Los hombres mayores que consumen cantidades adecuadas de ciertas vitaminas y minerales tienen mayores probabilidades de producir esperma con menos alteraciones del ADN, en comparación con aquellos sujetos que ingieren cantidades bajas de esos micronutrientes.
Así lo señala un estudio publicado en la revista Fertility and Sterility, en su edición en línea del 27 de agosto de 2012, conducido por un grupo de investigadores del Nacional Lawrence Berkeley Laboratory, del Departamento de Energía de EE.UU, y de la Universidad de Bradford, en el Reino Unido.
Los autores evaluaron un grupo de 80 hombres de 20 a 80 años, con una edad promedio de 44 años, quienes fueron reclutados del proyecto “California Age and Genetic Effects on Sperm Study”.
Cada participante completó un cuestionario de 100 ítems mediante el cual los investigadores calcularon la ingesta promedio diaria de vitaminas y minerales provenientes tanto de los alimentos como de los suplementos. Además, analizaron la calidad del ADN del esperma de cada uno de los sujetos.
Los investigadores observaron que los hombres mayores de 44 años que consumieron las cantidades más elevadas de zinc, folato y vitaminas C y E presentaron 20% menos daño del ADN de sus espermatozoides, en comparación con aquellos participantes que ingirieron las cantidades más bajas de estos micronutrientes.
Igualmente, el análisis del esperma de los hombres mayores de 44 años que consumieron, al menos, la cantidad diaria recomendada de estos micronutrientes reportó que tenían la misma cantidad de alteraciones que el esperma de los participantes más jóvenes.
Al parecer, el consumo de cantidades adecuadas de micronutrientes podría retrasar el avance del “reloj” de los hombres mayores.
Sin embargo, la ingesta de cantidades elevadas de micronutrientes no mejoró la calidad del esperma de los hombres jóvenes.
El consumo de micronutrientes de cada voluntario se clasificó como bajo, moderado y alto. La ingesta promedio diaria proveniente tanto de la dieta como de los suplementos fue de 162 miligramos de vitamina C, 23,7 miligramos de vitamina E, 2.586 microgramos de ?-caroteno, 475 gramos de folato y 12,3 miligramos de zinc.
Muchos de los participantes, incluso aquellos que reportaron estar saludables, consumían cantidades menores de micronutrientes en relación con la dosis diaria recomendada.
Los hallazgos de esta investigación son importantes, ya que a medida que los hombres envejecen aumentan sus probabilidades de presentar fragmentación del ADN espermático y espermatozoides portadores de mutaciones de ciertos genes.
Un estudio publicado en la edición en línea de la revista Nature, el 22 de agosto de 2012, señala que la edad que tienen los hombres cuando conciben sus hijos determina cuántas mutaciones heredarán esos niños.
El Dr. Kari Stefansson, autor principal del estudio y colaboradores de la empresa privada deCODE Genetics en Reykjavik, Islandia, compararon la secuencia de todo el genoma de 78 tríos (madre, padre e hijo). El objetivo de la investigación fue detectar mutaciones en el niño que no estaban presentes ni en la madre ni en el padre y que por lo tanto habían aparecido de forma espontánea en el óvulo, esperma o embriones.
Los resultados del estudio revelaron que los padres le trasmitieron a su descendencia hasta cuatro veces más mutaciones nuevas que las madres.
El número de nuevas mutaciones que los hombres le pasan a su descendencia aumenta exponencialmente con la edad. Un padre de 36 años le pasará el doble de mutaciones a su hijo que un hombre de 20 años, es decir, el número de nuevas mutaciones transmitidas por los padres a sus hijos se duplicaría cada 16,5 años a partir de la pubertad.
Las mujeres que conciben sus hijos a una edad avanzada tienen un mayor riesgo de tener hijos con síndrome de Down y otras anormalidades cromosómicas raras, pero los hombres trasmiten más mutaciones genéticas nuevas a sus hijos que las mujeres, señaló el Dr. Stefansson, en un comunicado de prensa.
Afortunadamente, la mayoría de las mutaciones son inofensivas.
Sin embargo, el equipo del Dr. Stefansson identificó algunas mutaciones que en estudios previos se habían asociado a problemas de autismo y esquizofrenia y que son cuatro veces más frecuentes en el padre que en la madre.
Los hallazgos de todos estos estudios son muy importantes porque cada vez más los hombres mayores tienen hijos.
Aun cuando el estudio publicado en la revista Fertility and Sterility reveló una asociación significativa entre el consumo de micronutrientes y la mejoría de la calidad del ADN del esperma en hombres mayores, los autores recomiendan realizar nuevas investigaciones que ayuden a esclarecer si este tipo de dietas mejoran, además, la fertilidad y la salud de la descendencia.
Es muy importante resaltar que cambios tan sencillos en el estilo de vida puedan ofrecer beneficios tan valiosos como reducir las probabilidades de trasmitir mutaciones a la descendencia.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian