Cuando las personas comunes se unen a un grupo pueden ocurrir situaciones inusuales tanto buenas como malas. Ciertas alianzas o asociaciones logran que los individuos tiendan a abandonar sus convicciones éticas y sean más propensos a mostrar su lado oscuro y dañar intencionalmente a los individuos que no pertenecen a su agrupación.
Sin embargo, las personas también se asocian para crear importantes instituciones sociales que realizan labores dignas de admiración, que un individuo no puede lograr por sí solo.
Aun cuando la mayoría de los seres humanos muestran una marcada preferencia por la equidad y los principios morales que condenan el daño que se inflinge al otro, sus convicciones pueden cambiar cuando prevalece la concepción de un “nosotros”, integrado por un grupo étnico, religioso o político, que se enfrenta a un “ellos”, representado por aquellos individuos que no pertenecen o comulgan con esa alianza.
Esta dinámica de confrontación podría conducir a un grupo de personas a participar en acciones que son contrarias a sus normas morales personales y, por consiguiente, llevar a individuos decentes a formar parte de turbas que cometen saqueos, vandalismo e incluso abuso físico y emocional contra aquellos que consideran sus enemigos.
El grupo, una coraza que fomenta el autoengaño
Rebeca Saxe, profesora asociada al departamento de neurociencia cognitiva del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y colaboradores decidieron probar la hipótesis que plantea que las personas que actúan en grupos se desvinculan o pierden el contacto con sus costumbres, creencias y convicciones morales.
Los investigadores pusieron a prueba esta hipótesis en un experimento que midió la actividad de la corteza prefrontal medial del cerebro, asociada a la auto-referencia, el pensamiento reflexivo, el control de los impulsos y la toma de decisiones.
Si un individuo está reflexionando sobre sí mismo, por ejemplo, los circuitos neuronales de esta zona del cerebro se activan y, por consiguiente, esa estimulación se puede observar cuando se realizan los estudios de resonancia magnética funcional (IRMf), una técnica que permite obtener imágenes de la actividad del cerebro mientras realiza una tarea.
Un par de semanas antes de comenzar el experimento, los investigadores interrogaron a cada uno de los participantes acerca de sus hábitos en las redes sociales, sus creencias, convicciones morales y comportamiento.
El cerebro de los participantes fue escaneado mientras realizaban una tarea o juego competitivo frente al monitor de una computadora. En una ocasión lo hicieron solos y en otra como parte de un equipo. Se evaluó la voluntad o deseo de los participantes de dañar a sus contrincantes y de favorecer a los miembros de su grupo.
Los autores encontraron que la actividad de la corteza prefrontal medial se redujo significativamente en algunos de los individuos que compitieron como integrantes de un grupo, en comparación con la actividad cerebral que presentaban esos mismos individuos cuando realizaban los juegos solos.
Por otra parte, las personas que presentaron una menor actividad de la zona estudiada tenían más probabilidades de dañar a sus contrincantes, en comparación con las personas que no presentaron disminución de la actividad de la corteza prefrontal medial, una región del cerebro relacionada con el pensamiento reflexivo y el control de los impulsos.
Estos resultados sugieren que la competencia entre grupos (por encima y más allá de la competencia interpersonal) puede reducir el procesamiento auto-referencial de la información moral, lo que permite comportamientos perjudiciales hacia los miembros de otro grupo competitivo.
Sin embargo, los resultados del estudio también sugieren que, al menos en algunos casos, la capacidad de reflexión y expresión explícita de las convicciones éticas y morales personales puede ayudar a atenuar la influencia de la mentalidad del grupo, de la multitud o de la turba.
El estudio fue publicado en línea en la revista Neuroimagen en abril de 2014.
Narcisismo individual y de grupo
El individuo narcisista generalmente presenta señales pronunciadas de satisfacción e inflación de sí mismo y una marcada susceptibilidad a la crítica. Karen Horney (1885 -1952), psicoanalista de origen alemán, considerada una de las fundadoras de la psicología humanista, en su libro “El Nuevo Psicoanálisis” (1939) señala que “la persona narcisista se ama y admira por valores y méritos que no tienen un fundamento objetivo. Igualmente espera amor y admiración de los demás por cualidades que no posee”.
Las personas que presentan una orientación narcisista se enfocan, generalmente, en un aspecto de su personalidad como, por ejemplo, su inteligencia, honor, apariencia, patriotismo, etc.
Erich Fromm (1900 -1980) destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista comenta en su libro “El Corazón del Hombre” (The Heart of Man) (1964) que “el narcisismo individual se transforma en narcisismo de grupo, que el clan, la nación, la religión, la raza, etc., sustituyen al individuo como objetos de la pasión narcisista. Así, se conserva la energía narcisista, pero esta se usa en interés de la supervivencia del grupo y no de la supervivencia del individuo”.
Por otra parte Fromm agrega que “una sociedad que carece de los medios para proveer suficientemente a la mayoría de sus individuos tiene que ofrecerles una satisfacción narcisista, si quiere evitar el disgusto entre ellos. […] El individuo de ese grupo siente: aunque soy pobre e inculto, soy alguien importante porque pertenezco a un grupo admirable”.
Igualmente, Fromm señala que “el resultado más peligroso de la adhesión narcisista es la deformación del juicio racional. El objeto de adhesión narcisista es considerado valioso (bueno, hermoso, sabio, etc.). […] El juicio de valor narcisista es prejuicioso y tendencioso”.
¿Por qué una persona obedece órdenes contrarias a sus principios?
Según Erich Fromm “el grupo altamente narcisista anhela tener un jefe con quien pueda identificarse. El jefe es, entonces, admirado por el grupo, que proyecta su narcisismo sobre él. […] El narcisismo del jefe que está convencido de su grandeza, y que no tiene dudas, es precisamente lo que atrae el narcisismo de los que se le someten.”
En la Alemania Nazi un gran número de personas colaboró para que se llevaran a cabo los crímenes de guerra. La capacidad de convencimiento que tenía Hitler para que tantas personas buenas hicieran cosas malas fue sorprendente. Eichmann, coronel de las SS, durante el juicio de Nuremberg declaró con toda frialdad que no se sentía culpable de sus actos porque había cumplido órdenes.
Varios factores están involucrados en la transformación que experimentan los individuos que integran una agrupación con características narcisistas. Cuando las personas forman parte de un grupo sienten que viven en el anonimato y piensan que tienen menos probabilidades de ser atrapados cuando realizan un acto contrario a la ley y a sus principios éticos. Además, tienden a reformular las acciones dañinas como “necesarias para el bien de todos”, y experimentan una disminución del sentido de responsabilidad personal en relación con las acciones que realizan como integrantes del colectivo al cual pertenecen.
Por lo tanto, podemos concluir que hay individuos que logran minimizar los factores que contribuyen al autoengaño, evitan los prejuicios, las deformaciones del juicio racional y se sienten responsables de sus decisiones y actos. Mientras que las personas que presentan una orientación narcisista tienen una mayor inclinación a abandonar sus convicciones éticas y morales, a perjudicar a las personas que no pertenecen a su agrupación, y a someterse a la estructura jerárquica y a las órdenes de las autoridades del grupo, en lugar de confiar en su conciencia.
Una interacción fructífera
A los conocimientos invalorables que ha aportado la investigación realizada por psicólogos sociales, conductistas, humanistas y psicoanalistas, en el campo de la dinámica de grupos, se suman recientemente los hallazgos de la neurociencia, que gracias a la exploración de la actividad cerebral, a través del estudio de imágenes por resonancia magnética funcional, nos ofrecen pruebas objetivas de la activación de regiones específicas del cerebro como la zona prefrontal medial, durante la ejecución de tareas relacionadas con los procesos de toma de decisiones, control de los impulsos y pensamiento reflexivo.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian
4 Comentarios
Irene Pérez Schael
Excelente artículo y muy propicio para el momento que vivimos los venezolanos.
La autora de hace la siguiente pregunta: ¿Puede una persona obedecer órdenes contraria a sus principios? Esto me recordó la famosa experiencia de la obediencia o el experimento de la prisión de Stanford, realizado en 1971, en donde el investigador Phillip Zimbardo, comprueba que el ser humano, inducido por las circunstancias, puede actuar o asumir roles contrarios a su moral. Según Zimbardo, el experimento demostró el poder de la autoridad y la obediencia sumisa a una ideología legitimadora y un apoyo social e institucional. Conceptos muy relevantes en la situación de la Venezuela actual. Ahora esto se comprueba por estudios neurológicos. Sobre el experimento de Zimbardo: http://psychology.about.com/od/classicpsychologystudies/a/stanford-prison-experiment.htm.
Saludos querida socia.
Irene Pérez Schael
Jeannette Diaz
Excelente artículo explicando amablemente vinculaciones complejas de aproximaciones teóricas y experimentales para acercarnos a entender lo que sucede en sociedades como la nuestra. Gracias.
Mirador Salud
Estimada Jeannette,
Gracias por su comentario.
Saludos,
Berdjouhi Tsouroukdissian
Ludwig padin
Excelente ,pero incompleto, ir mas alla sobre sus fuentes actuales ,los manejos de las elites para adoctrinar a traves del narcisismo un nacionalismo fascista oculto no se expone…