De acuerdo con varios estudios recientes hablar más de un idioma aumenta la reserva cognitiva, un concepto que define la capacidad que tiene el cerebro de resistir los embates del envejecimiento y los procesos degenerativos como la enfermedad de Alzheimer.
Un estudio publicado en la revista Trends in Cognitive Sciences, el 29 de marzo de 2012, liderado por la Dra. Ellen Bialystok de la Universidad de York, en Toronto, Canada, arroja evidencias en ese sentido, el 29 de marzo de 2012, liderado por la Dra. Ellen Bialystok de la Universidad de York, en Toronto, Canadá, arroja evidencias en este sentido.
Según los autores, el estudio de la reserva cognitiva ocupa, actualmente, un lugar preponderante en el área de investigación que se dedica a estudiar los procesos de envejecimiento y deterioro cognitivo.
La noción de reserva cognitiva surgió hace 24 años a raíz de los resultados inesperados que reportó un estudio en el que se analizaron las autopsias de los cerebros de 137 ancianos que habían sido residentes de un asilo.
Los investigadores no pudieron establecer una relación directa entre el grado de deterioro cognitivo que presentaban los ancianos cuando aún estaban vivos y la cantidad de depósitos de placas de beta-amiloide que observaron durante la autopsia de sus cerebros. En otras palabras, algunos de estos individuos fueron capaces de resistir los estragos causados por la enfermedad, mejor que otros, a pesar de tener el mismo grado de daño en sus cerebros.
Las placas de amiloide están constituidas por la proteína beta-amiloide y son una de las características principales de la enfermedad de Alzheimer. Se depositan entre las células nerviosas o neuronas. A medida que se forman y acumulan en determinadas zonas del cerebro, las neuronas sanas comienzan a funcionar con menos eficacia, lo cual conduce al daño progresivo de las conexiones entre las células nerviosas y su posterior destrucción y muerte.
Los neurocientíficos, a cargo de este estudio, de la Universidad de California, en San Diego, reportaron que los individuos cuyas funciones cognitivas estaban menos afectadas por la enfermedad de Alzheimer fueron aquellos cuyos cerebros pesaron más y tenían una mayor cantidad de neuronas.
De acuerdo con los autores, estos hallazgos sugieren que aquellos individuos que se mantuvieron mentalmente más activos desarrollaron una defensa en contra del deterioro cognitivo.
Desde que se publicó ese artículo, hace 24 años, hasta la fecha, la hipótesis de la reserva cognitiva ha recibido el respaldo de diversos grupos de investigadores.
En otro estudio publicado en la revista Cortex, en abril de 2011, el Dr. Schweizer y colaboradores del Hospital St. Michael, en Toronto, Canadá, analizaron los estudios de tomografía computarizada de pacientes con manifestaciones precoces de enfermedad de Alzheimer que tenían niveles similares de educación y habilidades cognitivas. La mitad de los participantes era bilingüe y la otra hablaba un solo idioma.
Ambos grupos obtuvieron puntajes similares en las pruebas de desempeño cognitivo, sin embargo, los resultados de los estudios de tomografía computarizada de los pacientes bilingües demostraron el doble de atrofia en las áreas del cerebro que suelen verse afectadas por la enfermedad de Alzheimer, en comparación con los participantes monolingües.
Estos hallazgos demuestran que aun cuando los participantes bilingües presentaron el doble de atrofia en ciertas áreas del cerebro en comparación con los participantes que hablaban un solo idioma, el desempeño que tuvieron en las pruebas de función cognitiva fue similar en ambos grupos.
Investigaciones previas habían reportado que en las personas bilingües el inicio de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer se retrasa aproximadamente 5 años con respecto a los individuos monolingües, sin embargo, este es el primer estudio que confirmó esa observación a través de imágenes de tomografía computarizada.
Los autores señalan que las personas bilingües tienen la habilidad de detener una conversación que se desarrolla en un idioma y continuar, acto seguido, hablando en otro idioma. Esta habilidad que se adquiere a lo largo de muchos años implica un grado elevado y constante de ejercicio mental para poder recordar, catalogar y seleccionar las palabras, de acuerdo con el idioma al cual pertenecen. Esto promueve el aumento y reorganización de las conexiones y circuitos neuronales, lo que garantiza un mejor desempeño de las funciones cognitivas a lo largo de la vida.
De esta manera, las personas bilingües podrían aumentar su reserva cognitiva y estar mejor preparadas para compensar el daño que produce la enfermedad de Alzheimer, lo cual podría retrasar la aparición de las manifestaciones clínicas relacionadas con el deterioro cognitivo.
Este estudio no demuestra si el segundo idioma debería aprenderse en etapas tempranas de la vida para proveer el máximo de los beneficios.
Los autores señalan que el bilingüismo retrasa el inicio de los síntomas del deterioro cognitivo, mas no previene el Alzheimer. No está claro si la enfermedad progresa en los pacientes bilingües a un ritmo acelerado una vez que aparecen las manifestaciones clínicas.
Sin embargo, a pesar de ciertas interrogantes, aprender un segundo idioma podría ser una alternativa agradable, útil y entretenida para asegurarnos una buena reserva cognitiva en nuestros años dorados.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdisian