Aunque la incertidumbre es una sensación frecuente en los últimos tiempos, el perfil del destino de la humanidad puede esbozarse, al menos tentativamente y en términos poblacionales. Me explico: por ejemplo, cuántos somos y seremos en este mundo global. El más reciente prospecto de la población mundial o World Population Prospects 2022, publicado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ofrece una visión provocativa de lo que podríamos esperar durante el presente siglo. El hallazgo principal es que la población mundial alcanzará una cúspide de unos 10,4 mil millones de personas para la década de 2080, para estabilizarse en ese nivel hasta 2100. A corto plazo, unos 8 mil millones de personas poblarán el planeta para noviembre de 2022, y para 2050, esa cifra habrá ascendido a 9,7 mil millones de personas. A pesar de lo inconmensurable de estos números, intuimos un mensaje críptico en estos datos ya que la tasa de fertilidad promedio en todo el mundo ha estado descendiendo y es posible que se ubique de 2,5 hijos por mujer en la actualidad a 2,4 alrededor de 2030, y a aproximadamente 2,0 en 2100. Debido a ello, la tasa de crecimiento de las familias a nivel mundial ha caído por debajo del 1% por primera vez desde 1950 y pareciera que estamos en un período de transición demográfica que posiblemente para finales del siglo XXI se traducirá en un nuevo balance en el cual la “baja fertilidad” mantendrá los números bajo control.
Las conclusiones acerca de la salud a nivel global son contundentes:
A) Paralelo al aumento de la esperanza de vida a lo largo y ancho del globo, las desigualdades también crecen y de forma dramática. Concretamente, para 2019, la esperanza de vida en los países menos adelantados estuvo durante 7 años por debajo de la media mundial de 72,8 años (Venezuela ha perdido unos 2 años de esperanza de vida al nacer en los últimos 10 años, Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi). Asociado a esto, existe una denominada “desventaja masculina” en la esperanza de vida al nacer. Este valor puede llegar a ser de 7 años en América Latina y casi 3 años en Australia y Nueva Zelanda. Es decir que hombres viven 7 años menos que las mujeres en promedio.
B) Por otro lado, el número de personas mayores que viven en nuestras sociedades aumenta a pasos agigantados, en números absolutos y proporcionalmente. De hecho, el porcentaje de personas de 65 años o más se incrementará del 10 % en 2022 al 16 % para 2050. Las implicaciones en términos de salud y salud pública son claros y urgentes: La cobertura universal de salud será entonces fundamental para enfrentar el desafío de las sociedades que envejecen, y la atención social será esencial para proteger la autonomía y la dignidad de las personas mayores.
Estos son sólo estimados con base en lo que vivimos. Cualquier cambio en la “ecología mundial” podría modificar este estatus. Por ejemplo, un trabajo publicado en Lancet con datos del Instituto de Medición y Evaluación de la Salud sugiere que la población mundial alcanzará una pendiente decreciente para el año 2100, llegando a niveles de 8,8 mil millones de personas; hecho que difiere de lo anteriormente planteado. Sin embargo, incluso tomando en cuenta las diferentes conclusiones de los expertos, hay retos gigantescos, independientemente del número preciso de personas que habiten el mundo.
Finalmente, COVID-19 ha tenido múltiples efectos – agudos – en las poblaciones humanas, desde severas restricciones a la migración hasta fluctuaciones en el número de embarazos y nacimientos. La consecuencia directa es una caída fehaciente en la esperanza de vida de 72,8 años en 2019 a 71,0 años sólo en 2021. El control efectivo de la pandemia podría revertir estos números próximamente.
Aunado a esto, se esperan aumentos drásticos en la población en edad productiva en muchos países de África, Asia y América Latina. La consecuencia potencial sería una fase de rápido crecimiento económico posterior a los cambios en la estructura de edad de la población de un determinado país debido a una población joven dependiente más pequeña que la que está en edad de trabajar. La combinación de esta situación junto con el fortalecimiento de instituciones y políticas estables, sociedades civiles pacíficas e inversiones en salud y educación, podría resultar en un futuro prometedor en relación al crecimiento económico, siempre y cuando todas las variables de la ecuación se cumplan. Este dividendo promisorio pareciera no existir para Europa y América del Norte ya que algunas de estas economías desarrolladas están viendo sus poblaciones reducirse, a medida que las tasas de fertilidad cae como mencionamos anteriormente, tienen una menor «tasa de reemplazo», mientras que América Latina, Asia y África con el aumento de la población en edad de trabajar le otorga a estos países la oportunidad de beneficiarse del llamado «bono demográfico», que ocurre cuando la población en edad productiva es alta en comparación con el número de niños y de adultos mayores que dependen de los trabajadores o del estado para vivir. Como mencionamos este podría ser un punto clave para lograr «un salto en el desarrollo».
Vamos ahora a enfocarnos de nuevo en el COVID-19 como ejemplo para ilustrar nuestro próximo punto de discusión. Cada vez surgen más evidencias de que existen parientes cercanos del Sars-CoV-2 en animales. Esto obliga a reflexionar acerca de la relación existente entre la población humana y la crisis climática, tema superficialmente considerado en el informe de la ONU mencionado. El mismo, en conjunto con la bio-geografía de la humanidad y los cambios migratorios (inevitables durante las próximas décadas) transformarán los sistemas urbanos, alimentarios y de salud, especialmente porque las fuerzas que impulsan los movimientos migratorios son ineludibles y deben aceptarse y gestionarse, no descartarse ni resistirse, pero si acompañarse con el objetivo de que los impactos negativos de los mismos sean mínimos.
En conclusión, inmersos en este torbellino de retos e interconexiones, la necesidad de concientizar el rumbo de salud englobando múltiples elementos (desde su conceptualización a su implementación, lo más transparente posible) surge como necesidad imperiosa: el Enfoque Una Salud. Sin embargo, debemos enfatizar que el éxito de lo que se implemente a nivel global dependerá directamente de cómo se solventan las complicadas condiciones actuales del mundo en relación a la crisis política, financiera y alimentaria en la que estamos inmersos. Tomemos como ejemplo, el «efecto Ucrania» y las consecuencias que el mismo ha traído en múltiples aspectos.
Este artículo continuará en la Parte II en donde se explicará el Enfoque Una Salud, el cual será publicado en diciembre de 2022.
Alicia Ponte-Sucre
Agradecimientos: a María Eugenia Grillet y María Soledad Tapia por la lectura crítica de este artículo y sus muy acertados comentarios.
Sobre la autora:
Alicia Ponte-Sucre es profesora titular e investigadora, coordinadora del Laboratorio de Fisiología Molecular de la Cátedra de Fisiología del Instituto de Medicina Experimental (IME), perteneciente a la Escuela de Medicina Luis Razetti de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela (UCV), e investigadora visitante en la Universidad de Würzburg, Alemania (en alemán, Julius-Maximilians–Universität Würzburg). Es Miembro Correspondiente de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (ACFIMAN). Ex-presidenta de la Junta Directiva y Ex-coordinadora del Consejo Consultivo de la Asociación Cultural Humboldt. Miembro fundador y vicepresidenta de la Junta Directiva de la Fundación Universitaria Fundadiagnóstica y está incluida en: The World Who´s Who of Women, 1996, 1999; International Directory of Distinguished Leadership, 1997; Woman of the Year 1997, 2000, 2008; Outstanding People of the 20th Century, 1998; International Who’s Who of Professional and Business Women, 2001, 2003; Top 100 Educators, 2008, Who’s Who in Science and Engineering, 2011.
Un Comentario
Irene Pérez Schael
En este artículo, “Salud global y una salud”, escrito apropiadamente para los tiempos que corren por la Dra. Alicia Ponte-Sucre, a quién me permito felicitar con agradecimiento por su magnífica publicación, ha ocurrido una sincronicidad que deseo celebrar con Alicia. La publicación en MiradorSalud apareció en el aire, como diría un locutor de radio, el 15 de noviembre de 2022, fecha en la cual, según las Naciones Unidas, la población mundial alcanzó los 8000 millones de personas, como fue anunciado en dicho artículo. Este hito mundial debido a un crecimiento sin precedentes de la humanidad amerita un análisis de sus consecuencias en términos de salud pública y salud global que debe implicar compromiso, colaboración y empatía para enfrentar las consecuencias de este hito. En la Parte II de este artículo que aparecerá en diciembre se abordarán los caminos para salir airosos de la situación. MiradorSalud celebra con Alicia como lo hacen los alemanes: “GUT GETROFEN”.