La prestigiosa revista Stroke editorializó en septiembre de 2011 sobre el consumo de frutas y hortalizas (F&H) blancas y un menor riesgo de accidentes cerebrovasculares (ACV). El título del editorial en traducción libre al español podría ser: “Una manzana al día, los ACV alejaría”. El tema continua siendo comentado y difundido.
La Dra. Heike Wersching inicia comentando sobre los factores mundialmente aceptados en directrices internacionales que definen “un estilo de vida saludable” para la prevención primaria de ACV: abstinencia de tabaco, un índice de masa corporal de bajo a normal, un consumo moderado de alcohol, la práctica regular de ejercicio, y una dieta saludable. Sin embargo, mientras que los cuatro primeros factores se sustentan en recomendaciones explícitas, la definición, y aún más, la implementación de una dieta saludable es algo más complejo. De conseguirse un enfoque más simple y práctico para la selección de alimentos saludables se podría promover de manera más sencilla, no sólo una mejor nutrición, sino también la prevención de ACV.
Las directrices internacionales recomiendan como una dieta balanceada aquella que es baja en grasas saturadas y sal, rica en fibra, y alta en F&H. Sin embargo, no hay consenso sobre cuales F&H son más beneficiosas para la prevención primaria de ACV.
Un equipo de investigación liderizado por la Dra. Oude Griep de la División de Nutrición Humana de la Universidad de Wageningen, investigó durante 10 años la asociación entre la ingesta de F&H de acuerdo al color de su parte comestible y la incidencia de ACV en una cohorte de 20.069 hombres y mujeres danesas con edades comprendidas entre 20 y 65 años. Para evaluar la ingesta de F&H emplearon un cuestionario validado de frecuencia de alimentos que incluía 178 renglones, entre los que se especificaban los tipos y colores de las F&H que consumían.
Los autores siguieron la clasificación de Pennington and Fisher que categoriza a las F&H en 5 grupos de color: verde, amarillo/naranja, rojo/rojo, púrpura, y blanco. También se pueden desagregar las F&H rojas en dos grupos: las que deben su color rojo a los pigmentos carotenoides (ej. licopeno), y las que deben su color rojo a morado e incluso casi azul oscuro, a las antocianinas y polifenoles. La categorización por color ya había sido sugerida sobre la hipótesis de que muchos fitoquímicos de brillantes colores en las plantas les confieren también efectos fisiológicos protectores.
En el estudio del equipo danés se hizo un monitoreo de la salud de los participantes (ninguno sufría de enfermedad coronaria) durante un período promedio de 10,3 años, durante los cuales ocurrieron 233 episodios de ACV. Los autores encontraron que la ingesta de F&H de color blanco estaba inversamente asociada a la incidencia de ACV en una relación dosis-dependiente. Se encontró una disminución de 9% del riesgo de ACV por cada 25g/día de incremento en el consumo de F&H blancas, con las manzanas y las peras como los principales contribuyentes en esta categoría, donde también se incluían cambures, pepinos, coliflor y achicoria. Extrapolando, esto significaría que si se consume una manzana o una pera al día (peso promedio 100 a 125 g), se puede reducir el riesgo de ACV de 36 a 45%.
No se encontró asociación entre los incidentes de ACV y el consumo de F&H de otro color. Los autores también hicieron amplios ajustes estadísticos para minimizar co-hallazgos asociados a estilos de vida saludables. Sin embargo, y como siempre en este tipo de estudios, algunos aspectos metodológicos deben tenerse en cuenta con respecto a la interpretación de los resultados.
Los autores relacionan los efectos sobre la incidencia de ACV, con el contenido de quercetina de las F&H blancas, la cual es una molécula del grupo de los flavonoides que además de su acción antioxidante tiene efectos antiinflamatorios. La inflamación se asocia al endurecimiento de las arterias característico de las enfermedades cardio y cerebrovasculares.
Dos meta-análisis recientes ya había sugerido que el consumo de F&H disminuye el riesgo de ACV en una relación dependiente de la dosis, y lo relacionaban con la acción protectora de algunas vitaminas y minerales que se encuentran en las F&H. Hay por ejemplo evidencia de que la carencia de vitamina D aumenta el riesgo de ACV. Sin embargo, los suplementos de antioxidantes no han sido exitosos en reducir el riesgo de ACV en pruebas clínicas.
Estas discrepancias sustentan la hipótesis de que ningún componente aislado de un alimento, como en este caso las F&H, es el único responsable de efectos protectores en el organismo, los cuales se deben a una interacción específica de diferentes constituyentes.
Así pues, una dieta balanceada con abundantes F&H de todos los colores parece ser una buena inversión en nuestra salud. Con este estudio, el color blanco se repotencia y nos debe estimular a incluir F&H de este color, y hasta a atrevernos a decir: “blanco que te quiero blanco”.
Dra. María Soledad Tapia
Maria.tapia@5aldia.org.ve