Un estudio publicado en el Journal of Pediatrics de agosto de 2012, titulado “La postergación de la gratificación de niños prescolares predice su masa corporal 30 años después,” nos lleva a una formidable conclusión: aquellos niños que pueden ejercer por sí mismos algún nivel de autocontrol cuando de comida se trata, pueden tener más oportunidades de mantener la obesidad “a raya” cuando sean adultos.
Pero esto va más allá de la obesidad. Se trata también de que aquellos niños con mayor autocontrol son más capaces de desarrollar destrezas psicosociales relevantes, o habilidades para la vida, que conducen a su éxito como individuos y ciudadanos.
La habilidad de postergar la gratificación se desarrolla en la medida en que el niño madura y aprende a abstenerse de placeres de menor valor a corto plazo, a favor de perseguir y obtener logros de mayor valor a largo plazo.
Uno de los autores del artículo es el psicólogo estadounidense Walter Mischel, quien en la década de los 70 diseñó el «Marshmallow Test» o “Prueba del malvavisco”, para investigar la relación entre el auto-control de un niño y su futuro social y académico.
El retraso o postergación de la gratificación evalúa el autocontrol del niño al pedírsele escoger entre una pequeña recompensa inmediata (p. ej. 1 malvavisco), o esperar un poco para ganar una recompensa más apetitosa (p. ej. 2 malvaviscos).
Varios estudios realizados por Mischel y su equipo con niños de un prescolar de la Universidad de Stanford (USA), a quienes evaluó 10 y 20 años más tarde, revelaron que una mayor postergación de la gratificación se podía asociar con importantes logros posteriores, ya que los niños que lo hacían se convirtieron en adolescentes socialmente más competentes y académicamente más exitosos, con respecto a los que consumieron los dulces de inmediato, quienes presentaron problemas de autoestima y dificultades para relacionarse con sus compañeros. Igualmente, en algunos niños se asoció con un menor uso de drogas ilegales en la adultez.
Es decir, los niños con mayor capacidad de resistir la tentación del dulce desarrollaron mejores relaciones interpersonales, mejor manejo del estrés, comunicación más asertiva y mayor autoconocimiento y seguridad en sí mismos, las cuales son habilidades para la vida que determinan el éxito y la salud de los individuos.
Otras investigaciones han encontrado una relación longitudinal entre el autocontrol de los niños y su peso. Así, un estudio longitudinal realizado en USA en el que se hizo el seguimiento a 1.061 niños de 3 y 5 años hasta su entrada en la adolescencia (12 años), encontró que aquellos que obtenían bajas puntuaciones en tareas de autocontrol a la edad de 3 años (experimentos con juguetes) y a los 5 años (postergación de la gratificación usando caramelos, galletas en forma de animales y pretzels), tenían un mayor índice de masa corporal (IMC) y mayores aumentos en el mismo hasta los 12 años, que niños que obtuvieron puntuaciones más altas.
Otro estudio realizado con 1.000 niños en Nueva Zelanda encontró que los niveles de autocontrol en la niñez (3-11 años), obtenidos a través de cuestionarios llenados por padres, maestros y por los mismos participantes, predecían no sólo su salud general a la edad de 32 años, como el tener al menos 3 de 6 factores de riesgo de enfermedades crónicas, (p. ej. obesidad), sino también su drogodependencia, sus finanzas, y hasta sus infracciones a la ley.
La Dra. Tanya Schlam, junto al Dr. Mischel y colegas de varias universidades, emplearon ahora un período de 30 años, transcurrido entre la evaluación del autocontrol en 610 niños, y la estimación de su IMC como adultos, de manera de probar la hipótesis “a priori” que la postergación de la gratificación por períodos más largos en la niñez se asocia con un menor IMC en la adultez. El resultado: cada minuto que los niños postergaban su gratificación con dulces se correspondió con un descenso de 0,2 en su IMC promedio 3 décadas más tarde.
En general, el desempeño en la tarea de postergación de la gratificación se considera que refleja control cognitivo, el cual capacita a las personas a descartar información no relevante en aras de una meta deseada. En consecuencia, el control cognitivo puede ayudar a mantener el peso adecuado permitiendo, por ejemplo, desarrollar estrategias para regular la ingesta calórica. Por lo tanto, de acuerdo a los autores, el identificar niños con dificultades de control cognitivo en general, y de postergación de la gratificación en particular, puede ayudar a detectar niños con riesgo de sobrepeso y obesidad.
Muchos de los esfuerzos de prevención de obesidad están dirigidos a lograr cambios en los hábitos alimentarios y estilos de vida, sin embargo, el implementar intervenciones para fortalecer y mejorar la capacidad de los niños de autoregularse y postergar la gratificación puede también ayudar.
Esto sin duda es para ponerse a pensar. ¿No les parece?
Si usted desea puede ver algunas escenas del Marshmallow Test.
María Soledad Tapia
2 Comentarios
Dalmacia Noguera
Excelente publicación, Dra Tapia, una vez más los estudios relacionados con la pandemia de la Obesidad orientan al abordaje multidisciplinario y la inclusión del grupo familiar para una terapéutica exitosa. Dalmacia Noguera. Pediatra Nutrólogo
Mirador Salud
Gracias Dra. Noguera.
En efecto, es un tema que requiere el abordaje multidisciplinario.
El tópico del autocontrol es fascinante. Ojalá los padres lo manejaran más y lo ensayen con los niños. !Es que pueden ser hasta mejores ciudadanos!
Saludos cordialísimos,
Marisol