Las relaciones sociales son determinantes bien establecidos de la salud a lo largo de la vida, pero los efectos acumulativos y multidimensionales de una ventaja social sostenida sobre el envejecimiento biológico aún no se han explorado completamente.
Un estudio publicado en la revista Brain, Behavior & Immunity – Health, investiga cómo las conexiones sociales mantenidas —en ámbitos familiares, religiosos, emocionales y comunitarios— impactan el envejecimiento biológico y la inflamación. El objetivo de la investigación era descubrir si los vínculos sociales fuertes pueden ralentizar el envejecimiento epigenético y reducir la inflamación sistémica, los cuales son dos marcadores clave de salud y longevidad.
Recordemos que el envejecimiento epigenético se refiere a cómo el cuerpo envejece según cambios en la actividad de los genes, sin que cambie el ADN en sí: “Cómo envejece el cuerpo según la influencia de factores externos como el estilo de vida, el entorno, el estrés, las emociones positivas o negativas, que pueden activar o desactivar genes”. Estos factores producen marcas epigenéticas que pueden medirse mediante análisis específicos del ADN en una muestra de sangre.
Si alguien tiene un envejecimiento epigenético más lento, significa que sus células están envejeciendo más despacio. Es como si el cuerpo tuviera un reloj interno que se puede acelerar o desacelerar según cómo vivimos.
Métodos empleados
Utilizando datos de 2.117 adultos del estudio MIDUS (Midlife in the United States), los investigadores construyeron una variable latente llamada Ventaja Social Acumulada (CSA, por sus siglas en inglés). Esta variable integró indicadores de apoyo social y participación en múltiples dominios de la vida. Se empleó modelado de ecuaciones estructurales para evaluar las asociaciones entre CSA y dos biomarcadores clave: aceleración del envejecimiento epigenético (basada en patrones de metilación del ADN) e inflamación sistémica (medida mediante marcadores inflamatorios).
La CSA se construyó a partir de varios factores sociales acumulados a lo largo del tiempo: nivel educativo alcanzado, ingresos familiares, estabilidad en el empleo, acceso a servicios de salud, calidad y cantidad de relaciones sociales, apoyo emocional y sentido de pertenencia. Cada uno de estos elementos fue ponderado para reflejar su contribución al bienestar social sostenido.
Por otro lado, los relojes epigenéticos empleados para medir el envejecimiento epigenético se basan en detectar marcas epigenéticas en el ADN, el cual se analiza para identificar patrones de metilación mediante técnicas que detectan la presencia de grupos metilo en sitios específicos del genoma, especialmente en las citosinas.
Los relojes empleados fueron: a) GrimAge, que mide patrones de metilación del ADN relacionados con proteínas en sangre y exposición al tabaco y predice con alta precisión el riesgo de muerte, enfermedades crónicas y envejecimiento acelerado, y b) PhenoAge, que combina la metilación del ADN con marcadores clínicos como glucosa, inflamación y función renal. Estima la edad biológica en función del estado general de salud, riesgo de enfermedades y la esperanza de vida.
La inflamación sistémica se mide a través de biomarcadores como la proteína C reactiva (CRP) y la interleucina-6 (IL-6). La proteína C reactiva es una proteína que produce el hígado cuando hay inflamación en el cuerpo. Una prueba más precisa, llamada proteína C reactiva de alta sensibilidad, permite identificar incluso pequeñas elevaciones en sus niveles. Esta prueba puede ayudar a indicar infecciones, enfermedades crónicas, o riesgo de eventos cardíacos. La interleucina-6 (IL-6) es una citocina proinflamatoria, es decir, una molécula que regula la respuesta inmune e inflamatoria. Se mide usando técnicas como ELISA (ensayo inmunoenzimático) en la muestra de sangre. Es más específica y menos rutinaria que la CRP. Niveles altos se asocian con inflamación crónica, envejecimiento acelerado, enfermedades autoinmunes y cardiovasculares.
Resultados del estudio y conclusiones
Los resultados fueron claros: una mayor CSA se asoció significativamente con un envejecimiento epigenético más lento, lo que significa que las personas con mayor ventaja social tenían edades biológicas más jóvenes que sus edades cronológicas. Además, la CSA se vinculó con niveles más bajos de inflamación sistémica, lo que sugiere un efecto protector contra enfermedades crónicas relacionadas con la edad y una mejor regulación inmunológica.
Estas asociaciones se mantuvieron incluso después de ajustar por variables por nivel socioeconómico, conductas de salud y factores psicológicos.
Los resultados respaldan la idea de que las relaciones sociales no solo son emocionalmente beneficiosas, sino también protectoras a nivel biológico. La ventaja social sostenida puede amortiguar el desgaste biológico relacionado con el estrés, contribuyendo a un envejecimiento más saludable. Igualmente, destacan la importancia de una ventaja social sostenida a lo largo de la vida para promover un envejecimiento más saludable. Las conexiones sociales pueden amortiguar el desgaste biológico, retrasando potencialmente la aparición de enfermedades relacionadas con la edad. Esta investigación subraya la necesidad de estrategias de salud pública que fomenten la integración y el apoyo social durante toda la vida.
Corolario
Dice este estudio que la ventaja social acumulativa —ese tejido de vínculos, afectos, reciprocidades, compañía— ralentiza el envejecimiento epigenético y reduce la inflamación sistémica. Pero más allá de la biología, lo sabemos en el alma: la fraternidad, los buenos sentimientos, el amor al prójimo, el cuidado del ambiente, la empatía, nos sana.
Cada gesto de cuidado, cada conversación amable, cada abrazo que nos reconcilia con el mundo a pesar de las adversidades, es medicina silenciosa. Vivir acompañados, escuchados, celebrados, nos vuelve más longevos, más lúcidos, más felices.
Cultivar estas actitudes y emociones es una estrategia de salud, una política de vida, una forma de resistencia ante un entorno hostil. Que nunca falte el espacio para el encuentro, la risa compartida, el consuelo mutuo, la solidaridad con los oprimidos, que permiten que el corazón pueda latir más saludable y por más tiempo.
María Soledad Tapia





















Un Comentario
Alicia Ponte
Mari… me quedo con esta hermosa frase: Cada gesto de cuidado, cada conversación amable, cada abrazo que nos reconcilia con el mundo a pesar de las adversidades, es medicina silenciosa. Vivir acompañados, escuchados, celebrados, nos vuelve más longevos, más lúcidos, más felices.
Gracias. Un abrazo