Un estudio publicado en la edición de febrero de la revista Journal of Nutrition reportó que los adolescentes que consumieron dietas con un alto contenido de fructuosa presentaron aumento de la presión arterial, de la glucosa en ayuna, de la proteína C-reactiva (marcador de inflamación sistémica) y aumento de la resistencia a la insulina.
Los investigadores también observaron aumento de la obesidad central, niveles bajos del colesterol HDL o “colesterol bueno” y de la hormona adiponectina que, normalmente, se produce en el tejido adiposo y cuya disminución está asociada al aumento de la resistencia a la insulina, diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular.
En el estudio participaron 559 adolescentes de 14 a 18 años.
La fructuosa es un tipo de azúcar que se encuentra en pequeñas proporciones en las frutas naturales (1% a 8%) y la miel (alrededor de 38%).
La mayor parte de la fructuosa que se consume en la dieta no proviene de las frutas, sino de la fructuosa añadida a las bebidas gaseosas, jugos y dulces que produce la industria de alimentos y cuyo consumo ha aumentado enormemente en las últimas cinco décadas.
La fructuosa es el carbohidrato natural más dulce que existe en la naturaleza, por esa razón y por su bajo costo y sabor agradable es ampliamente utilizada en la producción de alimentos y bebidas comerciales. Sin embargo, rara vez se utiliza en su forma pura.
Una de las preparaciones más utilizadas, en la industria de alimentos, es el jarabe de maíz (high-fructose corn syrup). No es un compuesto natural. Es un producto cuya elaboración resulta de la combinación de 55% de fructuosa libre y 45% de glucosa libre.
El azúcar de uso doméstico o sacarosa está compuesto por 50% de fructuosa y 50%de glucosa. Cada molécula de glucosa está unida a una de fructuosa por enlaces que se rompen durante el proceso de digestión.
Los autores del estudio observaron que los adolescentes que reportaron un exceso de consumo de dulces, bebidas gaseosas y jugos endulzados con productos que contenían fructuosa presentaron obesidad central por aumento de la acumulación de grasa en el abdomen.
Se ha demostrado que la acumulación de grasa en la zona abdominal se debe mayoritariamente a un aumento de la grasa visceral, que es aquella que se deposita alrededor de algunos órganos abdominales y es un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes tipo 2.
Hasta hace relativamente poco tiempo, se consideraba que las células adiposas tenían una función pasiva como simples depósitos de grasa. Actualmente, se sabe que el tejido adiposo se comporta como un órgano con funciones metabólicas y endocrinas. Produce hormonas como la leptina que, normalmente, se libera después de la ingestión de los alimentos y produce sensación de saciedad y la adiponectina que aumenta la sensibilidad de las células a la insulina.
Se ha comprobado que el exceso de grasa visceral aumenta la producción de unas proteínas llamadas citoquinas que producen un estado de inflamación crónica y moderada. Estas proteínas proinflamatorias alteran el balance y funcionamiento de algunas hormonas como la adiponectina.
Los autores del estudio observaron que los adolescentes que consumieron un exceso de bebidas y alimentos endulzados con fructuosa presentaron disminución de la adiponectina, lo cual está asociado al aumento de la resistencia a la insulina y diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular.
También observaron aumento de la glucosa en ayuna, de la presión arterial sistólica, de la proteína C-reactiva (marcador de inflamación) y disminución del colesterol HDL o “colesterol bueno”.
Los investigadores concluyeron que el consumo elevado de fructuosa está relacionado con múltiples marcadores de riesgo cardiometabólico, pero, al parecer, esta relación está mediada por el aumento de la grasa visceral que produce el consumo excesivo de fructuosa.
Los factores de riesgo cardiometabólico se presentan cuando el consumo de calorías provenientes de la fructuosa es mayor de 16% del total de calorías ingeridas.
La Dra. Vanessa Bundy, autora del estudio, señaló la importancia de proporcionar una alimentación balanceada y de alto valor nutritivo a los niños y adolescentes, y estar atentos a las cantidades de bebidas gaseosas, dulces y jugos endulzados con compuestos que contengan fructuosa como el jarabe de maíz y la sacarosa o azúcar de uso doméstico.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian