Como les prometí en mi anterior artículo Relaciones Auténticas: preparación para una nueva experiencia compartiré con ustedes lo que más me impactó del primer taller del curso sobre Relaciones Auténticas, coordinado por el Integral Center de Boulder, CO.
He perdido la cuenta de los talleres de fin de semana donde he participado y sinceramente no estaba muy entusiasmada por hacer uno más. Pero afortunadamente un susurro interno y la insistencia y generosidad de mi hijo lo hicieron posible. Al final de la experiencia, sentí como si hubiera estado aprendiendo a nadar siguiendo un manual de instrucciones y ahora me hubieran tirado de cabeza en una piscina, sin previo aviso.
Congruente con sus objetivos de ser una experiencia vivencial, en este taller se expusieron un mínimo de explicaciones teóricas, dando cuenta de investigaciones psicológicas sobre el desarrollo del aprendizaje en los adultos que apoyaban su estructura. Dos de sus premisas orientadoras fueron: que las relaciones pueden ser una vía para el crecimiento personal y que nuestras experiencias deben revelarse con vulnerabilidad para que ello suceda. Participamos doce personas guiadas por tres facilitadores y acompañados por varios colaboradores en proceso de entrenamiento. El grupo fue dividido en tres subgrupos de cuatro personas, con un facilitador para cada subgrupo.
Las prácticas de circling en los subgrupos constituyen el corazón de la experiencia de este taller, éstas se alternaron con diversas actividades de todo el grupo. El circling [meditación en conversación] se considera como una forma de meditación relacional o intersubjetiva, con unos lineamientos que permiten a sus participantes y al facilitador poder crear un contenedor de seguridad y respeto. Durante las sesiones de circling se desarrolla una conversación colectiva en la cual los participantes se irán turnando para ser foco del grupo por 45 minutos. La persona que asume ser destinataria del circling busca expresar lo que siente de la manera más honesta posible para que los demás puedan captar su mundo. El resto de compañeros y el facilitador tratarán de captar cómo es el mundo de esa persona, con curiosidad genuina, aceptando abiertamente lo que comparta y sin asumir o formar juicios según criterios propios. Oirán atentamente y podrán hacer preguntas para clarificar su narrativa y poder captar su realidad presente. El facilitador modera la conversación para que todos intervengan y anima a la persona a la cual se le está haciendo circling que se conecte consigo misma y exprese lo que está sintiendo con la mayor vulnerabilidad.
Durante esas sesiones de circling se logra una conexión muy especial que no sería posible en intercambios normales. Cuando la persona a la cual se le está haciendo circling comparte algo vulnerable para ella, revela su autenticidad como ser humano y naturalmente se fortalece la conexión emocional con los demás integrantes que están siendo testigos de su revelación. Puede ser que una pregunta de algún compañero le permita develar una verdad difícil de aceptar, que la había mantenido en sombras.
Cuando me tocó ser centro del circling tuve una experiencia muy gratificante. Mis compañeros casi sin conocerme enfatizaron aspectos positivos de mí que descalifico o simplemente ignoro y pude disfrutar de un tiempo de conexión auténtica colectiva que nunca había sentido. Me permitió actualizar la percepción que tengo de mi misma, que de alguna y otra manera tiende a ser inferior a como los demás me ven. En general me sentí como en un laboratorio vivencial que nos permitió empezar a entrenarnos en nuevas capacidades para generar relaciones más auténticas. A partir de los integrantes de nuestro pequeño grupo, pudimos aplicarlas luego en el grupo mayor y ahora también fuera del taller en nuestras sesiones de seguimiento del subgrupo que hemos pautado para cada quince días.
De acuerdo a la información brindada por el Integral Center, el propósito del circling es doble:
- Por una parte nos ayuda a descubrir nuestros «puntos ciegos relacionales» o aquellos lugares donde evitamos profundizar la conexión e intimidad posible con nuestras parejas o cualquier otra persona de nuestro interés. El darnos cuenta de lo que sucede en tiempo y situación real nos brinda una gama mayor de opciones para responder de una manera más auténtica y alineada con lo que deseamos.
- Al mismo tiempo, la experiencia de «ser vistos» sin artificios, como quienes somos realmente, es una experiencia muy gratificante. El proceso de circling nos permite aprender a ver y apreciar a cada persona con los particulares dones que ésta brinda a su entorno y relacionados.
Otra organización cuyos facilitadores entrenan en la práctica de circling es el Circling Institute. Según ellos, a través de esta práctica obtenemos lo siguiente:
- Experimentar el «ser vistos» y captados como somos en realidad.
- Revelar nuestros «puntos ciegos».
- Abrirse a las sensaciones inmediatas de estar presente, vivo y parte del fluir relacional.
- Crear conexiones profundas y significativas.
- Entrenarse en el arte y adquisición de capacidades para relacionarse auténticamente.
- Facilitar transformaciones profundas para el crecimiento personal.
Personalmente, estos tres días fueron una intensa vivencia compartida, en la cual todos – incluyendo a los facilitadores quienes hicieron los mismos ejercicios que los participantes – develamos nuestras dificultades particulares para ahondar internamente, precisar y aceptar lo que se siente en el momento y demostrar la valentía de expresarlo para develar quienes somos auténticamente. Obtuve aprendizajes que siguen reverberando, aunque pareciera que el más importante ha sido comprobar que es factible incorporar estas nuevas actitudes y conductas si las practicamos con constancia. El común denominador para ello, es el estar presente [mindfulness] y no temer ser vulnerables para poder vivir a plenitud nuestra autenticidad.
Para cerrar, les ofrezco uno de los ejercicios para enriquecer la forma en que nos podemos relacionar con las personas que apreciamos en la vida, inspirado en uno compartido por Michael Porcelli en los materiales de apoyo del taller.
En cada intercambio que tenemos con cualquiera de nuestras relaciones cada persona es responsable por su parte. Esto es válido tanto cuando las cosas van bien, como cuando realmente nos sentimos molestos o heridos por lo que está sucediendo. Especialmente, cuando la situación se pone dura y empezamos una discusión, en vez de buscar explicaciones fuera de nosotros, culpando al otro o a factores externos de cómo nos sentimos:
- Hacer una pausa y salirnos de la discusión. Podemos pedir un espacio para aclararnos.
- Respirar para relajarnos y más calmadamente contactar lo que sucede en nuestro interior para clarificar qué sentimos.
- Reflexionar sobre las oportunidades de aprendizaje que esta relación -en particular este episodio- significan para mí. Y sobre cómo pudiera actuar de manera diferente.
- Más tranquilos, sincerarnos para asumir la responsabilidad por lo que hicimos o dejamos de hacer y abrirnos a otra forma de actuar en relación a este episodio.
- Cuando estemos claros, pedirle a la otra persona espacio para compartir con ella nuestra responsabilidad y propuesta para actuar en una forma diferente en este asunto.
- Empezar la conversación reconociendo nuestra responsabilidad, sin incluir ningún tipo de juicio o crítica por la actuación de la otra persona. Eso es parte de lo que le corresponde a ella. Compartir una nueva forma de ver y de actuar en este asunto.
- Darse crédito por los buenos resultados que seguramente obtendrán.
A partir de este taller he estado practicando algunos de sus lineamientos. Mi experiencia con este ejercicio en particular ha sido transformadora, al obtener además beneficios insospechados. La conjunción de estar presente, asimilando lo que siento en el momento y asumir la actitud de observadora ante lo que me sucede ha hecho que – mucho más rápido de lo esperado – mis sentimientos de frustración, malestar o incomodidad desaparezcan como por arte de magia. Termino preguntándome ¿y qué pasó con mi molestia? ¿a dónde fue? Así se me hace mucho más fácil reconocer mi responsabilidad en lo que está sucediendo y no recurrir a culpar al otro o a circunstancias externas. También es muy estimulante comprobar que además de ahorrarme actividad neuronal y tiempo improductivo desagradable, se liman asperezas en la relación con personas que apreciamos mejorando la fluidez de nuestros intercambios con este sencillo ejercicio. Espero que ustedes decidan practicarlo y compartan conmigo sus descubrimientos. Seguiré reportando sobre este interesante curso en los próximos artículos.
Jeannette Díaz
Nota sobre la autora:
Jeannette Díaz es Doctora en Educación de la Universidad de Massachusetts, Amherst, Profesora Titular Jubilada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Durante sus 28 años como docente, Coordinadora Académica y Coordinadora de Investigación disfrutó siendo mentora y coach de estudiantes y profesores apoyándolos en el desarrollo de sus habilidades creativas y progreso en sus carreras docentes. Formalizó esta área de interés cursando estudios y obteniendo la Certificación como Integral Master Coach® de Integral Coaching Canada. Es miembro de la Federación Internacional de Coaches en el nivel Profesional (PCC). Actualmente trabaja como coach, ayudando a sus clientes en el logro de transiciones exitosas en el ámbito personal o profesional. Página web de Jeannette Díaz