La realidad no existe porque no vemos las cosas como son sino como somos
En el artículo pasado nos referimos al “cuarteto” conformado por Cerebro-mente-emociones-sentimientos; no obstante, ahora lo transformaremos en un “quinteto” al añadirle el cuerpo y a esta nueva correlación la designaremos “Cuerpo-cerebro-mente-emociones-sentimientos”. Si bien, el cuerpo fue mencionado en dicho texto, se señaló muy someramente.
Las denominaciones cuarteto y quinteto aluden a un lenguaje armónico que refirieren a agrupaciones musicales formadas por 4 y 5 instrumentistas o voces, cuyas piezas musicales fueron creadas con características específicas para ser interpretadas siguiendo una partitura con una función en común. Esta analogía me permite tratar el tema como un “todo” y hacerlo de una manera más comprensible. El “todo” se refiere a grupos que funcionan con un único objetivo en donde ninguno de los participantes puede salirse de su tarea sin perturbar a los otros y convertirse en otra cosa; igual sucedería con el cuerpo, el cerebro, la mente, emociones y sentimientos cuyas perturbaciones tendrían consecuencias en la salud. Aquí cabe el famoso lema de Los Tres Mosqueteros de Alexandre Dumas “Uno para todos y todos para uno”. Sorpresivamente, al final también se analizará ese “todo” desde el punto de vista de los sistemas adaptativos complejos.
Reflexionaremos entonces en la incorporación del cuerpo con el fin formar un quinteto bien argumentado, inclusión que prácticamente es obvia porque el cuerpo no se puede separar del cerebro, o de la mente, ni de las emociones, ni mucho menos de los sentimientos.
Para el protagonista de nuestro anterior artículo, Antonio Damasio, tanto la consciencia como los sentimientos son el resultado de interacciones entre el cuerpo y el sistema nervioso en donde todos caminan juntos. Él decía: “el origen del sentimiento es un cuerpo reaccionando ante un estímulo”. Y es que nuestro pensar, sentir y actuar comienza con la recepción de los estímulos, externos o internos, por medio de los órganos sensoriales presentes en nuestro cuerpo. Sin cuerpo no hay mente ni mucho menos se puede apreciar el entorno donde vivimos. Por ejemplo, en la paraplejia total, se pierde la movilidad corporal y su control, además de perder totalmente la sensibilidad, no se sienten los golpes, pinchazos o el dolor. En estos casos los estímulos están limitados solamente a la parte no afectada del cuerpo.
El cuerpo para el Dr. Blanke es “el objeto más multisensorial del mundo”, señala que los mecanismos cerebrales que procesan las señales del cuerpo son una fuente única para el estudio de la autoconsciencia, área de sus investigaciones. Estas afirmaciones nos conducen a la necesidad de la incorporación del cuerpo a ese “todo” que es el ser humano.
Nazareth Castellanos, joven científica licenciada en Física Teórica y doctorada en Neurociencias por la Universidad Autónoma de Madrid, es la Directora del proyecto: interacción cerebro-cuerpo en meditadores, amén de ser una seguidora de Damasio. Ella dice: “el cuerpo sabe lo que la mente aún no sabe”.
Para ella no existe separación entre el cuerpo, el cerebro y la mente porque funcionan como un “todo”. Esta unidad surge porque el cerebro se encuentra en comunicación con todos los órganos, como ejemplo se encuentra el intestino, a quién llaman el segundo cerebro, el corazón, la respiración, el sistema endocrino e inmune y de esta función en conjunto depende la salud mental. Generalmente, no nos percatamos de esta comunicación y su aprendizaje nos permitiría ser más autónomos emocionalmente. En consecuencia, la necesidad de conocer los detalles de este encuentro entre nuestro cerebro y nuestro cuerpo es indudable.
En una entrevista, la Dra. Castellanos comenta: “el corazón percibe, el intestino siente, el cerebro interpreta, integra más que suma”… “ cuanto más se conecta el corazón al cerebro, que es una metáfora, más pensamos en nosotros mismos”. Una de las metas que debemos proponernos, es practicar el conócete a ti mismo.
De modo que nuestro cuerpo es el intermediario entre el ambiente y nuestra mente al ser el receptor de la información que nos llega a cada momento con el fin de ser procesada para adaptarnos, evolucionar y ser nosotros mismos. No menos cierto es que el cuerpo está conectado con el Yo, quién es la instancia psíquica que nos mantiene en equilibrio y en sintonía con el entorno. El proceso de los estímulos nos permite adaptarnos al mundo e incorporar la cultura y el saber que ocurre a nuestro alrededor, aspecto importantísimo en la actualidad cuando vivimos en medio de narrativas, preconcepciones y de un ambiente que nos anestesia y nos impide pensar.
Nuestros receptores sensoriales son los sentidos.
Es inmanente inaugurar el aprendizaje sobre nuestro cuerpo con los receptores sensoriales y los sentidos que contiene porque a través de ellos recibimos los estímulos y la información sea esta externa o interna como hemos dicho.
El organismo está dotado de receptores a lo largo y ancho del mismo que comprenden terminaciones nerviosas y células especializadas encargadas de transformar la información o el estímulo mecánico, químico o electromagnético en un potencial eléctrico llamado traducción de señal o impulso nervioso, el cual es transportado al sistema nervioso para ser procesado por distintas partes del cerebro. Los receptores son excitables, específicos y adaptables, es decir que reaccionan ante el estímulo de manera específica. Sin los sentidos corporales el cerebro y la mente no tendría con qué trabajar.
Cuando estos impulsos son externos los procesamos mediante los 5 sentidos tradicionales y muy conocidos: vista, olfato, oído, gusto y tacto. No obstante, han aparecido sentidos que transmiten información interna procedente de órganos y partes internas del cuerpo por lo que ahora se habla de 8 sentidos. Aquí indagaremos en los sentidos menos conocidos y extremadamente útiles para la salud como son los sentidos internos.
Al investigar en los tres sentidos internos nos encontramos tres sistemas. En forma general, el primero llamado interocepción se asocia con la condición fisiológica del cuerpo y nos da la sensación de estar vivos; el segundo sistema o propiocepción tiene que ver con la posición del cuerpo y, por último, está el sistema vestibular que se vincula con el sentido del movimiento y equilibrio del cuerpo. Los describimos a continuación:
1.- El sistema vestibular se encarga de mantener el equilibrio corporal y la postura, coordina los movimientos del cuerpo y la cabeza, la oscilación ocular como fijar la vista y tiene que ver con la fuerza de gravedad, todo lo cual nos ayuda a mantener el balance y la coordinación de la movilidad del organismo; un desequilibrio de este sentido puede ser la aparición de mareos. Se encuentra ubicado en el oído interno.
2.- El sistema propioceptivo se relaciona con la posición de nuestro cuerpo o sus partes que se origina en los músculos y articulaciones, nos da la sensación de que nuestro cuerpo es nuestro y nos proporciona los límites. Su información es de forma inconsciente.
3.- El sistema interoceptivo o el sentido interno del cuerpo nos ayuda a percibir y entender lo que sucede en nuestro organismo mediante la comunicación de la condición fisiológica al sistema nervioso por medio de las terminaciones sensoriales o receptores interoceptivos esparcidos por todo el cuerpo, principalmente en los órganos y los vasos sanguíneos. Ejemplos de estas sensaciones son: el hambre, la sed, la necesidad de ir al baño, el dolor de cabeza, la excitación, la relajación, el picor, el frío, el calor, las náuseas, el sueño, las cosquillas o como son las famosas mariposas que sentimos en el estómago cuando estamos enamorados. Está emparentado con la intuición y por eso ha sido llamado el sexto sentido.
Los estímulos internos interoceptivos no son experiencias sentidas sino evocadoras de sensaciones; los estímulos externos, a la vez, se pueden transformar en sensaciones interoceptivas, propioceptivas o emociones. Un caso es cuando experimento ternura al ver las fotos de mi pequeña sobrina nieta de 9 meses. Lo que vemos, oímos o tocamos se puede transformar en sensaciones. Es importante reconocer nuestras sensaciones corporales que nos pueden comunicar estados de ánimo o influir en las emociones. El conocimiento de estas sensaciones nos permite cuidarnos ante un peligro que no percibimos; por ejemplo, podemos intuir que esa persona no es de confiar por una sensación en nuestro estómago, pero racionalmente no lo percibimos así. Nos puede servir para detectar si estoy relajado o tenso, o si estoy enamorado o no a través de estar conscientes de lo que le sucede internamente a nuestro cuerpo, así aprendemos a cuidamos utilizando esa sabiduría interna para tomar decisiones cuando tomando en cuenta lo que experimentarnos cuando habla nuestro cuerpo y lo que dice nuestra mente racional.
En fin, tenemos que escuchar a nuestro cuerpo para percibir lo que anda mal o bien en él, así como aprender a diferenciar la emoción de la sensación. De esta manera gestionamos nuestras conductas y podremos amplificar los que nos hace bien.
Existen investigaciones que han identificado un vínculo directo entre los tres sentidos o sistemas (interocepción, la propiocepción, la entrada vestibular) y los procesos cognitivos superiores como la atención, la toma de decisiones y los procesos emocionales. Igualmente, se han identificados correlatos neuronales con el Yo y con estados autorelacionados como la personalidad. En el marco de la dinámica cerebro-cuerpo, ha habido un auge en la investigación de las condiciones de la salud mental acopladas a esta interacción, particularmente, la interocepción se ha convertido en un objetivo importante en los tratamientos de salud mental así como cuando se traba el sistema interoceptivo y ocurren los llamados trastornos interoceptivos.
Conexiones cerebro-intestino y cerebro-corazón.
Otro aspecto importante de las conexiones entre el cerebro y el cuerpo son aquellas relacionadas con el intestino y el corazón. Ellas cumplen singulares funciones en el mantenimiento de la salud del organismo.
Cerebro-intestino-microbiota
La conexión bidireccional cerebro-intestino-microbiota ha sido muy estudiada, a más de llamar al intestino el segundo cerebro. La microbiota intestinal, formada por el 90% de los microorganismos comensales que conviven simbióticamente con nuestro organismo, cumple distintas funciones desde metabólicas a la síntesis de vitaminas. Además, se relaciona con el sistema endocrino, inmune y nervioso mediante tres vías: la vía sistémica (hormonas, metabolitos y neurotransmisores), la ruta inmunológica y el sistema nervioso entérico (SNE) en donde el nervio vago controla las funciones del intestino. La alteración de la microbiota está vinculada con ciertas enfermedades como el cáncer y se asocia al estrés, ansiedad y depresión; a la vez, es influenciada por el estilo de vida (alimentación, estrés y emociones) que cuando es negativo deteriora su papel protector en el organismo.
Investigaciones recientes demuestran que la microbiota intestinal es esencial para el mantenimiento de la integridad del SNE mediante la regulación de la supervivencia neuronal entérica y la estimulación de la neurogénesis. En resumen, la microbiota ejerce un papel muy importante en la regulación de la estructura y función del tracto gastrointestinal.
Agrego un video de la Dra. María Gloria Domínguez-Bello sobre Microbiota humana, Desarrollo y la Salud, auspiciado por la Sociedad Venezolana de infectología y presentado el 16/01/23. Muy completo y extraordinariamente bien explicada la importancia de estos microorganismos comensales en la salud.
Cerebro-corazón
Al igual, existe una comunicación entre el corazón y el cerebro que es muy singular. A partir de Descarte, como se ha narrado, todo se convirtió en razón, contaba principalmente lo cognoscible y el corazón era considerado como una máquina que solamente bombeaba sangre al organismo. Ahora, con la aparición de la neurociencia, ha tomado relevancia su vínculo con el cerebro; ambos están en constante comunicación a través del sistema nervioso periférico, somático y autónomo, que controlan los movimientos musculares voluntarios y el ritmo cardíaco, respectivamente. A su vez, cuando el sistema nervioso central se activa o excita en situaciones de estrés se libera adrenalina y, en consecuencia, se intensifica el ritmo cardíaco y la fuerza de los latidos del corazón, así como también el cuerpo comienza a sudar, hay dilatación de pupilas, factores que constituyen mecanismos de adaptación en el caso de los atletas o de lucha o huida ante el peligro.
Por otra parte, la relación bidireccional entre cerebro y corazón se manifiesta en la variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC), la cual es la variación del tiempo entre latido y latido, cuyo niveles define estados de salud o enfermedad, por lo que es un biomarcador de la salud física y psicológica y un indicador del equilibrio entre en cerebro y el corazón. Por ejemplo, cuando la VFC es baja, porque hay una ausencia en la coherencia entre el ritmo cardíaco y la respiración, aumenta el riesgo a padecer enfermedades como hipertensión arterial y diabetes, al igual que afecta negativamente nuestros pensamientos y emociones y la tolerancia al estrés. Los malos hábitos de vida como sedentarismo y consumo de tabaco contribuyen a la disminución de la VFC. Por su parte, la VFC alta se asocia a factores de protección cardíacos y emocionales y se beneficia del ejercicio, la meditación y de adecuadas técnicas de respiración. Su condición óptima indica autorregulación, flexibilidad y adaptabilidad para afrontar el estrés. Existen otros factores que pueden influir en la VFC como la edad, género, hora del día, actividad o reposo, entre otros.
La coherencia cardíaca tiene que ver con VFC cuyo parámetro, alto o bajo, nos da una idea de la salud de nuestro corazón; por ejemplo, a mayor VFC hay menor riesgo de enfermedad y viceversa. Existe técnicas de coherencia cardíaca desarrolladas para aumentar la capacidad de resiliencia y bienestar o disminuir el estrés.
Nazareth Castellanos, estudiosa de este binomio, comenta que el corazón cambia su ritmo o su VFC cuando experimenta emociones o pensamientos. Cuando existe mayor variabilidad aumenta la capacidad cognitiva, la memoria y la atención. Los meditadores, por ejemplo, tienen gran variabilidad cardíaca. Igualmente, esta conexión puede cambiar nuestra percepción de lo que nos rodea o sentimos. Por otro lado, el corazón se vincula con la amígdala, el órgano emocional del cerebro por excelencia, y también se conecta con la neocorteza cerebral, el área de la razón, vínculo que estimula el que pensemos en nosotros mismos.
Entre muchos campos de la neurociencia, la Dra. Castellanos ha investigado los efectos de la meditación y los ejercicios tipo Chi Kung en el cerebro. El Chi es energía y el Kung es trabajo, los cuales al unirse en la gimnasia interna Chi Kung y combinar movimientos suaves con la respiración en un cuerpo relajado se está trabajando la energía y el cuerpo. Difiere de la gimnasia o ejercicios tradicionales en que sus movimientos y la respiración son lentos.
No nos cansamos de insistir en que la alimentación, el ejercicio y la respiración son críticos para la salud. Es asombroso conocer que el bailar es uno de los ejercicios que más protege a nuestro cerebro de la demencia. A estos ingredientes para vivir saludablemente se le debe agregar la práctica de la meditación en forma rutinaria porque ella es un vínculo muy potente para la mente y el cuerpo.
En fin, los cambios en el cuerpo que resultan en una modulación neuronal pueden promover una vulnerabilidad hacia la buena o mala salud mental, por lo que hay que estar atentos a estas señales corporales que puedan influir positiva o negativamente en nuestro bienestar. A la final, el conocimiento de este funcionamiento y del estado de nuestro cuerpo nos provee información extremadamente importante que guía nuestro comportamiento y nos conduce a un equilibrio necesario para preservar la salud.
Antes de concluir, es imprescindible mencionar, aunque sea someramente, que este quinteto se ajusta al concepto de Sistema Adaptativo Complejo (SAC) ya que el ser humano es un ejemplo de este sistema. El SAC funciona como un “todo”, es complejo porque está formado por muchas y diversas partes interconectadas entre sí, a la vez, que tiene la capacidad de adaptarse porque es capaz de cambiar y aprender de la experiencia. Así sucede con el ser humano, con nuestras redes neuronales, con nuestro sistema inmunológico y pare usted de contar.
Podemos así concluir que este quinteto conformado por el “cuerpo-cerebro-mente-emociones-sentimientos” funciona como un “todo” y como un SAC. Condición que tenemos que ejercitar para transformarla en un hábito y así disfrutar de la libertad de pensar, de nuestro YO y de caminar por la vida.
Irene Pérez Schael
2 Comentarios
Alicia Ponte Sucre
Considero que este artículo es una joya. Su referencia a Damasio trae a colación lo profundo del análisis que este autor hace del comportamiento y su relación con la integridad del ser. La referencia a los sentidos internos y externos es además fundamental para tomar conciencia de nuestra interacción con el ambiente exterior pero también con nosotros mismos y nuestro ambiente interno en el balance (no equilibrio) que representa el sube y baja de nuestra interacción. Insisto en usar la palabra balance mas no la palabra equilibrio debido al constante intercambio de energía que representa el uso de nuestros sentidos. Felicitaciones. Irene
Mirador Salud
Querida Alicia
No sabes cuánto agradezco ver esa sutil diferencia entre equilibrio y balance.
Gracias por tu comentario
Saludos
Irene