En MiradorSalud tocamos este tema tan controversial en 2015. Ahora debido a la actualización de las normas de la USTask Force de Estados Unidos para la prevención de las enfermedades cardiovasculares en adultos, publicadas en Octubre de 2016, y a propósito de una revisión que publicó la revista The Lancet en noviembre de 2016, es necesario retomar el tema de las estatinas.
La USTask Force es un organismo formados por expertos independientes elegidos por el congreso, encargado de dictar las pautas para los clínicos y cuyas recomendaciones son seguidas por la mayoría de los médicos y son utilizadas para construir los baremos de los seguros médicos. En 2016, este organismo divulgó las recomendaciones para la el uso de las estatinas que sustituyen las de 2008.
En estas recomendaciones, publicadas en la revista JAMA, se concluye que existen suficientes evidencias sobre el balance positivo entre los beneficios y daños de las estatinas para tratar las dislipidemias en pacientes mayores de 20 años, así como en la reducción de las enfermedades cardiovasculares y muertes en adultos sin historia previa al respecto.
Recomiendan iniciar una dosis baja o moderada de estatina en adultos entre 40 y 75 años sin historia de enfermedad cardiovascular, con uno o más factores de riesgo (colesterol alto, presión sanguínea alta, diabetes, ser fumador, entre otros) y un riesgo calculado a 10 años de 10% o mayor (Recomendación grado B) y para los adultos entre 40 y 75 años con un riesgo calculado a 10 años de 7.5% a 10%, los médicos deben indicar una dosis baja o moderada de estatina dependiendo de la situación del paciente, ya que la probabilidad de la enfermedad es baja y no hay certeza de la predicción del riesgo; es decir, que la decisión debe ser individual y en conjunto con el médico (Recomendación grado C). En cambio para adultos mayores de 75 años sin historia de enfermedad cardiovascular no se recomienda iniciar el tratamiento con estatinas porque las evidencias son insuficientes y el balance entre beneficios y riesgo no puede ser determinado. Pero añaden, que los mayores pueden continuar tomando estatinas si ya están bajo tratamiento.
Sin embargo, el debate continúa según el Editorial de JAMA, donde indican que, por ejemplo, algunos pacientes asintomáticos no encajan en ninguna de las recomendaciones B o C.
En general, estas nuevas recomendaciones expanden el universo del tratamiento de las estatinas para reducir el “colesterol malo” (LDL), posición similar a la de la American Heart Association y el American College of Cardiology, quienes ya le atribuyeron mayor importancia al “colesterol malo”, incluso más que a la presión arterial, al peso o al estilo de vida.
Pero para el ciudadano común tomar o no estatinas es un asunto complicado porque el individuo necesita el apoyo del médico y si éste no está convencido no las indica. Por otro lado, los criterios confusos que existen en los medios de comunicación y debido a algunos artículos académicos de detractores acerca de la seguridad y eficacia de las estatinas, se crean problemas en el ámbito de la salud pública.
Un estudio realizado por investigadores del Picker Institute (Oxfor, UK) conducido en pacientes, médicos y cardiólogos, mediante entrevistas y “focus groups” para investigar las consecuencias de lo difundido por los medios de comunicación, demostró que la reticencia a discutir y prescribir estatinas entre los médicos así como la conformidad de los pacientes, incluso aquellos que tenían alguna enfermedad cardiovascular, aumentaba al enterarse de los supuestos efectos adversos de las mismas. De hecho, el tratamiento para reducir el colesterol en pacientes con alto riesgo de sufrir un infarto o un accidente cerebrovascular no son usados por todos estos pacientes. Solamente el 66% de individuos entre 35 y 70 años con enfermedad cardiovascular de países en desarrollo (Suecia y Canadá), el 27% en los países de clase media (Polonia, Turquía y Brasil) y el 5% en los de bajos recursos (China e India) usan estatinas. En Europa las cifras están alrededor del 42%.
El estudio publicado en The Lancet tiene la intención de ayudar a los clínicos respecto a la desinformación en este tema. Contiene una revisión y análisis de las publicaciones de investigaciones referentes a la seguridad y eficacia del tratamiento con estatinas y concluye:
- Los estudios que muestran las reacciones adversas de las estatinas tienen fallas metodológicas porque, en efecto, no establecen sí las reacciones se deben a las estatinas y no a otra causa.
- Existen suficientes evidencias que muestran que las estatinas reducen el riesgo de sufrir un evento serio cardiovascular como problemas coronarios, infartos al miocardio, accidentes cerebrovasculares y procedimientos de revascularización de las coronarias debido a la reducción del colesterol (LDL) en un año.
- La reducción de 1mmol/L de colesterol (LDL) reduce un 25% la tasa de eventos vasculares y 2mmol/L reduce el riesgo en 45%. Esto demuestra un absoluto beneficio. Tomar 40mg de atorvastatina puede reducir el colesterol (LDL) en más de un 50%. igualmente, bajar el colesterol (LDL) en 2mmol/L (77mg/dL) debido al uso de estatinas por 5 años, en 10.000 pacientes con preexistencia de la enfermedad, prevendría en un 10% (1000 pacientes) la enfermedad.
- Los únicos efectos colaterales de la utilización prolongada de las estatinas que han sido comprobados son la miopatía (debilidad y dolor muscular), aparición de diabetes y probablemente un accidente cerebrovascular hemorrágico. Se estimó que en 10.000 pacientes tratados por 5 años ocurrirían 5 casos de miopatía, uno de los cuales evolucionaría Rabdomiólisis si no se para el tratamiento, de 50 a 100 casos de diabetes y de 5 a 10 casos de accidente cerebrovascular hemorrágico. Cifras que afirman que los beneficios del uso de las estatinas exceden ampliamente a los efectos adversos. Las estatinas pueden causar dolor o debilidad muscular con un riesgo de 0.5 a 1%.
- Al comparar los estudios randomizados y controlados con los estudios observacionales, dos tipos de metodologías, los primeros son los más ajustados para llegar a resultados más certeros. En cambio, los estudios observacionales presentan más debilidades y son los más utilizados para las investigaciones sobre los efectos adversos a las estatinas.
- Los estudios han mostrado definitivamente que casi todas las reacciones atribuidas a las estatinas no son causadas por ellas y cualquier efecto por descubrir no alteraría el balance de riesgo y beneficios.
Los investigadores concluyen: “Cualquiera que sea el caso raro que aparezca, sea una miopatía o síntomas relacionados a los músculos que son atribuidos generalmente a las estatinas, ellos desaparecerán rápidamente al parar el tratamiento, en cambio, cuando se para innecesariamente el tratamiento, las consecuencias serán devastadoras al ocurrir los infartos o accidentes cerebrovasculares”. En síntesis el riesgo es mayor si no se toman las estatinas que si estas causaran algún efecto adverso. Sin embargo, siempre es imprescindible consultar al médico y en conjunto decidir si se toman o no estatinas.
Y como dijo la presidenta del USTask Force Kirsten Bibbins-Domingo: “Personas sin signos, síntomas o historia de enfermedad cardiovascular pueden estar en riesgo de sufrir un ataque al corazón o un accidente cerebrovascular”.