La ciencia apunta a que seguir una dieta saludable y equilibrada puede desempeñar un papel importante en la prevención y el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer, de Parkinson y la esclerosis múltiple. De hecho, el Plan de Acción Global de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la respuesta de salud pública a la demencia recomienda una serie de medidas para reducir el riesgo de demencia, entre ellas, seguir una dieta equilibrada y saludable y aumentar la actividad física.
La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia y se caracteriza por la pérdida progresiva de la memoria y otras habilidades cognitivas. Pareciera que una dieta rica en frutas, hortalizas, cereales integrales, carnes magras y grasas saludables puede ayudar a prevenir el daño celular y reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
La enfermedad de Parkinson se caracteriza por la pérdida progresiva de las células nerviosas que producen dopamina, un neurotransmisor importante que ayuda a controlar el movimiento. Mientras que la esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmunitaria que afecta el sistema nervioso central. En cualquiera de los casos, la investigación ha demostrado que una dieta saludable puede prevenir el daño celular y reducir el riesgo de desarrollar estas enfermedades.
A continuación, abordamos los patrones dietéticos y nutrientes específicos que más se han estudiado en su relación con las enfermedades neurodegenerativas:
Patrones dietéticos asociados a la salud cerebral
Dieta mediterránea: este patrón alimentario se ha asociado con un menor riesgo de enfermedades cognitivas, incluyendo la enfermedad de Alzheimer. La dieta mediterránea se caracteriza por el consumo de frutas, hortalizas, legumbres, cereales integrales, pescado, frutos secos y aceite de oliva, y la limitación del consumo de carnes rojas, grasas saturadas y alimentos procesados. Con este patrón dietético se ha demostrado que disminuye el estrés oxidativo y por ende los niveles de inflamación, dicho efecto se debe, en parte, a la disminución de los niveles de IL-6, TNF-α, PCR y LDL.
Dieta Dash: es un patrón alimentario diseñado para ayudar a prevenir y controlar la hipertensión arterial. Se distingue por un consumo reducido de carnes rojas y procesadas, y un consumo elevado de frutas, verduras y granos integrales. En términos nutricionales, es rico en potasio, calcio, magnesio y fibra, y presenta niveles relativamente bajos de sodio y grasas saturadas.
En una revisión sistemática, se encontró que seguir un patrón de alimentación al estilo de la dieta mediterránea o dieta Dash, se mejora la función cognitiva en pacientes mayores de 45 años con diagnóstico de deterioro cognitivo leve. Además, los beneficios de la dieta parecieran incrementarse si se combina con ejercicio físico y estimulación cognitiva.
Dieta cetogénica: es un patrón dietético que se caracteriza por ser muy bajo en carbohidratos y alto en grasas y proteínas. El objetivo de esta dieta es llevar al cuerpo a un estado de cetosis, en el que utiliza las grasas como principal fuente de energía en lugar de los carbohidratos.
La cetosis provoca un aumento en los niveles de proteínas desacopladoras (UCP, Uncoupling Proteins) mitocondriales tanto en el cerebro como en el tejido adiposo marrón, lo que facilita el flujo de energía en la mitocondria y aumenta la producción de ATP. Se ha sugerido que los cuerpos cetónicos tienen un efecto antioxidante al aumentar los niveles de glutatión y manganeso superóxido dismutasa, ambas enzimas del sistema REDOX. Además, el BHB (beta-hidroxibutirato) actúa como señal en diferentes tejidos para coordinar la respuesta en periodos de ayuno o escasez e induce la expresión de genes que inhiben el estrés oxidativo y reduce la inflamación.
No hay evidencia científica sólida sobre el efecto de los cuerpos cetónicos sobre la neurogénesis, se ha observado una correlación entre el aumento en los niveles de cuerpos cetónicos y mejoras en la plasticidad sináptica. Además, se sabe que el BHB favorece la producción de BDNF (factor de crecimiento cerebral importante), que estimula y controla la neurogénesis. La deficiencia de este factor neurotrófico se ha asociado con enfermedades como la depresión o el Alzheimer.
Dieta MIND: La dieta MIND es una combinación de otras dos dietas sanas, de manera que es una alternativa buena para la salud. Los resultados de un estudio reciente demuestran que a medida que transcurre el tiempo, los ancianos que siguen la dieta MIND parecen sufrir menos deterioro cognitivo, tal como problemas de la memoria.
La dieta MIND incluye una variedad de alimentos propicios para el cerebro. La sigla inglesa MIND significa en español “intervención con las dietas mediterránea y DASH para retrasar la degeneración neuronal”. Por lo tanto, esta dieta incluye aspectos de la dieta mediterránea, así como de la dieta DASH, sigla inglesa que en español significa “enfoques alimentarios para detener la hipertensión”. La dieta mediterránea se compone de muchas frutas, verduras, aceite de oliva, legumbres, cereales integrales y pescado; la dieta DASH, por su parte, generalmente se recomienda a quienes necesitar reducir la presión arterial y pone énfasis en las verduras, las frutas y los productos lácteos con bajo contenido graso, junto con cantidades moderadas de cereales integrales, pescado, aves y frutos secos.
En síntesis, un patrón de alimentación saludable y equilibrado en general puede ser beneficioso para la salud del cerebro. Una dieta rica en frutas, hortalizas y cereales integrales puede proporcionar una amplia variedad de nutrientes y antioxidantes importantes para la salud del cerebro. Las proteínas magras, como las que se encuentran en el pollo, el pescado y las leguminosas, pueden ayudar a mantener la masa muscular y la fuerza, lo que puede ser importante para el cerebro a medida que envejecemos.
Nutrientes y compuestos específicos para prevenir enfermedades neurodegenerativas
Algunos suplementos nutricionales pueden ser beneficiosos para los pacientes con Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas.
Omega 3: Los ácidos grasos omega-3 también pueden tener un impacto positivo en la salud del cerebro. Los ácidos grasos omega-3 se encuentran en pescados grasos como el salmón, la caballa y la sardina, así como en las nueces y semillas como la linaza. Estos ácidos grasos pueden ayudar a proteger las células nerviosas y reducir la inflamación en el cerebro, reducir el envejecimiento cognitivo y el deterior de la memoria. Sin embargo, este efecto solo es demostrable en casos de demencia leve a moderada o cuando la disminución de la función cerebral aún está en curso en las primeras etapas de la enfermedad.
Vitamina E: La vitamina E es otro nutriente importante para la salud del cerebro. Esta vitamina es un antioxidante que se encuentra en frutos secos, semillas y aceites vegetales. Puede ayudar a proteger las células nerviosas del daño oxidativo y reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Se ha evidenciado que los niveles bajos en sangre de vitamina E se asocian a mayor riesgo de deterioro cognitivo cuando se compara con un grupo control (personas con niveles adecuados de vitamina E en sangre). Sin embargo, los estudios con suplementación de esta vitamina son discrepantes y los resultados tienen conclusiones débiles. Si bien los estudios prospectivos brindan evidencia limitada de los beneficios de la suplementación con vitamina E, sugieren que una ingesta alta de fuentes dietéticas puede conferir algún beneficio en la reducción del riesgo de desarrollar EA en comparación con aquellos con una ingesta más baja.
Los resultados controvertidos han dificultado establecer una dosis de suplementación, sin embargo, se puede sugerir llevar una alimentación equilibrada donde se incluyan diariamente alimentos fuente de vitamina E.
Vitaminas del complejo B: Se sabe que las vitaminas del complejo B guardan relación con la salud del cerebro. Especialmente se ha estudiado la implicación que tiene el Ácido fólico (vitamina B9) y la cobalamina (vitamina B12). Diversos ensayos clínicos han demostrado de forma consistente que la vitamina B12, ya sea en combinación con otros miembros de la familia de la vitamina B o por sí sola, tiene efectos beneficiosos en la función cognitiva, la inflamación y la atrofia cerebral en adultos mayores sin deterioro cognitivo o en pacientes con deterioro cognitivo leve. En los estudios que se han realizado en pacientes con enfermedad de Alzheimer, se ha observado que los niveles plasmáticos de vitamina B12 son más bajos en comparación con los controles sanos. Asimismo, se ha informado que la suplementación con vitaminas B mejora las funciones cognitivas en numerosos ensayos clínicos aleatorizados. En el caso del ácido fólico, la evidencia científica es contradictoria, estudios han detectado que los niveles plasmáticos bajos de folato se asocian con mayor riesgo de demencia y deterioro cognitivo en adultos mayores. Sin embargo, un metaanálisis de 2018 que evaluó múltiples estudios sobre la relación entre el folato y la función cognitiva no encontró una asociación consistente entre ambos.
Compuestos antioxidantes: Una dieta rica en antioxidantes también puede ser beneficiosa para la salud del cerebro. Los antioxidantes son compuestos que ayudan a proteger las células del cuerpo de los efectos dañinos de los radicales libres, que son moléculas inestables que pueden dañar las células y contribuir al envejecimiento y a diversas enfermedades. Los antioxidantes se encuentran en frutas y hortalizas de colores brillantes, así como en el té verde y el chocolate negro. Los estudios han demostrado que los antioxidantes pueden ayudar a proteger las células nerviosas de los efectos dañinos de los radicales libres y reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
Coenzima Q10: La coenzima Q10 tiene efectos beneficiosos en el organismo ya que previene la peroxidación lipídica, estabiliza las membranas celulares y regenera la vitamina E. Además, se ha comprobado que la CoQ10 protege contra la neurotoxicidad inducida por el amiloide β y mejora la plasticidad sináptica. Por tanto, es importante incluir en la dieta fuentes alimentarias de Q10, tales como aceite de canola, carne de res, hígado, atún, arenque, trucha y pollo. La CoQ10 también se encuentra en menor cantidad la coliflor, los guisantes y el yogur. En caso de una ingesta dietética insuficiente, se debe considerar la suplementación de CoQ10. Además, diversas investigaciones han demostrado que las vitaminas B, como la B2, B6, B12, el ácido fólico y el ácido pantoténico, mejoran la biosíntesis de la coenzima Q10.
Probióticos: Se ha comprobado que los pacientes que padecen enfermedad de Alzheimer presentan una microbiota intestinal desequilibrada que induce un estado inflamatorio y afecta la función cognitiva, aumentando así el riesgo de neurodegeneración. Por consiguiente, la suplementación con probióticos puede resultar beneficiosa al mejorar las irregularidades metabólicas, reducir la inflamación y el estrés oxidativo, y mejorar la función cognitiva. No obstante, los efectos beneficiosos de los probióticos dependen de la formulación y dosis de la bacteria probiótica, la gravedad de la enfermedad y el momento en que se administren. Por otro lado, una deficiencia de ciertos nutrientes, como los ácidos grasos poliinsaturados omega-3, disminuye la resistencia del sistema nervioso central a la neurotoxicidad producida por la disbiosis intestinal. Por lo tanto, además de corregir la disbiosis con probióticos y prebióticos, es necesario corregir la deficiencia de nutrientes que interactúan con la microbiota.
Además de estos nutrientes el estado de hidratación es clave para la salud cerebral. La deshidratación puede empeorar los síntomas cognitivos y conductuales de la enfermedad de Alzheimer, por lo que es importante asegurarse de que los pacientes estén adecuadamente hidratados.
Controlar el peso y la ingesta calórica: Mantener un peso saludable y una ingesta calórica adecuada puede ayudar a prevenir la aparición de enfermedades crónicas, como la diabetes y la obesidad, que pueden contribuir a la progresión de la enfermedad de Alzheimer.
Por otro lado, se ha sugerido limitar los factores promotores del envejecimiento y del deterioro cognitivo entre los que se encuentran: los alimentos procesados y azúcares refinados ya que pueden contribuir a la inflamación crónica, que se ha relacionado con el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson. El alcohol también puede tener un impacto negativo en la salud del cerebro. El consumo excesivo de alcohol puede dañar las células nerviosas y aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas. Se recomienda limitar el consumo de alcohol a no más de una bebida al día para las mujeres y dos bebidas al día para los hombres.
En resumen, la nutrición desempeña un papel importante en la prevención y el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y la esclerosis múltiple. Una dieta saludable y equilibrada que incluya una variedad de frutas, verduras, cereales integrales, proteínas magras y grasas saludables puede proporcionar los nutrientes y antioxidantes necesarios para mantener la salud del cerebro. Es importante destacar que la nutrición es solo una parte de un enfoque integral para prevenir y tratar las enfermedades neurodegenerativas. Otros factores importantes incluyen el ejercicio regular, el sueño adecuado y la reducción del estrés. El ejercicio regular puede ayudar a mejorar la circulación sanguínea y la función cerebral, mientras que el sueño adecuado es importante para el proceso de consolidación de la memoria y la reparación celular. La reducción del estrés puede ayudar a reducir la inflamación en el cuerpo y mejorar la salud en general.
Claret Mata y Pablo Hernández
Sobre los autores
La profesora Claret Mata es Licenciada en Nutrición y Dietética de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Magister en Nutrición (USB). Profesora de Evaluación Nutricional en la Escuela de Nutrición y Dietética de la UCV y Profesora invitada del postgrado de Nutrición Clínica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la UCV. Miembro de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición y miembro institucional de la Fundación Celíaca de Venezuela.
El profesor Pablo Hernández es Licenciado en Nutrición y Dietética de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Magister en Nutrición (USB), Especialista en Análisis de Datos en Ciencias Sociales. Profesor de Nutrición Humana en la Escuela de Nutrición y Dietética de la UCV. Profesor del Diplomado de Educación en Diabetes Terapéutica (UCV). Representante de Venezuela ante la International Affiliate of Academy of Nutrition & Dietetics (IAAND). Miembro del Observatorio Venezolano de Salud (OVS), de la Fundación “5 al día” Venezuela, de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición, y de la Fundación Bengoa para la Alimentación y la Nutrición.