En las publicaciones revisadas sobre el proceso de la creatividad, predominan las propuestas de ejercicios, prácticas o rutinas para desarrollar las habilidades del pensamiento creativo. Sin embargo, este aspecto es solo la tercera parte de lo que en realidad necesitamos para ser más creativos. En nuestro artículo de marzo nos referimos a la tríada de componentes de la creatividad según Teresa Amabile: conocimiento, motivación y habilidades del pensamiento creativo.
Para poder crear o innovar exitosamente debemos tener conocimientos sobre el campo donde estamos trabajando. También requerimos estar motivados, aunque son distintos los efectos de la motivación interna y la externa. Según las investigaciones de Amabile es la motivación interna la que nos brinda mejores resultados a largo plazo. Es la que nos hace desear y entusiasmarnos no sólo con el proyecto, sino con el proceso de llevarlo a cabo. Al contrario, la motivación externa en forma de recompensas como dinero y reconocimiento de otros, solo funciona como aliciente por un tiempo limitado. Las habilidades del pensamiento creativo incluyen aquellas conductas que nos ayudan a pensar fuera de nuestros hábitos usuales y que estimulan la generación de nuevas ideas.
Pareciera sencillo entonces que para ser más creativo basta con tener suficiente conocimiento del tema, estar motivado internamente por lo que queremos hacer y desarrollar habilidades del pensamiento creativo. Sin embargo, existen ingredientes importantes no evidenciados dentro de esa tríada de componentes.
Posteriormente al planteamiento de Amabile en la década de los años 80, se han destacado otros factores contribuyentes a una mayor creatividad. Entre ellos, el papel del ambiente donde la persona interactúa y sus condiciones psicológicas. En la investigación doctoral que realicé sobre el estímulo de la creatividad en estudiantes de arquitectura encontré que las condiciones psicológicas del estudiante era un sustrato de gran impacto en su proceso de enseñanza-aprendizaje en los talleres de diseño.
Estas condiciones provienen de diferentes fuentes: de la tendencia psicológica de la persona, de su entorno familiar y socio-cultural y del género. En este estudio, se comprobó la influencia de la cultura académica de la escuela de arquitectura y de la actitud de los profesores ante las diferencias emocionales con las que responde cada estudiante en su proceso creativo.
Dentro de la actitud psicológica ante las actividades creativas pude precisar además una condición clave que marcaba la diferencia entre los estudiantes exitosos, los que cojeaban en el proceso o quienes de plano fracasaban en él. Se trata de su empoderamiento, o de su convicción de poder ser creativos y de ser capaces de manejar la incertidumbre al aprender a diseñar. Según los hermanos Kelley, se trata de que logren adquirir confianza creativa.
Superando obstáculos para ser más creativos
En mi trabajo de coaching, una cliente que requería resolver un problema importante me confesaba que se sentía con baja energía, sin motivación para avanzar con el primer paso. No se sentía capaz de enfrentarse a ese desafío, percibido desproporcionadamente grande en relación a los pocos recursos que tenía para solucionarlo. Su futuro lo veía color de hormiga. Le parecía haber llegado al final de un túnel sin salida.
¿Alguno de ustedes ha experimentado una situación similar?
Explorando juntas lo que le sucedía descubrimos qué bajo su falta de entusiasmo, deseo o determinación para acometer el reto entre manos, esta cliente se sentía sin poder, incapaz de actuar para resolver su problema. Pudo reconocer también que, aunque ciertamente le hacía falta mejorar ciertas capacidades, su experiencia acumulada y las habilidades que poseía eran fortalezas que la podían ayudar.
Durante unos meses trabajamos pacientemente para ir develando lo que realmente le sucedía internamente con prácticas que la ayudaran a cuidarse integralmente. Al mismo tiempo se planificaron y priorizaron pequeñas tareas que le permitieran activarse productivamente para solucionar su problema. Lentamente fue adquiriendo confianza en su capacidad de logro y afirmando su determinación para actuar. Pudo comprobar cómo, en un nivel más profundo, esas pequeñas acciones la estaban apoyando para realizar el cambio de consciencia que estaba experimentando.
En este punto del proceso, esa cliente constató que se le había levantado el velo gris de dudas y pesimismo que la cubría y se sentía capaz, no sólo de enfrentar la situación que la tenía paralizada, sino de pensar en alternativas novedosas para evolucionar en su vida. Reportaba qué al ampliar su perspectiva de la situación, sentía activada su energía. Pudimos apreciar que su expectativa de éxito la había llenado de ánimo y audacia para asumir riesgos creativos. Internamente estaba convencida de que todos los intentos que hiciera – fallidos o exitosos – valían la pena, porque ahora tenía la confianza de poder seguir generando nuevas opciones.
En varios estudiantes, observé un proceso similar. Al sentir que eran capaces de resolver pequeños ejercicios, sus temores e incertidumbre disminuían y se entusiasmaban por atacar problemas más complejos en su proceso de aprender a diseñar diseñando. Su empoderamiento y motivación intrínseca les estimulaban momentos de fluir creativo, al confluir su creciente interés por ir resolviendo los escollos inherentes al proceso de diseño, lo cual redundaba en soluciones más creativas y mayor disfrute del proceso.
Tanto con la cliente mencionada como con estos estudiantes, el ciclo positivo hacia la confianza creativa que pudieron generar, les permitió desarrollar también una mayor resiliencia ante los fracasos o retrocesos naturales que suceden en cualquier actividad. En mi trabajo de coaching sucede con frecuencia que un cliente al tener éxito con el tema que deseaba resolver o avanzar, se atreve a abordar otro tópico más retador o conflictivo. En ambos casos pudieron expandir el horizonte de lo que pensaban que eran sus posibilidades de acción, creciendo en confianza y competencia para aceptar retos mayores.
Lo interesante de estos procesos es que pueden contagiarse, expandiéndose socialmente. Tal como sucedió con el exitoso eslogan de la campaña presidencial de Obama «Sí podemos», que ayudó a concentrar voluntades para llevar a la presidencia a un candidato con grandes desventajas de partida.
Tengamos presente que estas son habilidades y cualidades que pueden desarrollarse siempre, no importa la edad que se tenga y que pueden expandirse a las personas con quienes te relacionas y más allá.
Puedes hacerlo y te lo mereces.
Fotografía: Leo Arroyo
Jeannette Díaz
Nota sobre la autora:
Jeannette Díaz es Doctora en Educación de la Universidad de Massachusetts, Amherst, Profesora Titular Jubilada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Durante sus 28 años como docente, Coordinadora Académica y Coordinadora de Investigación disfrutó siendo mentora y coach de estudiantes y profesores apoyándolos en el desarrollo de sus habilidades creativas y progreso en sus carreras docentes. Formalizó esta área de interés cursando estudios y obteniendo la Certificación como Integral Master Coach® de Integral Coaching Canada. Es miembro de la Federación Internacional de Coaches en el nivel Profesional (PCC). Actualmente trabaja como coach, ayudando a sus clientes en el logro de transiciones exitosas en el ámbito personal o profesional. Página web de Jeannette Díaz