Por ser este artículo mi última entrega del año, lo dedico con especial gratitud a MiradorSalud y a sus lectores por la oportunidad de compartir saberes y prácticas pertinentes para el desarrollo personal. Adicionalmente, esta semana se celebra el Día de Acción de Gracias en los Estados Unidos donde resido. Doble motivo entonces para agradecer los constantes motivos que la vida nos brinda y que tendemos a pasarlos por alto.
Los invito a prepararse para el Solsticio de invierno este 21 de diciembre, tiempo destacado por distintas culturas como la época propicia para reflexionar sobre nuestro hacer y visualizar el rumbo del nuevo año. Para ello les incluyo una práctica para crear su propia metáfora.
Empezando con el agradecimiento, me vino a la mente un recuerdo especial sobre mi padre que siempre me ha acompañado. Mi papá fue un comerciante pionero en el Territorio Amazonas, con escasa educación académica formal, pero con muchos deseos de aprender lo necesario para tener éxito, guiado siempre por una ética personal admirable. Luchador y trabajador incansable para brindarnos lo que necesitáramos, delegaba en mi mamá, una maestra graduada, lo relativo a nuestra formación educativa.
La carretilla mágica
Recuerdo un solo cuento que me relatara mi papá en mi niñez. Le pedía que me lo repitiera una y otra vez, deleitada con las variaciones que generábamos entre los dos. Era una historia interactiva y cambiante ubicada en el Puerto Ayacucho de ese tiempo, capital del estado Amazonas, cuya comunicación con el mundo sucedía a través del telégrafo y de un barco mensual. La carretilla de mano con una rueda delantera y un depósito abierto para llevar la carga era un elemento común en la vida cotidiana del pueblo.
El cuento dice así: vamos los dos recorriendo el pueblo con una carretilla llena de variados regalos que se multiplicaban según lo que deseáramos para las personas que nos íbamos encontrando. Las rutas y personas variaban según las versiones del cuento, así que siempre había sorpresas. A medida que recorríamos las calles, pasábamos por las casas de conocidos. Nos deteníamos en una y él sugería un regalo o me preguntaba «¿Qué le regalamos al señor Antonio? entonces yo encantada le respondía ¡un pantalón! y sacábamos un pantalón de la carretilla. Seguíamos caminando y encontrábamos a un niño amigo, para quien yo sugería una bicicleta, y la bicicleta salía de la carretilla. Así continuábamos nuestro camino, consiguiendo distintas personas y entregándoles regalos según lo que pensábamos que pudieran querer. Se daba por terminado el cuento cuando ya era hora de comer, de dormir o que ya él tuviera que dedicarse a otra cosa.
Así fue como este cuento me introdujo tempranamente al mundo imaginario de las metáforas. Hoy esta carretilla inagotable representa para mí la generosidad que nos lleva a solidarizarnos como seres humanos, generosidad que a la vez nos brinda felicidad. Es una cualidad en constante renovación al conectarnos con quienes nos rodean y compartir nuestra abundancia. Pareciera, además, que al ser generosos multiplicamos nuestra capacidad para serlo.
El poder de las metáforas
¿Qué descartan y qué valoran para repartir este diciembre? La época previa al Solsticio, como noche más larga del año, nos invita al recogimiento interior. Pudiéramos pensar no sólo en lo que deberíamos descartar en lo material, sino en las palabras, hábitos o rituales que no nos sirven, para abrirle espacio a lo nuevo que queremos desarrollar y a lo que deseamos compartir con otros.
El expandir el significado usual de palabras dispares comparándolas entre sí – construyendo metáforas – es una de nuestras maravillosas capacidades mentales. Aparte de deleitarnos y activar nuestra imaginación al encontrarlas en textos poéticos, nos brindan un mayor acceso a nuestro lenguaje inconsciente según los principios de la psicología profunda. Una metáfora que nos inspire tiene un poder mayor que una declaración verbal de lo que queremos lograr, porque le habla a nuestro inconsciente en su propio lenguaje: las imágenes.
Daré un ejemplo de mi trabajo.
En ciertas modalidades de coaching, como el Coaching Integral que practico, las metáforas son parte vital del proceso. Dentro de cada programa individualizado proponemos dos metáforas: una que le permite a la persona externalizar su participación en la situación que desea cambiar y otra para invitarlo a visualizar una forma distinta de actuar para crear el futuro deseado.
El programa se inicia con una primera sesión donde la persona expone las preocupaciones que lo llevan a solicitar mi trabajo. Conjuntamente acordamos el foco o tópico del programa, buscando precisar qué sería aquello que de ser cambiado o modificado le brindaría el mayor beneficio a su vida en ese momento. Al mismo tiempo, al escuchar sobre su situación personal, voy realizando una evaluación de las capacidades disponibles de esa persona y las que requeriría desarrollar para cambiar su situación en relación al tópico escogido.
En una segunda sesión discutimos su programa, pudiendo ser ajustado o modificado durante la sesión. La primera metáfora que le ofrezco al cliente es una imagen, que representa la forma cómo se relaciona con el tópico escogido. Por ejemplo, a Louise, una cliente emprendedora y preparada pero indecisa ante una transición profesional que la angustiaba, le propuse la imagen de un Colibrí Insatisfecho. Se sintió muy identificada con esta metáfora al describirle este colibrí que brincaba de flor en flor, buscando nuevos aromas sin conseguir uno que la pudiera satisfacer.
Esta imagen amable, representando su mortificante dilema, le permitió a Louise externalizar su situación, apreciándola sin enjuiciarse desde otra perspectiva. En la descripción del colibrí, incluí conductas que reflejaban las de Louise; de esta manera en sesiones subsiguientes se le facilitaba reconocer cuando actuaba como el colibrí. Por ejemplo, en una ocasión cuando no realizó una tarea que se había propuesto hacer, comentó: » El colibrí, de nuevo, voló para otra parte con la excusa de buscar una información que no necesitaba y no terminó lo propuesto». Aplicando esta estrategia, ella aprendió a estar más atenta a las conductas entorpecedoras y sustituirlas por nuevas habilidades que la apoyaran en su proyecto de cambio.
La segunda metáfora que le ofrecí en su programa fue la de una Sensei Innovadora. Escogí la figura de una Sensei porque ella había practicado artes marciales. Entre las cualidades que una Sensei debe desarrollar está la conexión con su centro energético, para Louise era fundamental centrarse, descubrir su norte para orientarse y mantener la motivación para dar los pequeños pasos requeridos.
Generalmente, a los clientes les es más fácil reconocerse en la primera metáfora que les refleja su actuación dentro de su tópico. Se les hace más difícil visualizarse asumiendo la segunda metáfora inspiradora del futuro posible. Cuando le propuse a Louise la imagen de la Sensei Innovadora le costaba imaginarse tener ese arraigo y fortaleza para concentrar su energía vital en uno de sus proyectos, en vez de saltar de una a otra actividad, malgastando su potencial de acción. La asaltaban dudas e inseguridades de poder alcanzar lo deseado que le impedían enfocarse. Le explicaba que no hay metas sin obstáculos.
Nuestro autodesarrollo no consiste en lograr metas, sino en lo que hacemos para lograrlas. Este avance nos prepara para aspirar a metas mayores que tendrán más grandes obstáculos. Por ello les propongo crear una metáfora inspiradora que simbolice una visión clara de una situación o logro deseado. Les servirá como fuente de energía para movilizarse cuando tiendan a estancarse en su zona de confort, evadiendo el esfuerzo requerido para incorporar conductas distintas a las habituales.
Construyamos una metáfora inspiradora para el nuevo año
- Regálense 20 minutos para hacer este ejercicio. Busquen un tiempo y lugar donde puedan sentarse tranquilos y tengan a mano papel y algo para escribir. Cierren los ojos y hagan varias respiraciones profundas.
- Imagínense que pueden compartir una cena con tres invitados especiales, reales, imaginados, conocidos o personajes históricos que admiren. ¿Quiénes son?
- En la hoja de papel hagan cuatro columnas. En la primera, escriban los nombres de los invitados, en la segunda las razones por las cuales los invitan y en la tercera precisen algunas de las cualidades que admiran de ellos.
- Cierren los ojos de nuevo y transpórtense a esa cena. Observen sus interacciones con ellos. ¿Cómo se sienten en su compañía? ¿Hay algún invitado o invitada con quien perciben una mayor afinidad? Disfruten esa cena imaginaria.
- Con calma, después de abrir los ojos, lean lo que escribieron anteriormente en las primeras tres columnas. En la cuarta columna añadan observaciones que les hayan surgido acerca de sus invitados. Allí precisen también las características o cualidades que quisieran emular de cada uno. Subrayen las que sientan con mayor intensidad.
- A partir de las cualidades que anotaron en esa cuarta columna, evoquen alguna imagen que se destaque por esas cualidades. Den rienda suelta a su imaginación. Pueden escoger algún elemento natural o un animal, sin restringirse a seres humanos. Por ejemplo, si admiran la expresión libre o fuerza para actuar pueden pensar en una poderosa catarata.
- Adicionalmente, si se animan a crear un recordatorio visual de su metáfora inspiradora, hagan un collage con una imagen similar digital o gráfica y escriban las características con las cuales se sintieron identificados. Esta imagen representa aspectos de ustedes mismos que esperan ser desarrollados o fortalecidos a futuro. Es su conexión con las fuerzas inconscientes que serán su apoyo para lograrlo.
Deseándoles un nuevo año con la apertura y la energía necesarias para seguir enriqueciendo sus vidas. Siempre a la orden a través de mi página web para recibir sus comentarios.
Jeannette Díaz
Nota sobre la autora:
Jeannette Díaz es Doctora en Educación de la Universidad de Massachusetts, Amherst, Profesora Titular Jubilada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Durante sus 28 años como docente, Coordinadora Académica y Coordinadora de Investigación disfrutó siendo mentora y coach de estudiantes y profesores apoyándolos en el desarrollo de sus habilidades creativas y progreso en sus carreras docentes. Formalizó esta área de interés cursando estudios y obteniendo la Certificación como Integral Master Coach® de Integral Coaching Canada. Es miembro de la Federación Internacional de Coaches en el nivel Profesional (PCC). Actualmente trabaja como coach, ayudando a sus clientes en el logro de transiciones exitosas en el ámbito personal o profesional. Página web de Jeannette Díaz
2 Comentarios
Lirio
Hermoso ejercicio …. Creando metáforas para el País que nos merecemos, podemos cambiar internamente nuestra manera de actuar. No basta cambiar de gobierno pues el problema sigue estando en nosotros. Siempre las metáforas han y son recursos literarios y ahora Jeannette las presenta como Transformadoras de vida .
Excelente!!!!…..
Jeannette Diaz
Me hace muy feliz que hayas expandido el ejercicio para crear metáforas para el País que nos merecemos. Tienes razón por partida doble.
Mientras sigamos pensando en metas (cambiar de gobierno) y no nos comprometamos a hacer los cambios requeridos para abrir nuevos caminos hacia la meta nos mantenemos en una espiral de frustración, impotencia y estancamiento.
Las metáforas realmente son poderosas porque al hablarle a nuestro inconsciente en su propio lenguaje, nos conectan con una energía más poderosa de lo que nuestra mente consciente puede realizar. Los esfuerzos deben incluir ambos tipos de capacidades. Recibe un gran abrazo navideño, deseando que se multiplique tu ánimo hacia nuestra transformación interna para potenciarnos como país.