A Isabel Rodríguez. La mayoría de los niños no cumplen las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud de una ingesta de al menos 400 gramos diarios de frutas y hortalizas (F&H), por lo que resulta muy importante identificar los factores que afectan el consumo de estos alimentos por parte de este importante grupo de la población.
El entorno afecta inconscientemente la selección que hacemos de nuestros alimentos, y por ello se ha propuesto que algunos cambios estratégicos en el ambiente que tiene que ver con nuestros alimentos, podrían ser estrategias potencialmente útiles para orientar a los consumidores, sobre todo a los niños, hacia la selección de opciones más nutritivas, sin por ello afectar su libertad de selección.
Un estudio reciente ha determinado que ofrecer a los niños una variedad de de hortalizas puede ser una estrategia simple y efectiva para inducirlos a consumir no sólo más hortalizas, sino también comidas más saludables, y esto sería válido, no sólo en casa sino también en las cafeterías y comedores escolares.
En otras palabras, aquello de que en la “variedad está el gusto”, es cierto, aún cuando se trate de hortalizas. Y hay más: Cuando a los niños se les ofrece una variedad de opciones saludables, los niños elegirán comidas más balanceadas y nutritivas.
Este artículo fue seleccionado como el “artículo del mes de noviembre” de la Sociedad de Nutrición del Reino Unido.
Un reciente estudio observacional con datos de 22 escuelas primarias estadounidenses, y más de 48.000 observaciones niño/día, examinó la relación entre el número de F&H, y los patrones de consumo de los niños durante el almuerzo escolar, encontrando que la fracción de niños que consume al menos 1 porción de fruta u hortaliza, es mayor en aquellas escuelas que ofrecen más frutas y hortalizas: por cada fruta u hortaliza adicional que es ofrecida a los niños, el consumo aumenta en un 12%.
Algunas investigaciones han indicado que los niños pequeños son más sensibles que los adultos a señales de saciedad interna y de hambre, que a señales externas relacionadas con los alimentos, como podría ser la variedad de alimentos, por lo tanto, es importante conocer la respuesta de niños al ofrecérseles una variedad de hortalizas.
Estudios previos realizados con adultos han demostrado que el presentarles una variedad de hortalizas, aumenta su tendencia a seleccionar más hortalizas, lo cual conduce igualmente a la selección de comidas más balanceadas.
El razonamiento de base es simple ¿Recuerda la última vez que estuvo frente a un variado buffet y después lamentó no haber probado de todo? Sucede que la oferta de una amplia variedad de alimentos dificulta que se pueda uno resistir a no querer probar cada uno.
Investigadores del ETH Zürich, Instituto de Decisiones Ambientales, y del Centro de Investigaciones de Nestlé, Departamento de Interacciones del Consumidor, en Lausanne, han demostrado que precisamente este efecto puede emplearse estratégicamente para mejorar las selecciones alimentarias de los niños.
En el estudio que nos ocupa se trabajó con 100 niños suizos, con edades comprendidas entre 7 y 10 años, quienes fueron invitados al laboratorio para seleccionar y servirse una comida de un pequeño buffet de alimentos falsos (The Food Fake Buffet).
Los alimentos en el » buffet» incluían tiritas de pollo y pasta, junto a opciones de de zanahorias cocidas y guisantes (vainitas). Los niños fueron asignados al azar a las condiciones experimentales: bien podrían servirse una sola hortaliza con la comida o se les ofrecían ambas.
Los niños del grupo a quienes se les ofrecieron dos hortalizas en lugar de sólo una, se sirvieron significativamente más hortalizas. Curiosamente sin embargo, no se sirvieron comidas con mayor contenido de calorías. Esto significa que los niños a quienes se les ofrecieron dos hortalizas obtuvieron una mayor proporción de energía a partir de las hortalizas, conformando una comida más densa en nutrientes. Incluso lo niños que declararon que no les gustaban estos vegetales, se sirvieron más zanahorias y guisantes cuando se les ofrecían dos en lugar de una.
Los investigadores explican que esto se produce debido a una «norma de consumo». Esta teoría sugiere que si los niños se les presentan varios alimentos diferentes para elegir y probar, ellos van a servirse, al menos, una muestra de cada plato. Por lo tanto, cuando a los niños se les da la opción de una mayor variedad de alimentos saludables, se servirán una comida más rica en nutrientes.
El “Fake Food Buffet” es un método novedoso, validado, que permite el estudio de las influencias ambientales sobre la elección de alimentos en condiciones de laboratorio muy bien controladas, utilizando réplicas de alimentos reales.
La Encuesta Nacional de Alimentos de Irlanda del año 2011 encontró resultados similares a estos: el ofrecer a niños -con edades entre 5 y 12 años- dos (2) hortalizas en la cena, aumenta más la ingesta que el ofrecer una porción abundante de una sola hortaliza.
Para finalizar, un artículo que será publicado en diciembre de 2013 en la revista Childhood Obesity, evalúa los efectos de la implementación de políticas de alimentación y otras prácticas de nutrición escolar en las dietas de niños estadounidenses en escuelas de bajos ingresos, concluye que cuando las escuelas ofrecen “snacks” saludables para el almuerzo o en las máquinas de “vending”, la alimentación de los niños mejora significativamente: se aumenta el consumo de frutas en 26%, de hortalizas en 14%, y de granos en 30%.
Es decir, cuando se ofrecen opciones saludables a los estudiantes, los estudiantes las seleccionan y las comen.
¿Podremos hacer ese experimento en nuestro país?
María Soledad Tapia
Maria.tapia@5aldia.org.ve