La prohibición de la venta de gaseosas azucaradas de tamaño grande aprobada recientemente por el Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York, coincidió con la publicación, en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine, de tres estudios que reportaron evidencias sobre la relación del consumo regular de este tipo de bebidas y el desarrollo de sobrepeso y obesidad.
La nueva ley fue promovida por el alcalde Michael Bloomberg, quien tiene la reputación de haber tomado medidas polémicas y agresivas para mejorar la salud de los neoyorquinos. Desde que llegó a la alcaldía en el año 2002, Nueva York se ha convertido en la primera ciudad de EE.UU. que le prohíbe a sus habitantes fumar en parques y playas.
Igualmente, el alcalde logró la aprobación de leyes que les exigen a las cadenas de restaurantes no usar grasas trans y publicar las calorías en sus menús.
Recientemente, consiguió que los hospitales no les regalaran a las madres la fórmula artificial para alimentar a sus hijos recién nacidos como una medida para promover la lactancia materna.
Su propuesta más reciente, aprobada el jueves 20 de septiembre de 2012, prohíbe la venta de bebidas gaseosas azucaradas y té frío, en vasos que tengan una capacidad mayor de 473 ml (16 onzas), tanto en cines, estadios deportivos, cadenas de restaurantes como en ventas ambulantes de comida. Sin embargo, esta medida no afecta la venta de los jugos de fruta, bebidas alcohólicas, gaseosas dietéticas o bebidas lácteas como las merengadas (milkshakes).
Esta ley ha sido catalogada como “histórica”, pero a pesar de haber recibido un respaldo mayoritario por parte de los profesionales de la salud, ha generado una gran controversia entre los residentes de la ciudad, ya que muchos de ellos afirman que atenta contra la libertad de elección. Igualmente, ha sido muy cuestionada y considerada como discriminatoria por parte de la industria de las bebidas azucaradas.
Los miembros del Departamento de Salud de la ciudad de NY demostraron que las bebidas azucaradas representan el 43% del azúcar de la dieta promedio de los estadounidenses. Una ración de 592 ml (20 onzas) de gaseosa azucarada, cuya venta estará prohibida cuando entre en vigencia la nueva ley, contiene 240 calorías. El consumo diario de una bebida de ese tamaño aportaría una cantidad extra de 14.600 calorías al año, lo cual podría significar un aumento de 2 kg de peso anualmente.
El alcalde Bloomberg ha señalado que la prohibición no impide que las personas compren varias bebidas de 473 ml, si lo desean.
Otro caso muy interesante se produjo en Francia, en septiembre de 2011, cuando el gobierno decidió regular, por decreto, la calidad de los alimentos que se sirven en los comedores y cantinas escolares, al prohibir las máquinas dispensadoras en las escuelas e imponer un polémico impuesto a las gaseosas con alto contenido de azúcar.
Coincidencias que refuerzan la medida
Tan solo un día después de la aprobación de la ley, la revista New England Journal of Medicine publicó, en su edición del 21 de septiembre de 2012, tres estudios y un editorial que refuerzan, poderosamente, el caso contra las gaseosas y otras bebidas azucaradas.
Uno de los estudios fue realizado por un grupo de investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard e involucró a más de 33.000 participantes. La investigación demostró de modo contundente que el consumo regular de bebidas azucaradas es particularmente dañino para las personas que son portadoras de genes que las predisponen al aumento de peso.
Los investigadores analizaron en los participantes 32 variantes de genes que predisponen a la obesidad.
Los resultados demostraron que los participantes que eran portadores de algunos de estos genes presentaron el doble del riesgo de aumentar el índice de masa corporal y de desarrollar sobrepeso y obesidad cuando consumían una o más bebidas azucaradas al día, en comparación con aquellos que, a pesar de presentar la misma predisposición genética, ingirieron menos de una ración al mes.
En otras palabras, los investigadores observaron que en la medida que se incrementaba el consumo de bebidas azucaradas, el impacto que tenían estos genes en el riesgo de desarrollar sobrepeso y obesidad aumentaba.
Es importante recordar que un porcentaje considerable de la población mundial es portadora de esos genes.
Este estudio confirma la interacción de los factores ambientales y genéticos en el desarrollo de la epidemia mundial de obesidad.
Dos estudios convincentes
En otro estudio publicado en la misma edición de la revista New England Journal of Medicine, un grupo de investigadores de la Universidad de Amsterdam en Holanda estudió a 641 niños de 4 a 12 años que consumían regularmente bebidas azucaradas y que tenían peso normal.
Los investigadores dividieron a los niños en dos grupos escogidos al azar. A un grupo le proporcionaron una lata diaria de bebida no carbonatada, endulzada con edulcorante artificial y al otro le ofrecieron una lata diaria de bebida azucarada, no gaseosa, que consumieron en la escuela durante el recreo matutino.
Al cabo de 18 meses, los niños que consumieron la bebida azucarada pesaban aproximadamente 1 kg más, en comparación con el otro grupo. Los autores calcularon que 0,8 kg del incremento de peso era atribuible al aumento de la grasa corporal, la masa muscular y otros tejidos y 0,2 kg al aumento de talla.
Otro estudio publicado, igualmente, en la revista New England Journal of Medicine y conducido por un grupo de investigadores del Hospital de Niños de Boston y de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Harvard demostró que los adolescentes que eliminaron el consumo de bebidas azucaradas durante un año aumentaron menos de peso, en comparación con aquellos que ingirieron esas bebidas.
Los investigadores seleccionaron 224 estudiantes de secundaria del área de Boston que presentaban sobrepeso y obesidad y los dividieron de modo aleatorio en dos grupos. Cada dos semanas un grupo recibía en su casa las bebidas azucaradas que solían consumir y el otro grupo recibía bebidas sin azúcar. No se hizo ningún intento de cambiarles los hábitos de actividad física, así como tampoco se les dio consejos sobre nutrición.
Al cabo de un año, el grupo que había consumido las bebidas sin azúcar pesó, en promedio, 2 kg menos, en comparación con aquellos que consumieron bebidas azucaradas. Sin embargo, durante el segundo año de seguimiento los jóvenes no recibieron las bebidas y la diferencia de peso, entre los dos grupos, se redujo a 1 kg.
En resumen, los resultados de los estudios sugieren que las bebidas azucaradas contribuyen con el desarrollo de sobrepeso y obesidad, independientemente de otros factores como la ingesta excesiva de alimentos y la inactividad física.
El editorial que acompaña a los tres estudios publicados en el New England Journal of Medicine señala que los resultados de las investigaciones proporcionan un fuerte impulso para el desarrollo de recomendaciones y políticas públicas destinadas a limitar el consumo de bebidas azucaradas, especialmente aquellas que se venden a bajo costo y en presentaciones muy grandes, con la finalidad de revertir el creciente aumento de la obesidad y prevenir el desarrollo de la diabetes tipo 2 y sus complicaciones tanto en los jóvenes como en los adultos.
Es innegable que los resultados de estas investigaciones les dieron un espaldarazo a las medidas polémicas recientemente aprobadas por el Departamento de Salud de la ciudad de NY.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian
2 Comentarios
Silve Bear
En paises europeos entra en vigencia este año el impuesto por la venta de bebidas gaseosas azucaradas. En Italia solo 3 cts por botella de 33 cl, monto que no afecta el presupuesto de una familia, pero que a fin de año el gobierno recolecta 250 millones de Euros !. En Francia se llama taxe soda o taxe boissons sucrées, con la cual esperan una entrada de 120 millones de Euros. En «teoria» este dinero iria destinado a curar las enfermedades que producirán estas bebidas a los consumidores.
Carlos Julio
Excelente artículo!!