Los insectos comestibles son parte de la dieta tradicional en muchos países y regiones del mundo, y que están ganando popularidad como una opción alimentaria sostenible y saludable.
Los insectos se pueden consumir de diversas formas, fritos, asados, encurtidos o en forma de harina, esta última se puede utilizar para hacer pan, galletas, pasta y otros alimentos procesados.
Desde el punto de vista nutricional, los insectos comestibles son ricos en proteínas de alta calidad y contienen todos los aminoácidos esenciales, vitaminas y minerales como hierro, calcio, zinc y vitaminas B, y se ha sugerido que tienen compuestos bioactivos beneficiosos para la salud. Además, su producción requiere menos agua y alimento que la producción de carne convencional.
¿Qué países tienen una cultura de consumo de insectos?
Algunos de los países que tienen dentro de su cultura culinaria los insectos son:
- México: en este país se consumen varios tipos de insectos, como los chapulines (grillos), los escamoles (huevos de hormiga), los jumiles (chinches), las chicatanas (hormigas) y las larvas del gusano de maguey.
- Tailandia: los insectos son una parte común de la dieta tailandesa, y se pueden encontrar en los mercados y puestos de comida callejera. Los insectos más populares son los grillos, saltamontes, escarabajos y larvas.
- China: en algunas regiones de China se consumen grillos, gusanos de seda, escarabajos y otros insectos, especialmente durante festividades y celebraciones.
- África: en muchos países africanos se consumen insectos, como las termitas, los saltamontes y las orugas. En algunos casos, los insectos se consideran un manjar y se reservan para ocasiones especiales.
- Australia: los aborígenes australianos han consumido insectos durante miles de años, y todavía se pueden encontrar en algunos menús de restaurantes australianos platos que incluyen gusanos de madera, grillos y hormigas.
Además de estos países, los insectos comestibles también son consumidos en otros lugares de América Latina, Asia y África, así como en algunos países de Europa y América del Norte.
Cómo vemos, los insectos más utilizados para el consumo humano son los grillos, los cuales se pueden consumir enteros o en harina; las hormigas; los escamoles, que son larvas de hormigas y tienen un sabor similar al de la mantequilla; los gusanos de seda, que pueden comerse cocidos o fritos; los chapulines, son saltamontes tostados y sazonados y larvas de escarabajo, las cuales son conocidas como «palomitas de maíz de insectos», se pueden comer fritas o asadas. Recientemente, el Programa de Insectos Comestibles de la FAO también analiza las posibilidades que brindan los arácnidos (como arañas y escorpiones).
Es importante recordar que no todos los insectos son seguros para el consumo humano, y que es necesario certificar que los insectos se hayan criado y preparado de manera segura, inocua e higiénica antes de consumirlos. También es importante tener en cuenta que algunas personas pueden ser alérgicas a los insectos, especialmente los que son alérgicos a los crustáceos. La seguridad alimentaria y la higiene son factores importantes a considerar en el consumo de insectos e indiscutiblemente hay que controlar y regular, a fin de evitar potenciales efectos adversos.
En la medicina natural, desde tiempos milenarios, nuestros ancestros, han utilizados a los insectos para sanar ciertas enfermedades. Sin embargo, en la actualidad la medicina tradicional le ha interesado el tema de la entomofagia (comer insectos) y su relación con la salud. En este sentido, los investigadores han encontrado asociación entre esta cultura alimentaria y efectos protectores para la salud, entre los que se encuentran:
- Efectos hipoglucemiantes, se ha demostrado que algunos insectos, como los grillos, contienen péptidos bioactivos que pueden ayudar a reducir los niveles de glucosa en sangre en personas con diabetes tipo 2. Sin embargo, se necesitan más estudios para comprender completamente los efectos y la dosificación adecuada de estos péptidos.
- Efecto en la presión arterial, se han identificados péptidos inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina en insectos, con actividad comparable a otros péptidos bioactivos de la alimentación tradicional. Se ha sugerido que la proteína de insecto o sus hidrolizados podrían servir como ingrediente funcional en suplementos terapéuticos alimentos para tratar la hipertensión o controlar el colesterol.
- Efecto anticoagulante, algunos insectos contienen compuestos anticoagulantes naturales, como la heparina, que se utilizan en la medicina humana para prevenir la formación de coágulos sanguíneos. Sin embargo, consumir grandes cantidades de insectos con efectos anticoagulantes puede ser peligroso y potencialmente causar hemorragias, especialmente en personas que ya están tomando anticoagulantes.
- Efectos digestivos, algunos insectos contienen fibra y prebióticos, que pueden ayudar a mejorar la salud digestiva y la regularidad intestinal
- Tratamiento para la desnutrición, porque la mayor parte de las especies de insectos contienen niveles elevados de ácidos grasos (comparables con el pescado). También son ricos en fibra y micronutrientes.
Cabe destacar que son necesario más estudios en humanos, ya que la mayoría de la evidencia científica reportada ha utilizado modelos animales en los que se han encontrado estos efectos.
Ahora bien, para obtener estos supuestos beneficios para la salud, es importante que el consumo de insectos se realice de manera segura y se eviten los insectos que puedan contener toxinas o alérgenos. Además, es importante recordar que los insectos no deben ser la única fuente de nutrientes en la dieta y que deben ser consumidos como parte de una dieta equilibrada y variada.
Otro de los grandes beneficios de la entomofagia, y por lo cual los investigadores y organismos internacionales como la FAO han empezado a investigar esta área, es su bajo impacto ambiental. El consumo de insectos comestibles se ha convertido en una opción cada vez más popular debido a su sostenibilidad y su potencial para proporcionar una fuente de proteína saludable para la población mundial. En comparación con la producción de carne convencional, la cría de insectos es mucho más sostenible y requiere menos recursos, como agua y alimento, y produce menos emisiones de gases de efecto invernadero. Además, los insectos son capaces de convertir alimentos no comestibles, como los residuos agrícolas, en proteínas y nutrientes, lo que los convierte en una opción aún más sostenible. También requieren menos espacio que la producción de carne convencional, lo que los hace ideales para la producción en entornos urbanos y de alta densidad. El consumo de insectos comestibles también puede ayudar a abordar el problema global de la inseguridad alimentaria, ya que los insectos son una fuente asequible y accesible de proteínas y nutrientes.
Ahora bien, si los insectos son tan beneficios para la salud y el medio ambiente por qué no los comemos en todo el mundo, esto no es así porque la cultura juega un papel importante en la alimentación, y no todos tienen la cultura de comer “bichitos”. En Venezuela, por ejemplo, el consumo de insectos comestibles no es común en la mayoría de las regiones, aunque en algunas zonas rurales y comunidades indígenas se siguen consumiendo insectos como parte de la dieta tradicional. Una de las zonas donde el consumo de insectos comestibles es más común es en el estado Amazonas, donde los indígenas Piaroas y Yanomamis tradicionalmente consumen hormigas, gusanos, larvas de abejas y otros insectos. En estas comunidades, los insectos son recolectados de manera sostenible y se consumen como fuente de proteínas. Además, en algunas regiones urbanas de Venezuela, se ha comenzado a experimentar con el consumo de insectos como una alternativa sostenible y nutritiva a la carne convencional. En Caracas, por ejemplo, algunos restaurantes y chefs han comenzado a incorporar insectos en sus menús como una opción innovadora.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, el consumo de insectos comestibles aún no es muy común en Venezuela y sigue siendo un tema tabú para muchas personas. Se necesita una mayor educación y conciencia pública, además de aval médico-científico fuerte sobre su seguridad, beneficios de los insectos comestibles y su sostenibilidad para fomentar su consumo en todo el país.
A pesar de los beneficios potenciales de la producción y comercialización de insectos comestibles, todavía existen algunos desafíos importantes a considerar:
- Regulaciones: En muchos países, las regulaciones y normativas en torno a la producción y comercialización de insectos comestibles aún están en desarrollo. Esto puede dificultar el acceso al mercado y limitar el crecimiento de la industria.
- Aceptación cultural: Aunque los insectos son una parte tradicional de la dieta en muchos países, en otros pueden ser vistos como una fuente de alimento poco convencional o incluso repulsiva. Es necesario educar al público sobre los beneficios de los insectos comestibles y fomentar una mayor aceptación cultural de su consumo.
- Calidad e inocuidad alimentaria: Es importante garantizar que los insectos comestibles se produzcan y procesen de manera segura y cumplan con los estándares de calidad alimentaria. Esto puede ser un desafío en algunas partes del mundo donde las regulaciones son menos estrictas o no existen.
- Escalabilidad: A medida que crece la demanda de insectos comestibles, puede ser difícil escalar la producción para satisfacerla. Se necesitan inversiones significativas en infraestructura y tecnología para aumentar la producción de manera efectiva.
- Sostenibilidad: Aunque los insectos son una opción más sostenible que la producción de carne convencional, la cría de insectos también puede tener un impacto ambiental negativo si no se gestiona adecuadamente. Es necesario desarrollar prácticas de producción sostenibles y fomentar la transparencia y la trazabilidad en toda la cadena de suministro. Muy importante, sin alterar el equilibrio ecológico.
Un aspecto que no debe dejar de mencionarse es que los insectos pueden ser vectores de varios microorganismos entomopatógenos que son perjudiciales para el ser humano y la salud de los animales, especialmente en condiciones higiénicas mal controladas. No se conocen casos de transmisión de enfermedades a humanos derivados del consumo de insectos (siempre que los insectos hayan sido manipulados en las mismas condiciones de higiene que cualquier otro alimento. El riesgo de transmitir infecciones zoonóticas a los humanos a través de insectos comestible parece bajo, pero este tema requiere una mayor investigación para aclarar los riesgos potenciales para los alimentos y los piensos. Por ejemplo, varias especies bacterianas se han asociado con los insectos comestibles, tanto los criados en granjas como aquellos capturados en la naturaleza, entre las que destacan algunas especies bacterianas del género Staphylococcus, Streptococcus, Bacillus, Pseudomonas, Micrococcus, Lactobacillus, Erwinia, Clostridium y Acinetobacter, así como miembros de la familia Enterobacteriaceae. Algunas especies de insectos comestibles pueden ser vectores de virus y parásitos, por lo que es un riesgo que debe tenerse en cuenta. Sin embargo, actualmente no existe suficiente evidencia científica sobre los riesgos de virus y parásitos asociados a los insectos comestibles que pueden afectar a los humanos.
A medida que el mundo enfrenta desafíos crecientes en cuanto a la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental, el consumo de insectos puede desempeñar un papel importante en la solución de estos problemas, así como la creación de una nueva línea de alimentos con propiedades beneficiosas para la salud. Es necesario abordar los desafíos planteados para garantizar que los insectos comestibles se produzcan y consuman de manera inocua y sostenible.
Ahora que conoces esta información, ¿te atreverías a probar los insectos?, déjanos tus comentarios.
Claret Mata y Pablo Hernández
Nota sobre los autores
La profesora Claret Mata es Licenciada en Nutrición y Dietética de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Magister en Nutrición (USB). Profesora de Evaluación Nutricional en la Escuela de Nutrición y Dietética de la UCV y Profesora invitada del postgrado de Nutrición Clínica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la UCV. Miembro de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición y miembro institucional de la Fundación Celíaca de Venezuela.
El profesor Pablo Hernández es Licenciado en Nutrición y Dietética de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Magister en Nutrición (USB), Especialista en Análisis de Datos en Ciencias Sociales. Profesor de Nutrición Humana en la Escuela de Nutrición y Dietética de la UCV. Profesor del Diplomado de Educación en Diabetes Terapéutica (UCV). Representante de Venezuela ante la International Affiliate of Academy of Nutrition & Dietetics (IAAND). Miembro del Observatorio Venezolano de Salud (OVS), de la Fundación “5 al día” Venezuela, de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición, y de la Fundación Bengoa para la Alimentación y la Nutrición.
2 Comentarios
Luisa Maria
Me encanto este articulo..
Pablo Hernandez
¡Luisa María, qué alegría saber que te gustó el artículo! Muchas gracias por tomarte el tiempo de leerlo y dejar tu comentario. Esperamos que el contenido haya sido útil y esperamos verte pronto por aquí.