Un estudio publicado a finales del 2012 en Physiology & Behavior liderizado por el Dr. Terry Davidson nos alerta acerca del consumo de alimentos muy energéticos (ricos en grasas saturadas y azúcares refinados), hecho que puede producir cambios en el área del hipocampo, la zona que controla la memoria y el aprendizaje, y provocar, a su vez, un consumo excesivo de esos alimentos calóricos.
Esto se convierte en una especie de círculo vicioso que dificulta la pérdida de peso y produce obesidad. Y lo que es más, está vinculado igualmente a deterioro cognitivo, Alzheimer y demencias.
Hay evidencias que vinculan la dieta occidental con el deterioro cognitivo, el Alzheimer y la obesidad.
En el cerebro, este efecto se observa particularmente en las funciones de aprendizaje y de memoria que son dependientes de la integridad del hipocampo la cual se ve alterada por cambios neurobiológicos relacionados con la habilidad de las grasas saturadas y los carbohidratos simples (refinados) -dos de los ingredientes más comunes de la dieta Occidental- de deteriorar la función cognitiva.
Se ha descrito incluso un modelo que propone que la dieta Occidental contribuye a desarrollar un impulso difícil de controlar de ingerir alimentos en exceso lo que conduce a su vez a desarrollar obesidad.
No en vano muchas publicidades de este tipo de alimentos dicen: si te comes uno, te los comes todos.
El mecanismo sería que estos alimentos interfieren con un tipo de inhibición de la memoria dependiente del hipocampo, la cual es crítica para la habilidad de los animales de abstenerse de responder a señales ambientales asociadas a los alimentos, y en última instancia, abstenerse de una ingesta energética excesiva muy superior a sus necesidades calóricas.
El Dr. Davidson publicó igualmente el año 2012 en el Journal of Alzheimers Disease, un estudio en el que empleó un modelo con ratas de laboratorio para evaluar si el consumo de una dieta rica en energía (DRE), similar a las de las sociedades occidentales modernas, producía deterioro específico de la función hipocampal.
A las ratas se les examinó el desempeño en aprendizaje y memoria después de 90 días consumiendo una DRE, usando 3 “problemas de aprendizaje” de discriminación no espacial que difieren con respecto a la dependencia de la integridad del hipocampo.
Los resultados mostraron que el consumo de DRE deterioraba el desempeño cognitivo, lo que no ocurría con las ratas alimentadas con dietas no energéticas.
Adicionalmente, se investigó el efecto de las DRE en la integridad de la barrera hematoencefálica (BHE) que protege al cerebro al permitir la entrada selectiva de oxígeno y nutrientes más no de sustancias tóxicas.
Las células de la BHE (conformadas por células epiteliales de los capilares que irrigan al sistema nervioso central), poseen proteínas específicas que transportan de forma activa sustancias como la glucosa.
En el trabajo que nos ocupa se trabajó con grupos de ratas de laboratorio que habían tenido todas, un acceso limitado a una dieta baja en grasa y habían sido entrenadas con dos “problemas de aprendizaje”: uno directamente relacionado con habilidades de aprendizaje y de memoria dependiente del hipocampo, y otro no dependiente del hipocampo.
Después, las ratas fueron divididas en dos grupos: uno con acceso ilimitado a dietas de laboratorio bajas en grasa (DBG) y el otro con acceso ilimitado a una DRE, y todas fueron expuestas a los mismos dos “problemas de aprendizaje” por segunda vez.
Se encontró que aquellas ratas obesas por haber sido alimentadas con DRE tuvieron un desempeño significativamente peor en las pruebas de aprendizaje y memoria en comparación con las ratas no obesas alimentadas con DBG, mientras que ambos grupos tuvieron el mismo desempeño en las pruebas no dependientes de la función hipocampal. Lo que es más: también se encontró que la BHE (de protección) había sido dañada.
Ya que las memorias y pensamientos son suprimidas en el hipocampo, y asumiendo que estos resultados y respuestas pueden aplicarse a humanos, entonces la habilidad del hipocampo de suprimir pensamientos no deseados acerca de alimentos muy calóricos parece ser afectada por una dieta alta en grasas saturadas y azúcar. Esto aumentaría el consumo de este tipo de alimentos en las personas obesas, ya que el autocontrol para dejar de comer es decir, su sistema inhibitorio, está dañado.
El Dr. Davidson considera que este es un ciclo vicioso entre obesidad y declinación cognitiva, ya que, lamentablemente, este sistema inhibitorio funciona también para recordar cosas, eventos, episodios, y para suprimir otros tipos de pensamientos.
Estos resultados coinciden con lo mencionado anteriormente de la existencia de una relación entre obesidad en humanos de mediana edad y una mayor posibilidad de desarrollar Alzheimer y otras demencias cognitivas.
De acuerdo a Davidson, el daño a la actividad hipocampal, al consumir estos alimentos, puede ser permanente, lo cual se ha demostrado en personas obesas que han perdido peso y a quienes les es muy difícil mantenerse en un peso adecuado.
Esto nos hace recordar la fascinante película Eternal sunshine of the spotless mind y su proceso de borrado de recuerdos y memoria, sólo que en nuestro caso, no debemos permitirnos olvidar que hay que parar de comer cuando nos sentimos insaciables.
María Soledad Tapia
Maria.tapia@5aldia.org.ve