Un estudio reciente publicado en el Journal of Parkinson»s Disease sustenta científicamente el conocimiento ampliamente manejado por neurólogos, que años antes de la aparición de los síntomas motores característicos de la enfermedad, la calidad de vida de las personas con la enfermedad de Parkinson (EP) empieza a deteriorarse con síntomas no-motores que pueden pasar desapercibidos.
La EP es un trastorno neuronal crónico que dificulta la formación de la dopamina, neurotransmisor que es esencial para el control motor. Síntomas motores clásicos son temblor en extremidades, mandíbula y cara, “engarrotamiento” de extremidades y tronco, lentitud de movimientos, alteraciones posturales y de la marcha, deterioro del equilibrio, rigidez, reducción en la expresión facial. Ahora bien, ¿cuáles pueden ser síntomas no-motores preclínicos? Algunos pueden ser depresión, apatía, fatiga, estreñimiento, trastornos del sueño profundo, insomnio, pérdida de olfato, hipersudoración, dolor y sensaciones anormales, problemas genitourinarios, cambios en la función sexual. Estos síntomas también pueden estar presentes en la enfermedad, una vez diagnosticada.
Al no ser los síntomas no-motores motivo de consulta, los mismos no son considerados para el diagnóstico precoz de la patología.
Este estudio es el primero que examina los patrones de la calidad de vida de los pacientes con EP antes del diagnóstico, así como también sigue el deterioro general de la salud antes de la aparición de la enfermedad.
Los investigadores evaluaron la calidad de vida de pacientes con EP antes del diagnóstico en comparación con individuos sanos de la misma edad, en dos grandes estudios de cohorte de hombres y mujeres estadounidenses: 51.350 profesionales de la salud, varones, inscritos en el “Estudio de Seguimiento de Profesionales de la Salud”, y 121.701 enfermeras, inscritas en el “Estudio de Salud de las Enfermeras”.
A las mujeres se les aplicaron cuestionarios bianuales con preguntas del Cuestionario de Salud SF-36, que incluye 8 grandes categorías, registrando las limitaciones detectadas en cada una: Función física, Rol físico, Dolor corporal, Salud general, Vitalidad, Función social, Rol emocional y Salud mental. Se pregunta también sobre el cambio en el estado de salud general respecto al año anterior.
A los hombres se les aplicó solamente la escala de Función física. Los investigadores identificaron 454 hombres y 414 mujeres con EP en las dos cohortes. Se empleó un modelo de multivariables para estimar el deterioro natural por causa de la edad, de manera de compararlo con el deterioro observado entre los pacientes de EP en el momento del diagnóstico.
El deterioro en la función física en pacientes con EP comenzó en las mujeres, aproximadamente 7,5 años antes del diagnóstico, y en los hombres, 3 años antes del mismo, y continuó aumentando de allí en adelante a una tasa de 2,35 y 1,43 puntos anuales en mujeres y hombres respectivamente. Comparativamente, el deterioro medio anual en individuos sin EP fue 0,42 y 0,23 puntos anuales en mujeres y hombres respectivamente. Los otros aspectos de calidad de vida medidos en las mujeres declinaron con un patrón similar a la Función física.
La Dra. Natalia Palacios, co-autora del estudio, señala que una de las fortalezas del mismo es que generó datos prospectivos de pacientes con EP, junto con los de un grupo de comparación sin EP, así como la de hacer seguimiento al deterioro en la calidad de vida durante un período que incluyó muchos años previos al diagnóstico.
La gran esperanza del estudio: “Que, con la investigación futura, los marcadores biológicos de la enfermedad puedan ser reconocibles en esta fase preclínica.”
De acuerdo al informe de la Organización Mundial de la Salud sobre los Trastornos Neurológicos, los mismos son padecidos por mil millones de personas, sin distinción de género, niveles de educación o de ingresos. El Informe incluye la epilepsia, la enfermedad de Alzheimer, los accidentes cerebrovasculares, el dolor de cabeza, los traumatismos craneoencefálicos, las infecciones neurológicas, la esclerosis múltiple, y la enfermedad de Parkinson.
Con prólogo de Rita Levi-Montalcini, la neuróloga italiana Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1986 junto a Stanley Cohen por sus descubrimientos sobre los factores de crecimiento de las células neuronales, quien cumplió 103 magníficos años el pasado 22 de abril de 2012, el informe nos alerta sobre la carga de los trastornos neurológicos que han alcanzando proporciones importantes en los países donde aumenta el porcentaje de personas de más de 65 años. La EP afecta al 2% de las personas mayores de 65 años, sin embargo, puede comenzar a cualquier edad, como fue el caso muy visible de un personaje público: el actor estadounidense Michael J. Fox.
MiradorSalud sigue atento a noticias sobre Parkinson. En el número de julio de 2012 de la revista Neurology se reporta que la cafeína podría aliviar los síntomas motores de pacientes con EP. Ya estudios en ratones indicaban efectos neuroprotectores de la molécula de cafeína.
Sin embargo, la vigilancia de nuestro estado general de salud podría ayudarnos a identificar síntomas no-motores, y su detección podría conducir a un diagnóstico precoz de la EP.
Ante una enfermedad crónica como la de Parkinson, la principal recomendación para una mejor calidad de vida es el diagnóstico temprano consultando con un neurólogo ante síntomas característicos, el apoyo y amor del entorno, la confianza y rigurosidad en la medicación, y pensar que sólo el optimismo del paciente y su familia es incurable.
María Soledad Tapia
Maria.tapia@5ladi.org.ve