De acuerdo a un estudio publicado en el número de julio de 2013 del Journal of Developmental & Behavioral Pediatrics, los niños pre-escolares con pocas horas de sueño, es decir, que duermen poco, tienen mayores probabilidades de problemas como ira y agresión. Los investigadores de la Universidad de Virginia, en Charlottesville, USA, recomiendan entonces, que los padres y pediatras discutan cómo mejorar los hábitos de sueño de niños en edad preescolar que presenten problemas de conducta.
Los investigadores trabajaron con una muestra de 9.000 niños de un gran estudio nacional estadounidense: La Cohorte de Estudio desde el Nacimiento a la Niñez Temprana, que estudia a niños nacidos en el año 2001 hasta el kindergarten. Se analizaron las respuestas de los padres a un cuestionario estándar de conducta infantil que califica a sus niños -en una escala de 1 a 5- sobre la base de 6 diferentes problemas de externalización de conducta: hiperactividad, ira, agresión, impulsividad, rabietas y conductas perturbadoras. Se aplicó la Escala de Conducta de Preescolares y Kindergarten (segunda edición).
La duración del sueño se estimó preguntando a los padres a qué hora se acostaban y se levantaban habitualmente los niños en días de semana.
Se midió la relación entre la duración del sueño y las puntuaciones obtenidas en conducta, tomando en cuenta otros factores que podían afectar tanto el sueño como la conducta.
La hora promedio de irse a la cama era las 8:30 pm, y la de levantarse eran las 7:13 am, con un tiempo promedio de horas de sueño de alrededor de 10 horas y media. 11% de los niños fue clasificado dentro de un grupo de “pocas horas de sueño” cuando dormían menos de 9 horas y ¾. Estos niños tenían conductas peores que los que dormían más. Las conductas agresivas eran 80% más probables de aparecer en niños que dormías menos de 9 horas y ¾.
Con respecto al cuestionario, 16% de los niños obtuvieron puntuaciones altas con respecto a problemas de conducta externalizados, los cuales eran más comunes en a) varones, b) niños que veían más de dos horas de TV diarias, y c) aquellos cuyas madres declaraban que eran niños depresivos.
Las pocas horas de sueño se asociaron con aumentos entre 30 y 46% en otras conductas externas: hiperactividad, ira, impulsividad, rabietas y conductas molestas. En la medida que las horas de sueño aumentaban, las conductas perturbadoras disminuían.
Estudios previos en grupos más pequeños de niños ya han identificado que un sueño insuficiente de pocas horas, es un factor de riesgo en problemas de conducta de niños en edad pre-escolar.
Igualmente, es muy importante relacionar los problemas de sueño con la percepción de los padres, la historia médica de los niños y su psicopatología. Esto debe ser informado al pediatra, ya que puede ser una alarma que alerte sobre posibles problemas psiquiátricos. sociales o clínicos.
Pero hay más. El pasado mes de junio de 2013, durante la Reunión Anual de los Profesionales de las Sociedades del Sueño, se discutió una investigación realizada en la Escuela de Medicina de Stony Brook University, (EE.UU), según la cual, los adolescentes que duermen menos de 7 horas diarias, tienen menos probabilidades de consumir frutas y hortalizas, y de hacer selecciones alimentarias saludables.
El estudio examina los datos recolectados de entrevistas realizadas a más de 13.000 adolescentes en 1996. El 18% de los jóvenes que declararon dormir menos de 7 horas eran más susceptibles de consumir “comida rápida”, 2 o más veces a la semana, así como de comer menos alimentos como las frutas y hortalizas. Es decir, los jóvenes más descansados tienen más facilidad de hacer selecciones saludables de alimentación que quienes no descansan lo suficiente.
El grupo investiga entonces si existe una asociación entre la duración del sueño y las selecciones alimentarias de los adolescentes, ya que esta es una etapa crítica del desarrollo en el período entre la infancia y la adultez, y que los hábitos que se forman en la adolescencia tendrán un impacto en sus hábitos como adultos.
Este estudio no ha sido publicado aún, pero los investigadores señalan que si logran determinar la existencia de un vínculo causal entre la duración crónica del sueño y hábitos alimentarios inadecuados, se debería empezar a pensar en cómo incorporar la educación en higiene del sueño, en los programas de de prevención de obesidad y de promoción de salud.
María Soledad Tapia
Maria.tapia@5aldia.org.ve