En 1990, mi profesora Paulina Dehollain, fallecida, y mi persona publicamos un libro llamado “Venezuela desnutrida hacia el 2000”, editado por Alfadil Ediciones que, por cierto, incluía en la portada, un dibujo de una madre y su hijo, del gran artista y amigo, Edgar Sánchez.
En ese momento, tres décadas atrás, sentíamos una honda preocupación y angustia por lo que sucedía en el país. La desnutrición y muchas carencias en distintos ámbitos de la vida, que se retroalimentaban entre sí, comenzaron a surgir hasta convertirse en una situación alarmante. Estos factores, todos asociados a la desnutrición, constituyen las condiciones de la población (educación, familia, salud e ingreso), así como el abastecimiento, consumo y aprovechamiento biológico de los alimentos. Cada uno descrito y acompañado por datos que lo sustentan, donde como mencionamos ya se vislumbraba el país que desembocó en la tragedia que vivimos los venezolanos, en la actualidad. El nombre del libro era una advertencia.
En este artículo recordamos parte de ese pasado porque, en parte, explica cómo llegamos a la situación actual de miseria nutricional, económica y cognitiva. El libro contiene la sistematización y evaluación del comportamiento de los indicadores de salud, educación, alimentación y nutrición de la población venezolana durante el siglo pasado.
Es menester llamar la atención de los títulos de cada capítulo que fueron seleccionados con gran sutileza y retratan extraordinariamente bien el contenido de cada uno.
El libro comienza así,
“Había una vez un país rico…”
“Alimentación, nutrición y salud son expresiones nítidas del contexto socio-económico, político y cultural, constituyendo referencias fehacientes del entorno institucional en que se enmarcan; de esta manera, alimentación y nutrición son indisociables de los procesos históricos de los pueblos”.
En el libro, se dividió la historia venezolana del siglo XX en tres etapas: pre-petrolera (1900-1920), petrolera (1930-1970) y la transición económica (1980 en adelante).
Venezuela pasó, en las primeras 8 décadas del siglo pasado, de una miseria generalizada con 75% de población analfabeta y una esperanza de vida al nacer de 34 años a un país que presentaba un proceso pronunciado de urbanización, crecimiento económico y significativos cambios sociales. A comienzos de la década de 1980, los venezolanos habían recibido diez veces más que sus antepasados de a principios de siglo. La calidad de vida había progresado sustancialmente en términos económicos, nutricionales y sociales y el patrón de enfermedades pasó a ser análogo al de los países desarrollados.
Sin embargo, según las autoras, este éxito logrado se circunscribió a resultados puramente cuantitativos más no cualitativos a causa de políticas coyunturales e inadecuadas que no permitieron que los logros perduraron en el tiempo. Este desajuste comenzó en la época de la transición económica, cuando la situación económica mundial transitaba por condiciones adversas y los ingresos habían descendidos de 10 a 15% en los países en desarrollo. Venezuela no escapó de este escenario y a partir de 1983, cuando se devaluó el bolívar en un viernes negro, emergió la Venezuela Mayamera ya que era más barato importar que producir.
Caímos entonces en un declive económico que fue potenciado en las primeras dos décadas del nuevo milenio, llegando a su clímax en los momentos actuales. Agrego: “fuimos ricos y no lo pensábamos”
“¿No comemos porque somos pobres o somos pobres porque no comemos?”
Tremenda pregunta…la respuesta no es sencilla puesto que el fenómeno de la desnutrición es complejo e inherente al contexto social, económico y político. ¡Es un problema multifactorial!
Para las autoras, el estado nutricional de la población está ligado al sistema alimentario (abastecimiento, demanda-consumo y aprovechamiento biológicos de los alimentos) que a su vez es consecuencia de factores sociodemográficos y económicos.
“El mejor espectáculo de un país es su gente”
La composición de los habitantes de un país está ligada a su desarrollo ya que la presión demográfica, responsable de la demanda e impacto en el consumo, dependerá de las condiciones de su población. La adecuada evolución de la población se manifestó en la disminución de la población dependiente en 20%, en el descenso de la fecundidad de 6,7 a 3,3 hijos por mujer y en un proceso acelerado de urbanización como consecuencia del descubrimiento, explotación y comercialización del petróleo, el cual favoreció marcadamente el ingreso, infraestructura y educación, pero que fue no fue tan favorable para la producción agrícola. Por otro lado, la acelerada urbanización sin una planificación eficiente trajo como consecuencia la proliferación de barrios marginales sin la debida asignación de recursos para desarrollar una infraestructura adecuada y acorde con el aumento de la migración a los centros urbanos.
¡…O cómo se derrumba la leyenda de la abundancia!
Para la década de los años 80, la educación ciertamente había evolucionado ya que la tasa de analfabetismo se redujo del 75% al 12%, el total de alumnos y docentes aumentó tres y cuatro veces cada uno, amén de que la educación superior fue muy privilegiada al aumentar su matrícula treces veces y el número de docentes nueve veces. Todo esto ocurrió durante un poco más de 20 años… todo esto fue producto de la era petrolera.
Sin embargo, a finales de esta década, este proceso se había detenido ya que el analfabetismo se mantuvo en 12%, particularmente en las zonas más depauperadas. Este proceso ascendente en la educación se debió a la inversión de recursos en cantidad más no en calidad, lo que derivó en el deterioro de la escolaridad y de la brecha educacional entre los distintos estratos sociales. Se reitera que el ausentismo, deserción y repitencia están relacionados con la desnutrición.
“El imperio de la improvisación”
La salud y nutrición están asociados a la genética y al ambiente, componentes que se refuerzan entre sí. Los factores ambientales, negativos o positivos, durante el embarazo y, primordialmente, en el primer año de vida, explican el normal crecimiento de un niño. Es así que las condiciones de pobreza, mala calidad de vida, privación psico-social y una alimentación deficiente, entre otras, condicionarán la salud y el deterioro del crecimiento del niño que posiblemente finalizará en algún grado de desnutrición, hecho que representa la punta del iceberg de una problemática estructural que podría alcanzar niveles considerables, como en efecto sucedió.
Dehollain y Pérez Schael, desglosaron la salud en sus distintos componentes y llegaron a la siguiente conclusión: la salud evidenciada en la mortalidad (general e infantil), morbilidad y esperanza de vida al nacer mostró grandes avances; sin embargo, estos indicadores no fueron cónsonos con los altos ingresos y del PIB durante esos cincuenta años de bonanza petrolera.
La mortalidad disminuyó y el orden de sus causas cambió, transitando de las enfermedades infecciosas asociadas al ambiente a las crónicas vinculadas al desarrollo. Igualmente, la mortalidad por deficiencias nutricionales disminuyó hasta 1985, si bien regresó a sus valores previos en los dos años subsiguientes. La morbilidad mostró que enfermedades que habían sido controladas como la gastroenteritis y el paludismo volvieron a aparecer en la etapa de la transición. El déficit nutricional cayó a 14,7% en 1984, pero subió a 16,5% en 1985. La desnutrición grave (5,5%), en una muestra hospitalaria entre octubre (1989) y abril (1990), comenzó a mostrarse, lo que indica que la afectación económica de los venezolanos era de una magnitud preocupante. La esperanza de vida pasó de 42,3 años en 1941 a 69,7 en 1988. La tendencia secular, un indicador de salud global y calidad de vida de una población, fue positiva, es decir que los venezolanos aumentaron la talla, hasta 1976. Un estudio posterior mostró la ausencia de una tendencia secular en lactantes y preescolares en 1988.
A pesar de una inversión considerable en el sector, las políticas implementadas y sus variadas instituciones han sido inoperantes e impiden una efectiva prestación de salud. La infraestructura cuantitativamente ha sido adecuada como se observa en la proporción de médicos y enfermeras por mil habitantes (1,5 y 1,91) similar a cifras de los países desarrollados. Por lo demás, las camas hospitalarias eran 3,5 en 1960 y pasaron a 2,5 por mil habitantes en 1988. El 24% del total de hospitales (545) se ubicaban en el Distrito Federal y el 57% eran privados, situación que refleja una ausencia de organización en las instituciones y en las políticas de salud observadas.
En el libro se mencionan algunos de los problemas que presentaron las políticas de salud como la centralización del poder, atención médica enfocada a lo curativo en desmedro de lo preventivo, ausencia de investigación epidemiológica, crisis de recursos y equipos en los hospitales, heterogeneidad y ausencia de conexión entre los organismos prestadores de salud, instrumentación deficiente, ausencia de evaluación de los programas y estrategias y presupuestos deficientes para el sector.
“El baile de los reales que es el de los fuertes”
El ingreso ha sido determinante en el progreso económico y social en Venezuela, sin embargo, esto ha sido notable en cantidad más no en la calidad. En la etapa de la transición económica se acentuaron las diferencias de la distribución del ingreso nacional.
“Del puerto de La Guaira a la mesa venezolana”
La disponibilidad alimentaria experimentó una reducción a partir de 1978 y afectó la adecuación de energía y nutrientes y la seguridad alimentaria. Por otro lado, el sector agropecuario se vio positivamente afectado debido a los altos ingresos petroleros, pero el ritmo de crecimiento del sector no se mantuvo a causa de fallas en la estrategia agroalimentaria y de políticas, de la diversidad institucional existente, un proteccionismo agroindustrial indiscriminado, la baja rentabilidad para el productor que asume los mayores riesgos respecto a la agroindustria, entre otros factores.
“La historia de cómo un país quedó atrás”
La deuda internacional y la recesión económica en la década de los años 80 afectaron con crudeza a los más pobres y aún más a los niños. La pobreza, miseria y desnutrición para ese momento en Venezuela, señalan las autoras, “remiten a claros intereses económicos, a inadecuadas condiciones socio-políticas, al vertiginoso desarrollo tecnológico desigual y, en forma capital, a las políticas con que estos problemas se aborden”.
Finaliza “Venezuela desnutrida hacia el 2000” con “La única esperanza es la pequeña contribución que cada venezolano puede hacer al reclutar cada vez más adeptos en la toma de conciencia y el rescate de viejos valores: la excelencia, meritocracia, creatividad y calidad que existieron en el pasado y que fueron sustituidos por la abundancia, el facilismo y el demagógico populismo e igualitarismo social”.
Situación actual
La Venezuela del siglo pasado en vías de una decadencia ha sido superada estrepitosamente en forma muy destructiva en el presente. Para una confirmación de lo expresado, se debe escuchar la reciente entrevista – “Venezuela exporta su hambre” – realizada a Susana Raffalli, una luchadora impecable contra la desnutrición
En Venezuela, la marginalidad ha crecido vertiginosamente durante este milenio. Al menos a la mano de los venezolanos, no existe riqueza, ni salud, ni bienestar mental, ni justicia, ni libertad en su más amplio sentido, todo lo cual se agravó durante la pandemia. En el presente, se estima, según los ingresos, una pobreza de 96 %, una inseguridad alimentaria que abarca el 97% de la población y se observa en niños menores de 5 años, 35% y 17,3% de desnutrición crónica, cuyos efectos se observan en el largo plazo y aguda, respectivamente. Cifras muy lamentables.
Es importante señalar que el crecimiento económico es indispensable para reducir la pobreza, como ocurrió en el siglo pasado y durante los años de bonanza petrolera en el gobierno de Chávez, pero no es suficiente para disminuir la desnutrición ni mucho menos, como se demuestra en el libro, para aumentar la calidad de vida y el bienestar social. Esta reflexión vislumbrada tres décadas atrás, ha sido corroborada en un estudio que reafirma que “la inversión en políticas de salud es un requisito indispensable para que el crecimiento económico pueda impactar a los más pobres”.
Sin planificación ni políticas adecuadas, los éxitos logrados con un alto ingreso no se mantienen en el futuro. Una política de salud adecuada tiene un efecto doble porque incide en la salud y en el desarrollo del país.
¡Es importantísimo y necesario reflexionar en este sentido!
Nota: Un análisis político de la Venezuela del siglo XX fue extraordinariamente presentado en el artículo “Crisis y transformación del sistema político venezolano: nuevas y viejas reglas de juego” (1996) en donde fue citado este libro. La autora es Miriam Kornblith, venezolana, socióloga, politóloga y, al presente, Directora Senior del Programa de América Latina y del Caribe de la Fundación Nacional por la Democracia con sede en Washington, DC.
Los datos actuales aparecen en los artículos relativos al tema publicados en MiradorSalud.
Irene Pérez Schael
5 Comentarios
Coromoto Tomei
Excelente libro con un contenido que podría decirse premonitorio de la situación nutricional actual.
Se refleja la Transición Alimentaria y Nutricional con el peso de la Doble Carga Nutricional por la coexistencia de las altas prevalencias de malnutrición por déficit y por exceso.
Lirio
Hemos sido un País rico ?? .. Cuando los recursos de un país como Venezuela no han sido aprovechados para darle de comer a un pueblo no hay razón valedera que lo justifique . Un país que exhibe la miseria y la exporta nunca ha sido rico . La verdadera riqueza se encuentra en la mente y en el espíritu de cada ciudadano y de sus gobernantes . Mientras no se alimente la mente y se siga fomentando la dependencia a través del populismo , nunca el hambre podrá saciarse .
Carolina Pérez
Muy buen artículo , y nunca hemos sido ricos , el sistema político no lo permitió
Mirador Salud
Gracias querida prima, es importante que lo difundas tanto como puedas.
Cariños
Irene
Irene Pérez Schael
La gran Susana Raffalli, vehemente defensora de los niños y apasionada trabajadora para aliviar el problema de la desnutrición en nuestros niños venezolanos escribió un twitter sobre este artículo. Me siento honrada con sus palabras por su valía personal.
El twitter dice así: “Volví con vértigo a estas líneas de @MiradorSalud en las que @Iperezschael se revisita a sí misma en este libro, el primero que devoré como estudiante para entender la desnutrición en Venezuela. 30 años hace de eso. Qué triste estoy”.
Aquí el enlace:
https://twitter.com/susanaraffalli/status/1327659160687796226?s=08
Gracias, gracias, gracias querida Susana