El empleo de la tecnología digital es un tema fundamental hoy en día dado su carácter masivo y adictivo, por lo cual, consideramos que es particularmente importante analizar su relación con los niños y adolescentes ya que deseamos aportar a los padres algunas reflexiones de utilidad.
Podemos iniciar estas reflexiones citando a Freud, quien señala las tres acciones humanas que conllevan mayor dificultad en su ejercicio: gobernar, educar y analizar; en mi opinión no se equivocó. De estas tres acciones abordaré la educación y su relevancia en el uso de la tecnología digital por los niños y adolescentes. La palabra educar proviene del latín educare, un verbo transitivo que implica desarrollar facultades intelectuales, morales y afectivas, de acuerdo a la cultura y las normas de convivencia de la sociedad a la que la persona pertenece.
Este tema me interesa muy especialmente porque en mi consulta privada como psicoanalista, y, aún más, cuando comparto socialmente y comento sobre mi oficio cotidiano como psicóloga, lo primero que me preguntan es: ¿qué hago para quitarle a mi hijo el uso excesivo del celular, la tableta, la laptop? Y comentan, por ejemplo, que cuando se despiertan de madrugada y ven al hijo que tiene que levantarse antes de las siete de la mañana para ir al colegio con el celular, al amenazarlo con quitárselo el hijo le responde con agresividad. Algunas personas me refieren que la respuesta llega a ser violenta y sabemos de casos en que han llegado inclusive a cometer acciones graves contra sí mismos.
El uso masivo de la tecnología digital – redes sociales – por los niños y adolescentes, a mi manera de ver, se agravó durante y después de la pandemia, debido al confinamiento obligado y a la misma necesidad de contactarse con el exterior. En relación al empleo de esta tecnología tengo sentimientos agridulces, pues, por una parte, reconozco lo inmensamente necesario y útil que es el aporte de un enorme caudal de información y de fácil manejo, pero, por otra parte, se genera una notable adicción que lleva a situaciones de aislamiento y distanciamiento con la persona que tenemos al lado o con la que convivimos cotidianamente. Sin embargo, paradójicamente nos acerca al que tenemos distante. Debo reconocer que no soy experta en el tema digital, pero elaboro estas reflexiones en mi condición de psicoanalista y, por supuesto, desde mis referentes personales, buscando comprender el mundo actual, que es lo que realmente me corresponde.
En un mundo globalizado, la utilización de estas nuevas tecnologías conlleva a una cierta uniformidad de pensamiento que va más allá de la moda y ha penetrado profundamente las mentes de todos nosotros mediante múltiples y diversas aplicaciones. Claro está, y es preciso decirlo, estas transformaciones forman parte de lo evolutivo, de hecho, la revolución tecnológica no se inició ahora, comenzó en la primera mitad del siglo pasado con la calculadora, la computadora, los videos juegos, luego llegó internet y en el presente la Inteligencia Artificial (IA).
Estas revoluciones tecnológicas implican heridas narcisistas en el YO, pues, ante ellas, tenemos que percatarnos que hay que soltar, que no podemos controlarlo todo y que hay cosas que se escapan de nuestras manos. Por tanto, hay elementos que se pierden y otros que se ganan, así que cuando nos incorporamos progresivamente a estos avances, acompañados con actitudes críticas y autocríticas, vamos creciendo y adaptándonos.
No podemos dejar de lado que en estos períodos de evolución aparece una resistencia a la aceptación de la tecnología, lo que en cierta forma produce dolor, pues significa dejar cosas pasadas y aceptar las nuevas con toda la desconfianza que ello implica. Nos vemos obligados a asumir y a aprender lo nuevo, para así no sentirnos excluidos y analfabetas ante la nueva tecnología. Aquí hay que tener en cuenta que lo fundamental es la mente humana, es el YO con su consciencia, y no el recurso, el cual, sí lo sabemos utilizar, nos va a permitir tornarnos más creativos, más pensadores y nos llevará a buscar espacios para pensar y pensarnos. En definitiva, nos llevará a ser más humanos, distanciándonos en ese sentido de ser un robot, aspecto que es preciso atender pues es fácil dejar que otros piensen por uno. Es por ello que se crean adicciones a la digitalización y ahora a la IA, pues las adicciones funcionan como un YO auxiliar que lo resuelve todo, lo que resulta tanto más atractivo y cómodo para la liberación de las fantasías, el desarrollo de la omnipotencia, la descarga del principio del placer y el sentido de la inmediatez; todo lo cual es bastante delicado porque la inmediatez anula la capacidad de espera y la esperanza que son tan importantes para conservar y consolidar la madurez. Sin duda, en la medida en que se tiene capacidad de espera o de postergar la gratificación existen más posibilidades para la elaboración de las ansiedades, lo que contribuye a fortalecer la esperanza, que es la virtud que colabora con el motor de la vida, o como algunos dicen: “la esperanza es la virtud por la cual el hombre pasa de suceder a ser”.
Por todo lo expuesto considero que la educación constituye hoy en día un gran reto, que ha de estar dirigido a fortalecer el engrandecimiento y desarrollo del YO personal, lo que nos ayudará a hacer de la tecnología digital una herramienta para la vida en lugar de la vida misma. Es allí donde, como padres, abuelos, maestros, instituciones educativas, debemos hacer el mayor énfasis, empleando inclusive medios de comunicación que divulguen actividades orientadas a la salud mental e impliquen el fortalecimiento del individuo como ser pensante.
Es demasiado importante que los padres tengan conciencia de lo esencial que es conservar la función materna y paterna, aunque no sean expertos en el uso de la tecnología. Si bien es cierto que los padres suelen conocer menos ese mundo, considero que no deben permitir que los niños tengan el poder; los padres tienen que hacerse sentir para no permitir que la fantasía poderosa del niño anule su autoridad y se conviertan en tiranos burladores de las normas familiares, porque ello trae confusiones que crearán dificultades en la familia y en la sociedad.
Por el contrario, los padres tienen un gran poder, y es necesario mantener vigentes las funciones parentales que puedan darles estructuras a sus hijos al implicar en la educación: principios, valores, normas de comportamiento y respeto, controles y limites. No colocarse ante los hijos como una persona que desconoce la tecnología digital, esto más bien crea distanciamiento y en algunos casos, está situación les da poder a los hijos debido a la diferencia generacional entre ambos, además, puede llevarlos a que tengan la fantasía de que los padres son débiles, ignorantes, y, como ya se dijo, se conviertan en pequeños tiranos que irrespeten la autoridad, lo que, como afirmáramos, resulta muy nocivo para la familia y para la sociedad.
Ustedes se preguntarán: ¿cómo hacemos para luchar contra el bombardeo digital si lo común es que en los colegios lo primero que piden es saber usar las tabletas digitales y los celulares o conectarse “online”? Al respecto, quiero hacer mención a las conclusiones a las que ha llegado la Asociación Americana de Pediatría, ellos establecen límites y en base a eso aconsejan que los niños de cero a dos años no tengan aparatos digitales, de dos a cinco años de media hora a una hora al día, de siete a doce años una hora con un adulto al lado, y de doce a quince años una hora y media y comenzar a tener cuidado con las redes sociales. Este último aspecto es relevante, pues hay redes sociales que pueden ser altamente peligrosas como son aquellas que, por ejemplo, comparten “los llamados retos online” que consisten en juegos muy peligrosos que pueden llegar a la muerte. En mi opinión, la persona que está más cerca de su hijo es la propia madre y pienso que estos límites pueden ser algo referencial.
Considero que lo fundamental es que la comunicación entre padres e hijos sea continua y permanente, y en tal sentido las palabras, la narrativa y el discurso que empleamos son demasiado importante. Es necesario saber abordar a los hijos con mucha inteligencia e imaginación; por ejemplo, si le ponemos el NO por delante en frases como “no hagas esto o lo otro”, se está cometiendo un error. Para mí, lo más efectivo es abordarlos, diciéndoles ¿no te parece que…? o pidiéndoles su opinión.
Un ejemplo concreto y grave del cual me enteré por las mismas redes sociales tiene que ver con el consumo por los jóvenes de clonazepam, un fármaco con propiedades ansiolíticas que se vende con récipe médico, y si los encontramos con ese medicamento, pues hemos de preguntarles e invitarlos a reflexionar: ¿qué opinas tú de esto? ¿sabes los efectos que produce tomar esa pastilla? ¿conoces algún amigo que haya consumido este tipo de medicamentos?, y así sucesivamente.
Otro aspecto muy importante en la crianza es hacer que los hijos sientan que pueden acudir a los padres para preguntarles sobre algún tema que les preocupe. Como les he comentado, la narrativa que utilizan los padres con sus hijos es determinante para ellos. Hay psicólogos muy prácticos que han aportado mucho respecto a este tema con recomendaciones concretas para los padres, tales como: no deben transmitir sus angustias, no deben ser rígidos, no se deben asombrar antes las preguntas que puedan hacerle los hijos, sino, más bien, tomar una actitud de contención y comprensión, no deben atacarlos, ni regañarlos, ni gritarles, ni tomar actitudes enjuiciadoras porque eso los aleja; lo mejor es transmitir calma y saber escuchar.
Para terminar, sinceramente pienso que si con estas breves palabras logro sembrar un granito de esperanza en la sociedad estaré satisfecha y me sentiré gratificada, más aún, me sentiré mejor si logro transmitirles estos principios muy valiosos en “el educar”:
- La importancia del cumplimiento de la función materna y de la paterna
- El reto que significa implementar nuevas formas de comunicación con los hijos, en donde es crítico tener presente el poder que adquieren los niños con el uso de la tecnología digital, pero, a la vez, entendiendo que, por encima de todo, está el poder que poseen los padres al poseer un YO fuerte, no debilitado, para poder influir en la educación. Si no se tiene ese YO, es necesario lograrlo.
- Dejar establecido que hay condiciones personales que son inconscientes y llevan al individuo a la adicción por las redes sociales.
- Es necesario que se vea la tecnología como una herramienta muy útil para simplificar la vida y no ver la vida al servicio del celular.
Si tienen inquietudes o preguntas pueden hacerlas por este medio que yo estaré encantada de responderlas. Agradecida por su atención
Eneyda Briceño
Nota sobre la autora:
Eneyda Briceño es psicóloga clínica, egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y Psicoanalista. Es miembro de la Asociación Venezolana de Psicoanálisis (ASOVEP), de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA por sus siglas en inglés) y de la Federación Psicoanalítica de América Latina (FEPAL). Tiene experiencia en docencia en el Hospital Universitario de Caracas – UCV y en el Instituto de Psicoanálisis. Actualmente ejerce su profesión de psicoterapeuta y psicoanalista.
2 Comentarios
Alicia Ponte Sucre
Muchas gracias por este fantástico articulo tan presente y actual y de tanta importancia para todos, adolescentes y adultos que somos consumidores de tanta tecnología
Raquel
Gracias por enviarme este artículo, muy formativo. Lo haré llegar a instituciones que se dedican a la educación y asistencia a las familias…