El licopeno, pigmento responsable de los colores rojos a rosados de hortalizas y frutas como tomates, pimentón, lechosa roja, patilla, pomelo rosado, albaricoque, guayaba, si bien no es un micronutriente, ya que no es precursor de vitamina A, encierra prometedores misterios para nuestro organismo.
Pertenece al grupo de los carotenoides, no puede ser sintetizado por nuestro cuerpo y sólo puede ser obtenido a través de los alimentos. El tomate es el alimento que contiene mayor cantidad de licopeno, pudiendo llegar a tener más de 3.000 microgramos por 100 g. Los productos procesados de tomate son la principal fuente dietaria de licopeno en los Estados Unidos.
Debido a su naturaleza liposoluble, a diferencia de muchos otros compuestos naturales, (por ejemplo el ácido ascórbico o vitamina C) que se destruyen fácilmente por el calor y la luz, el licopeno en la matriz vegetal es estable al procesamiento, se libera al romper las células vegetales, y es mejor absorbido y asimilado por nuestro organismo cuando se consume en preparaciones que contengan aceite.
Existe abundante literatura científica sobre muchos efectos benéficos potenciales del licopeno para la salud, basados en su potente capacidad antioxidante, bloqueadora de la acción perjudicial de los radicales libres en nuestras células.
Sin embargo, aunque hay datos muy prometedores de estudios epidemiológicos en humanos, en animales y en cultivos de tejidos, que sugieren que el licopeno, y el consumo de alimentos que lo contienen, puede disminuir el riesgo de cáncer ó de enfermedad cardiovascular, y también de oxidación lipídica (daño a las moléculas grasas que causa inflamación y enfermedad), de degeneración macular, etc., se necesitan más datos de pruebas clínicas. Igualmente, se requieren más estudios para dilucidar los mecanismos de acción mediante los cuales se compruebe la actividad biológica en humanos del licopeno y sus metabolitos.
Una alegación de salud (claim) importante que se ha tratado de conseguir legalmente por diversos proponentes, ha sido sobre los beneficios del licopeno en la prevención y el tratamiento de los cánceres de pulmón, estómago, vejiga, cuello uterino, páncreas, piel y, sobre todo, próstata. En este sentido, la Food and Drug Administration (FDA) ha sido muy cautelosa en permitir alegaciones de salud relativas al consumo de tomate y reducción del riesgo de cáncer. Sin embargo, este informe no es ciertamente la última palabra sobre las alegaciones de salud que pueden endosarse al licopeno para prevenir el cáncer, ya que sólo argumenta el hecho de que la información sobre el licopeno y el cáncer no es todavía muy robusta y que se necesitan más estudios.
Por su parte, la American Cancer Society antes que recomendar un alimento como un agente preventivo del cáncer prefiere animar a la población a comer una variedad de alimentos, especialmente frutas y hortalizas. La Sociedad recomienda en este sentido, la ingesta de frutas y hortalizas de colores vivos y fuertes, entre los que se incluyen los tomates ya que muchos estudios sugieren un menor riesgo de varios tipos de cáncer al consumirlos.
Recientemente, y justo en el marco del tipo de investigación que puede robustecer y sustentar las alegaciones de salud del licopeno, investigadores de la Universidad de Portsmouth (UK), publicaron en el British Journal of Nutrition resultados de una investigación que señala que el licopeno puede retardar o detener el cáncer de próstata. El mecanismo sugerido es la interferencia de la molécula de licopeno con la angiogénesis, que es el proceso mediante el cual las células tumorales se aseguran el suministro de sangre necesario para su crecimiento. La angiogénesis, esencial para la vascularización del tumor y su crecimiento, se ha convertido en un tema de investigación prometedor para la terapia del cáncer.
En este estudio, se presentan evidencias de la inhibición “in vitro” de la angiogénesis en células endoteliales de venas umbilicales humanas (HUVEC), así como también en anillos aórticos de ratas, utilizando concentraciones fisiológicas de licopeno de 1-2 ?mol/l, que son concentraciones que pueden alcanzarse a través de la dieta consumiendo productos de tomate cocinados, preparados por ejemplo, como salsas de tomate con aceite. El paso siguiente es continuar estudios para verificar la ocurrencia de este efecto en humanos.
Mientras que se continúen develando los esperanzadores misterios del licopeno, sigamos consumiendo frutas y hortalizas rojas a rosadas, que como Paris, “bien valen una misa”.
Dra. María Soledad Tapia
Maria.tapia@5aldia.org.ve