Cuando una tarea o trabajo requiere algo de imaginación, caminar tanto al aire libre como en la oficina podría generarle un flujo de ideas creativas y originales que probablemente no lograría producir si permaneciera sentado frente a su escritorio.
Así lo señala un estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford en California, EE.UU., publicado en el Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory and Cognition, en abril de 2014.
Muchos escritores, artistas, músicos, filósofos y científicos han hecho comentarios anecdóticos que afirman que sus mejores ideas han sido creadas mientras caminaban.
El filósofo Friedrich Nietzsche escribió: “Todos los pensamientos realmente importantes son concebidos al caminar”.
Ludwig van Beethoven solía realizar largas caminatas en los valles de los bosques de Viena. Usualmente, lo hacía después del almuerzo y siempre llevaba en su bolsillo papel y lápiz para anotar las creaciones musicales casuales que surgían de su mente. Él le daba una gran importancia a ese tiempo programado y estratégico que invertía en crear, incubar, reflexionar y evaluar sus ideas.
Gustav Mahler, compositor y director de orquesta bohemio-austriaco, cuyas composiciones han sido consideradas entre las más importantes del postromanticismo, al igual que Beethoven, solía realizar largos paseos después del almuerzo y anotaba en su libreta sus ideas.
Por otra parte, Edward Benjamin Britten, compositor, director de orquesta y pianista británico, decía que durante sus paseos vespertinos planeaba lo que iba a escribir posteriormente en su escritorio.
Escritores como Henry James y Thomas Mann solían caminar antes de comenzar su trabajo literario.
Igualmente, en el mundo de la tecnología y la informática podemos citar un par de ejemplos notables: Steve Jobs, co-fundador de Apple realizaba algunas de sus reuniones de trabajo mientras caminaba y Mark Zuckerberg, co-fundador de Facebook, también se le ha visto hacer lo mismo.
Experimentos que confirman anécdotas
Los autores del estudio que nos ocupa decidieron someter a una investigación rigurosa esas observaciones y referencias anecdóticas.
Estudios previos han demostrado que el desempeño en las pruebas de memoria y función ejecutiva (capacidad de tomar decisiones y organizar pensamientos) mejora después de realizar ejercicio aeróbico como correr durante 30 minutos.
Sin embargo, poco se ha investigado sobre el efecto que tiene la actividad física de baja intensidad, no aeróbica, en la estimulación y generación de ideas creativas.
Los autores del estudio que nos ocupa señalan que “pedirle a alguien que corra durante 30 minutos para aumentar su creatividad en el trabajo sería una medida impopular para muchas personas”. Por lo tanto, decidieron evaluar el efecto de un simple paseo (caminar a un paso cómodo), que es un ejercicio no aeróbico, en la estimulación del pensamiento creativo.
Caminar versus permanecer sentado
El estudio involucró 176 voluntarios, la mayoría estudiantes universitarios. Para estimar su capacidad de generar ideas creativas, los investigadores evaluaron el “pensamiento divergente” mediante pruebas de creatividad, las cuales permitieron examinar la capacidad de los participantes de sugerir en cuatro minutos usos alternativos de tres objetos comunes como, por ejemplo, un botón. Una idea creativa y diferente al uso habitual que se le da a este objeto (botón) podría ser el de manilla de la puerta de una casa de muñecas.
Los investigadores consideraron una respuesta como creativa siempre y cuando esta fuera apropiada, por ejemplo: un botón no puede utilizarse como una bombilla de luz, pero sí puede usarse como el ojo de una muñeca. Además, la idea se calificaba como original, si ningún otro participante del estudio la había sugerido.
En el primer experimento los estudiantes realizaron la prueba de creatividad durante un lapso de cuatro minutos, primero mientras permanecían sentados frente a un escritorio en una habitación pequeña, simple y sin distracciones y posteriormente realizaron otra prueba en la misma habitación, pero esta vez mientras caminaban en la cinta de correr o caminadora (treadmill), a un paso cómodo que ellos seleccionaron.
Es importante resaltar que la actividad física que realizaban los participantes durante las pruebas de creatividad no tenía la intensidad de un ejercicio aeróbico.
Los investigadores observaron que 81% de los estudiantes mejoró sustancialmente su producción creativa al caminar. La mayoría eran capaces de generar 60% más usos para un determinado objeto y las ideas eran novedosas y apropiadas.
Otro de los experimentos se realizó al aire libre. Mientras los estudiantes caminaban en los agradables y frondosos parajes del campus de la Universidad de Stanford demostraron ser más creativos que cuando presentaron las pruebas de creatividad mientras estaban sentados tanto al aire libre como en la habitación.
Curiosamente, el flujo de ideas creativas que generaron los estudiantes que caminaron en el campus no fue mayor que la cantidad de pensamientos novedosos y originales que ellos mismos produjeron en otra sesión, mientras caminaban en la cinta de correr ubicada frente a una pared blanca.
Al parecer es el acto de caminar lo que importa y no el ambiente, cuando se trata de estimular la creatividad.
Sin embargo, un estudio publicado en la revista PLoS ONE, en 2012, por un equipo de investigadores de la Universidad de Utah, encontró que apartar tiempo para desconectarse de la rutina cotidiana y entrar en contacto con la naturaleza podría también ayudar a impulsar la creatividad.
En otro experimento, los investigadores encontraron que el efecto que produce el caminar en la generación de ideas creativas puede persistir por un período de tiempo. Los estudiantes que presentaron una prueba de creatividad mientras caminaban y posteriormente otra mientras permanecían sentados, demostraron que el impulso creativo se mantenía.
Por otra parte, para evaluar las capacidades cognitivas relacionadas con el pensamiento enfocado o convergente, el cual se relaciona con respuestas concretas y correctas, a los voluntarios les nombraron tres palabras y se les pidió que pensaran en otra que combinara con las anteriores, para construir una frase coherente. Por ejemplo, la respuesta correcta para las palabras “suizo”, “pastel”, y “casa de campo” sería “queso”.
En esta prueba los estudiantes que caminaron se desempeñaron algo peor, que aquellos que permanecieron sentados durante el experimento.
Estos hallazgos les permitieron a los investigadores concluir que el pensamiento creativo o divergente es el que más se estimula durante esas caminatas que, por cierto, no tienen la intensidad de un ejercicio aeróbico.
Caminar podría relajar mecanismos de censura y estimular la creatividad
Los mecanismos subyacentes mediante los cuales el caminar influye en los diversos procesos mentales relacionados con la creatividad no han sido dilucidados. El efecto observado en el presente estudio es agudo, muy diferente a los cambios fisiológicos que el ejercicio puede producir a largo plazo en el cerebro.
Es posible que caminar mejore el estado de ánimo. Por otra parte, es plausible que los procesos mentales encargados de la censura que filtran los pensamientos, imágenes, recuerdos y estímulos del mundo exterior se relajen durante la actividad física y esto permita que ideas más novedosas y originales entren a la conciencia.
Los investigadores señalan que “el ejercicio físico posiblemente entrena el cerebro para que este sea más flexible en la búsqueda de soluciones creativas”.
Uno de los objetivos de futuras investigaciones sería determinar si otras formas de actividad física moderada estimulan la creatividad.
Los hallazgos de este estudio aportan una razón más para integrar el ejercicio en la rutina cotidiana. Si siguiéramos estas recomendaciones, seríamos más saludables y tal vez más innovadores.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian