el primer día. Son inmortales. Esta particularidad se debe a que la telomerasa, que no presenta actividad en las células somáticas, induce el acortamiento de los telómeros después de cada división celular, interviniendo así en el envejecimiento y muerte celular. En el caso de las células HeLa la enzima está siempre activada, permitiendo así el alargamiento de los telómeros, lo que impide la muerte celular. Además, estás células poseen una carga cromosómica anormal, siendo único su genoma. Su fácil desarrollo en líneas celulares ha permitido también que se conviertan en un factor contaminante de otras líneas celulares; incluso, las líneas celulares HeLa actuales presentan contaminación cruzada.
La publicación de este hallazgo fue hecha en 1952 en la revista Cancer Research. Cuando ella muere, sus células eran ya conocidas en gran parte del planeta; no obstante, no fue sino hasta décadas después que se supo el origen de las células HeLa.
Más tarde, se advirtió la diferencia entre las células Hela y aquellas que no crecían en cultivo celular como las del epitelio normal o de carcinomas del cuello uterino. A la par, al reexaminar la histopatología de la autopsia, reinterpretar los resultados y evaluar la clínica de la paciente se revisó el diagnóstico inicial y fue cambiado de carcinoma a adenocarcinoma del cuello uterino, mucho más agresivo que el anterior.
En la década de los años 70, aparece en una publicación el nombre de Henrietta Lacks como la fuente de las células HeLa, posteriormente su familia fue contactada para evaluar en la sangre de los familiares si había una conexión genética, pero ninguno presentó asociación alguna, siendo únicas las células de Henrietta. Este hecho sorprendió a la familia y fue cuando ellos conocieron la importancia de las células inmortales de Henrietta en el mundo científico. Posteriormente, la familia consintió en publicar la información siempre y cuando fuera sometida ante un comité donde participarían miembros de la familia.
En febrero de 2010, el hospital emitió la siguiente aclaratoria:
“La medicina del Johns Hopkins sinceramente reconoce la contribución en el avance en la investigación biomédica hecha posible por Henrietta Lacks y las células HeLa. Es importante anotar que al tiempo en que las células fueron tomadas de los tejidos de la señora Lacks, la práctica de obtener el consentimiento informado de células o donación de tejido era esencialmente desconocido en los centros académicos médicos. Hace sesenta años, no se había establecido como práctica tomar permiso para tomar muestras de tejido con propósito investigativo. El laboratorio que recibió las células de la señora Lacks había establecido obtener cada célula de cualquier paciente diagnosticado con cáncer cervical como una vía para aprender más acerca de una grave enfermedad que tomó muchas vidas. El Hospital Johns Hopkins nunca patentó las células HeLa, ni se vendieron comercialmente o se tuvo una financiación. Hoy, el Hospital Johns Hopkins y otros centros de investigación médica obtienen el consentimiento para las muestras donadas o para ser sometidas a investigación científica”.
Hoy día, es requisito solicitar un consentimiento informado para la toma de muestras después de haber explicado el fin y necesidad de la muestra.
La naturaleza de estas células representó un enorme avance en la medicina y biología. Como se menciona en una nota sobre la película en la revista JAMA, “la línea celular de cáncer cervical HeLa ha sido el caballito de batalla en la investigación científica desde entonces”.
Aunque en 1949 el virus de la poliomielitis había sido crecido en tejido embrionario humano, hecho por el cual los investigadores de Harvard, John Enders, Thomas Weller y Frederick Robbins, recibieron el premio Nobel en 1954, las células HeLa facilitaron el desarrollo y producción de la vacuna contra la polio de Jonas Salk.
Al mismo tiempo, se han realizado más de 74.000 publicaciones con estas células amén de haber generado una multimillonaria industria biomédica. Han sido utilizadas en genética (experimentos de expresión de genes) y biología, en enfermedades como el sarampión, paperas, sida, ébola, tuberculosis, leucemia, herpes genital, influenza, virus del papiloma humano; han sido utilizadas para el estudio de la gravedad en misiones espaciales y en experimentos nucleares, para nombrar unos pocos ejemplos.
Y es así como Henrietta Lacks pasó a la inmortalidad con sus células epónimas (Hela).
Irene Pérez Schael
Nota: Muy apropiado la publicación de este artículo en el mes de enero porque este mes corresponde recordar al cáncer de cuello uterino con el fin de hacerlo conocer y prevenirlo. Es la segunda causa de cáncer en las mujeres después del cáncer de mamas y la tercera causa de muerte.