Las personas que ocupan el sitial más elevado en la escala de liderazgo presentan menos niveles de estrés y ansiedad, en comparación con los individuos que no han llegado a alcanzar la cima del poder.
Así lo señala un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academies of Sciences, en su edición del 24 de septiembre de 2012, realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard y colaboradores de la Universidad de Stanford y la Universidad de California en San Diego.
La investigación, considerada la primera en su género sobre liderazgo y estrés, fue realizada en dos partes.
En el primer estudio participaron 216 personas. Los autores compararon los niveles de cortisol (hormona del estrés) y de ansiedad entre dos grupos: uno constituido por individuos reclutados en el área de Boston que no ocupaban posiciones de liderazgo, y otro integrado por líderes de mediano y alto rango, en su mayoría oficiales militares, políticos y funcionarios públicos, al igual que empresarios y administradores de organizaciones sin fines de lucro, provenientes de Estados Unidos y de otros países alrededor del mundo. Estas personas participaron, igualmente, en uno de los programas de educación para ejecutivos que dicta la Universidad de Harvard.
Los integrantes de ambos grupos tenían las mismas características, en cuanto a edad, género y composición étnica.
Resultados que sorprenden
Los investigadores determinaron el nivel de cortisol basal en las muestras de saliva de ambos grupos. Igualmente, midieron el grado de ansiedad de los participantes a través de varios cuestionarios validados para ese fin.
Los resultados demostraron que los líderes presentaban niveles más bajos de cortisol y de manifestaciones de ansiedad, en comparación con los participantes que no ocupaban posiciones de liderazgo.
En el segundo estudio, los autores evaluaron los mismos parámetros (niveles de cortisol y ansiedad) en un grupo integrado, exclusivamente, por 75 líderes, y observaron que aquellos que ocupaban posiciones de mayor poder presentaban niveles más bajos de cortisol y ansiedad, con respecto a los individuos que tenían cargos de menor jerarquía.
Los investigadores evaluaron el grado de autoridad y autonomía que tenían los diferentes tipos de líderes para la toma de decisiones, además del número de subordinados que manejaban y la cantidad de personas que les reportaban directamente.
Los autores observaron que el número total de subordinados que manejaban los líderes que ocupaban posiciones de alto nivel y la autoridad que, a su vez, ejercían sobre ellos eran los dos factores más significativos que habían contribuido a generar la sensación de control que experimentaban estos individuos.
Sin embargo, en la medida que aumentaba el número de personas que reportaban directamente a los líderes, menor era la sensación de control que estos experimentaban.
Es interesante resaltar, igualmente, que aquellos líderes que manejaban pocos subalternos presentaban niveles elevados de cortisol y ansiedad, versus aquellos que manejaban un número mayor.
Según señalan los autores, la sensación de control reduce la secreción de cortisol. Esta hormona, que se produce principalmente durante la fase crónica de la respuesta al estrés, puede impactar negativamente varios aspectos de la salud como, por ejemplo, el sistema inmunológico.
Los líderes que ocupan las posiciones más altas en las organizaciones suelen experimentar menos estrés relacionado con la toma de ciertas decisiones como, por ejemplo, despidos para reducir el personal, ya que están algo distantes del gran impacto que estas resoluciones pueden tener en sus subalternos.
Por otra parte, la falta de sensación de control que experimentan los individuos que se encuentran en los niveles intermedios y más bajos de las organizaciones favorece el aumento de los efectos negativos que produce el estrés crónico tanto desde el punto de vista psicológico (ansiedad) como fisiológico (aumento del cortisol).
Los autores señalaron que los líderes que evaluaron durante la investigación tenían posiciones estables y recibían gran apoyo de sus organizaciones.
Sin embargo, los individuos que ocupan posiciones de alto nivel, pero sus cargos son extremadamente disputados, pueden presentar altos niveles de estrés, ya que se encuentran en una situación inestable.
El estudio no reveló si los líderes desarrollaron una mejor capacidad para afrontar el estrés en la medida que escalaban posiciones hasta llegar a ocupar los cargos de más poder o si presentaban una condición inherente a ellos que los hacía menos propensos a experimentar tensión. Los autores señalaron que podría ser una combinación de los dos factores y, por lo tanto, sugieren desarrollar nuevas investigaciones para profundizar más en la materia.
Igualmente, los investigadores consideran que aquellos individuos que ocupan cargos de menor jerarquía en las organizaciones pueden disminuir sus niveles de estrés si logran establecer límites en ciertas áreas de su trabajo para no sentirse abrumados y, así, poder concentrar sus habilidades donde estas puedan producir mayor impacto, además de enfocarse en las tareas donde puedan ejercer o recuperar el control.
Los resultados de este estudio contradicen el estereotipo que sugiere que los líderes de alto rango son los individuos más estresados y ansiosos de la escala de liderazgo de las organizaciones.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdisian