¡Oh, sugar sugar! Las nuevas directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), anunciadas el 5 de marzo de 2015, recomiendan tanto para adultos como para niños, que el consumo de azúcares libres no sobrepase el 10% de la ingesta calórica total diaria.
“Los azúcares libres se refieren a los monosacáridos (como glucosa y fructosa) y los disacáridos (sacarosa o azúcar de mesa) que son añadidos a los alimentos y bebidas por los fabricantes, los cocineros o los consumidores, así como los azúcares presentes de forma natural en la miel, los jarabes, los jugos de frutas y los jugos concentrados de frutas. Sin embargo, las directrices no se refieren a los azúcares de las frutas, las verduras frescas y la leche, porque no existe evidencia documentada de efectos adversos de su consumo.”
Estas directrices generadas según el riguroso proceso característico de la OMS para la formulación de directrices, se sustentan en el sistema basado en evidencia científica de la OMS, con aportes de científicos líderes de todo el mundo, y mediante un proceso consultivo mundial abierto, que presenta informaciónactualizada y recomendaciones globales sobre la ingesta de azúcares libres para reducir el riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles en adultos y niños. Se espera que estas directrices ayuden a los países a elaborar políticas y acciones para reducir el consumo de los azúcares para mejorar la salud de la población.
La evidencia – calificada por la OMS como «fuerte», y por lo tanto adecuada para adoptar como política – señala que los adultos que consumen menores cantidades de azúcares libres tienen un menor peso corporal y que el aumento de la cantidad de azúcares en la dieta está relacionado con el aumento de peso. Además, los niños con un mayor consumo de bebidas azucaradas están en mayor riesgo de obesidad que los niños con baja ingesta de estas bebidas. Adicionalmente, cuando más de 10% de la ingesta total de energía se deriva de azúcares libres, hay asociación con un mayor riesgo de caries dentales.
La OMS presenta también una “recomendación adicional”: una reducción adicional, por debajo del 5% diario – aproximadamente unos 25 gramos o seis cucharaditas por día, en una dieta de 2.000 calorías-, proporcionaría mayores beneficios para la salud. Las recomendaciones condicionales para temas de salud pública son emitidas por la organización cuando la calidad de las pruebas puede que no sea lo suficientemente fuerte.
Contactos cercanos de tipo no ético
Pero esto no ha sido fácil ni exento de controversia. El azúcar es un problema acuciante para la salud pública en este momento. Y tiene muchos dolientes.
El 11 de febrero de 2015, el British Medical Journal publicó una investigación que evidenciaba la extraordinaria medida en la que renombrados expertos británicos en salud pública, y por lo tanto, con enorme influencia en organizaciones de salud pública y el establecimiento de políticas, estaban vinculados con la industria del azúcar a través de financiamientos a la investigación, consultorías, y otras formas de financiación.
Esto plantea enormes conflictos de intereses y éticos. Además si bien fue investigado en Inglaterra, podría ocurrir en otros países. Por ejemplo, se presentan evidencias sobre el hecho de que un comité gubernamental del Reino Unido- que trabaja en asesoramiento nutricional- recibió financiamiento de empresas cuyos productos son considerados por muchos, como responsables de la crisis de obesidad
El artículo titulado “Azúcar: tejiendo una red de influencia” presenta además una infografía interactiva en la que se puede explorar los nombres de los científicos, las instituciones, las empresas, los montos de los financiamiento para proyectos determinados, las consultorías, etc.
El informe de BMJ reveló una década de financiación de la industria del azúcar a investigadores del Scientific Advisory Committee on Nutrition (SAC). Entre las empresas se mencionan a Coca-Cola, PepsiCo, Nestlé, el Instituto de cervecería y destilería, Weight Watchers International, NutriLicious (una firma de relaciones públicas especializada en la transmisión de «mensajes de nutrición y salud» para la industria alimentaria), Sainsbury, WK Kellogg Institute, y GlaxoSmithKline.
Los montos de financiamiento no son despreciables. Por ejemplo, se constató que una ex investigadora de la Unidad de investigación del Medical Research Council’s Human Nutrition Research (HNR) en Cambridge (Susan Jebb, profesora de Dieta y Salud Poblacional en la Universidad de Oxford y presidente de la Red de Acuerdos de Responsabilidad en Salud Pública del Gobierno británico, recibió financiación por 2,10 millones de dólares de empresas como Coca-Cola entre 2004 y 2015. La Dra. Jebb sin embargo, no ve conflicto en esto, ni que pueda dudarse de su imparcialidad.
Obviamente, esta asociación con la industria del azúcar plantea problemas éticos y de credibilidad, pues estos expertos en salud pública tienen una influencia considerable sobre las políticas de salud pública del Reino Unido, y la difusión de información científica.
Pero esto no es todo. El 10 de marzo de 2015, la revista PLOS Medicine publica un artículo titulado “Influencia de la Industria Azucarera en la Agenda Científica del Programa Nacional para la Caries de 1971. Un análisis histórico de Documentos Internos”.
En el artículo se analizan 319 documentos internos de la industria del azúcar (caña de azúcar y remolacha azucarera) que fueron escritos entre 1959 y 1971, evidenciándose cómo trataron de influir en las prioridades de investigación del Programa Nacional para la Caries (PNC), de los Estados Unidos puesto en marcha por el Instituto Nacional de Investigación Dental (NIDR, por sus siglas en inglés).
Lo interesante fue la estrategia empleada, pues, dada la evidencia científica tan fuerte sobre el tema, para la industria azucarera era muy cuesta arriba negar el papel de la sacarosa en la caries dental, por lo que adoptaron la estrategia de desviar la atención hacia intervenciones de salud pública dirigidas a reducir los daños del consumo de azúcar, en lugar de restringir el consumo.
Las tácticas de la industria fueron los siguientes: financiación de investigación en colaboración con las industrias de alimentos aliadas en temas como por ejemplo, enzimas para degradar la placa dental, y el desarrollo de una vacuna experimental contra las caries, con un potencial cuestionable para su aplicación a gran escala, el establecimiento de relaciones con el liderazgo del NIDR, consultorías por miembros de un grupo de expertos del NIDR, y la presentación de un informe a la NIDR que constituyó la base de la primera convocatoria de proyectos de investigación del PNC.
78% por ciento de lo presentado por la industria azucarera fue incorporado en la convocatoria del NIDR para proyectos de investigación. De esta manera se omitieron de las prioridades de investigación, proyectos que podrían haber resultado perjudiciales para los intereses de la industria del azúcar como aquellos sobre potencial cariogénico de algunos alimentos y productos particulares.
De acuerdo a los investigadores, después de una década liderando la agenda científica para combatir la caries en los Estados Unidos, “el NCP fue una oportunidad perdida pues no logró reducir significativamente el problema de la caries dental, una enfermedad prevenible que sigue siendo la principal enfermedad crónica entre niños y adolescentes de EE UU”.
Un factor clave fue la alineación de los programas de investigación entre la NIDR y la industria azucarera, constituyendo un ejemplo histórico que ilustra cómo la industria se protege de la investigación que les sea potencialmente perjudicial, y puede ser una gran enseñanza para los hacedores de políticas públicas del presente y que se garantice que los objetivos de salud pública no se supediten los intereses de la industria.
¿Por qué estas directrices?
Una gran cantidad de estudios muy serios sobre las implicaciones negativas del azúcar en la salud, llevó a la OMS a presentar estas directrices.
Sin duda, de las relaciones sobre las que existe más evidencia del efecto perjudicial de los azúcares añadidos sobre la salud, es su relación con sobrepeso y obesidad. Para muestra, el estudio del año 2013 publicado en el American Journal of Clinical Nutrition que sugiere que el consumo de bebidas endulzadas con azúcar aumenta la ganancia de peso en niños y adultos.
Y se siguen generando evidencias. Un estudio del año 2015 asocia positivamente el consumo de bebidas azucaradas con el aumento del perímetro de la cintura y 10 años la incidencia de la obesidad abdominal en adultos españoles. Otro estudio reciente presenta datos sobre la sustitución de las bebidas azucaradas por agua, lo cual redujo los triglicéridos y la prevalencia del síndrome metabólico en mujeres mexicanas obesas.
La relación con la diabetes es muy significativa también. El artículo de Robert Lustig (*) (el “hombre anti-azúcar”que la considera un “toxico adictivo”) y su equipo, quien después de analizar data de 175 países encontraron que por cada aumento en la disponibilidad de azúcar en 150 kcal/persona/día (alrededor de una lata de refresco/día) ocurría una asociación con un aumento de 1,1% en la prevalencia de diabetes.
Los estudios de grupo señalan que un alto consumo de azúcar puede ser una causa de diabetes independiente del sobrepeso y la obesidad y sugiere que puede afectar el hígado y el páncreas en formas que otros alimentos no lo hacen, lo que contribuye a la enfermedad.
Más allá del efecto de los azúcares libres en la ganancia de peso, y la diabetes, el título de un artículo publicado el 10 de diciembre de 2014 en Open Heart dice bastante: «Los cristales blancos equivocados: Sal no, sino azúcar, como agente etiológico en la hipertensión y la enfermedad cardiometabólica».
El artículo revisa exhaustivamente una serie de estudios epidemiológicos y ensayos experimentales publicados, realizados en animales y humanos, y concluye que la evidencia sugiere que los azúcares añadidos, sobre todo fructosa, pueden aumentar la presión arterial y la variabilidad de la presión arterial, incrementar la frecuencia cardiaca y la demanda de oxígeno del miocardio, y contribuir a la inflamación, resistencia a la insulina y a una mayor disfunción metabólica. El mensaje a los médicos es mover un poco el foco que hay sobre la sal, y prestar más atención al consumo de azúcares libres y alimentos ultraprocesados.
En la revisión se encontraron cosas como esta: Un alto consumo de azúcar aumenta significativamente la presión sistólica (6,9 mm Hg) y la presión diastólica (5,6 mm Hg) en ensayos de 8 semanas o más de duración, sin embargo, este efecto se incrementa a 7,6 / 6,1 mm Hg, cuando se excluyen los estudios que recibieron fondos de la industria azucarera.
Nota final
No se deben asumir posiciones radicales, y además, que no se pueden cumplir. Los azúcares son necesarios en nuestra dieta. Además es imposible eliminarlos pues se encuentran naturalmente en una amplia gama de alimentos, incluyendo frutas, verduras, productos lácteos, huevos, alcohol, nueces, harinas (aún las integrales). Hay que ser cuidadosos con los alimentos ultraprocesados y los azúcares añadidos. Lo racional es que los azúcares pueden ser consumidos con moderación dentro de una dieta sana, equilibrada, llevando un estilo de vida activo. No debemos dar la espalda a nuestras gastronomías tradicionales y adherirnos a patrones occidentales. Lo de siempre siempre: el equilibrio y la variedad son esenciales en nuestra dieta. Y el azúcar es también necesario para nuestra «fuerza de voluntad«.
Por otro lado, la industria está ofreciendo al público una gama de productos sin azúcar y sin azúcar añadido. Algunos autores señalan que los refrescos son un buen ejemplo, pues más del 60% en el mercado es ahora baja en calorías o sin adición de azúcar. Sin embargo, los edulcorantes artificiales pueden también ser un problema. La industria se ha comprometido igualmente a autoregulación, revisión de formulaciones, control de la publicidad sobre todo la dirigida a niños, pero es esencial un estado vigilante y asumiendo su papel, y una sociedad civil activa e informada.
María Soledad Tapia
maria.tapia@5aldia.org.ve
(*) «Sugar: The Bitter Truth«
Un Comentario
Gabriel Guzmán
Brillante! Hay que difundir este excelente material. Felicitaciones Dra. Tapia y todo el equipo de MiradoSalud.