Según la propuesta de Loehr y Schwarts, nuestro más preciado recurso es la energía a nuestra disposición en cada hora del día. Este enfoque que esbozamos en nuestro artículo anterior, ¿Cómo perseverar sin fracasar en el intento?, merece una exploración más detallada de las oposiciones en las que se basa esta aproximación a la productividad personal. Basándose en sus experiencias con atletas de alta competencia y luego con ejecutivos de grandes compañías, estos expertos compararon las propuestas popularizadas en los últimos 40 años con los resultados de investigaciones más recientes. Sus descubrimientos conllevan un cambio radical en la forma de construirnos una vida más plena. En este artículo nos vamos a referir al primer cambio paradigmático propuesto por Loehr y Schwartz.
¿Necesitamos más tiempo o más energía?
Si captáramos las frases más frecuentes de las personas que actualmente viven en ciudades, muy posiblemente sobresaldrían «no tengo tiempo» o «no me alcanza el tiempo». Estas expresiones traducen a su vez la insatisfacción más profunda de no poder atender lo que se quisiera dentro del tiempo diario disponible.
Aunque desde los años 50 se empezó a utilizar el término de manejo del tiempo, realmente no se conocen teorías explicativas al respecto. Sí existen muchas recomendaciones y programas sobre plantear metas y prioridades, elementos puntuales en el manejo del tiempo y preferencias personales de organización. Han sido fórmulas originadas para mejorar la productividad en las empresas durante tiempos de presión, mediante una mayor optimización de su fuerza laboral en todos los niveles. Pero, aun apoyados por los avances tecnológicos digitales, agendas electrónicas y toda suerte de sistemas para ayudar a priorizar las tareas, el problema del tiempo sigue aparentemente sin solución.
Loehr y Schwarts nos ofrecen una nueva perspectiva: no es el tiempo lo que debemos manejar, sino nuestra energía para poder utilizarlo mejor. Además, explican, aunque no podemos modificar el tiempo, sí tenemos control de nuestras fuentes de energía. En consecuencia, somos responsables tanto de su obtención como de su uso. Esto requiere prestar atención a lo que nos sucede interiormente, lo cual es más complejo que comprarnos y aprender a manejar una agenda electrónica o un programa para priorizar lo que debemos hacer.
Nuestras cuatro fuentes energéticas.
Estamos acostumbrados a pensar que nuestra energía proviene sólo de nuestras condiciones físicas. El nuevo enfoque nos invita a darnos cuenta que nuestra energía proviene además del ámbito emocional, del mental y del espiritual. La contribución balanceada de estas cuatro fuentes energéticas es necesaria para nuestro bienestar integral tanto en el día a día como a largo plazo, y su interrelación hace que la fluctuación en uno de esos ámbitos impacte positiva o negativamente a los demás como una reacción en cadena.
El estado óptimo que nos permite un mayor compromiso y máxima productividad es cuando nos sentimos: energizados, seguros de nosotros mismos, dispuestos a asumir retos, alegres y conectados con otros. Por tanto, el primer paso a seguir para maximizar nuestra energía es estar atentos a nuestro estado anímico. Así podremos identificar nuestras carencias energéticas y tomar las medidas necesarias para recuperar la energía en su fuente correspondiente. A continuación, presentaremos ejemplos de carencias en cada una de estas fuentes, sus consecuencias y posibles estrategias para solventarlas.
- Ámbito físico
Damos por sentado que podemos funcionar atendiendo mínimamente nuestras necesidades físicas, aunque es la que sentimos de manera más inmediata. En las profesiones más centradas en el esfuerzo mental, se tiende a descontar el papel que juega la energía física en nuestra capacidad para manejar las emociones, concentrarnos, pensar creativamente y aún mantener nuestros compromisos. En el ámbito físico, la respiración es una poderosa herramienta para la auto-regulación. Por ejemplo, unas cuantas respiraciones abdominales son el mejor antídoto para estados de ira o ansiedad. Si hemos dormido mal, o nos hemos estado alimentando con comida inadecuada, es natural que nuestra fuente energética física esté comprometida. Si no estamos sufriendo de algún problema de salud -lo cual requeriría de otras medidas adicionales- podemos recuperar nuestra energía con pequeñas acciones como un paseo corto vigoroso, un pequeño descanso o un jugo natural de vegetales y frutas.
- Ámbito emocional
La energía física y la emocional están intrínsecamente conectadas. Para poder fluir con nuestra mejor disposición debemos desarrollar la capacidad de acceder a emociones positivas y agradables. Las emociones que surgen por sensaciones de amenaza o de déficit son tóxicas y son asociadas con la generación de hormonas de estrés. Nos hacen utilizar nuestras reservas de energía más rápido de lo conveniente. Además, si se estimula el temor y la rabia en otros, progresivamente invalidamos su habilidad para manejarse con efectividad. Entonces, es crucial el desarrollo de capacidades emocionales como la autoconfianza, autoregulación y la efectividad para relacionarnos. Por ejemplo, nos notifican que la organización donde trabajamos cerrará y ya no necesitará de nuestros servicios. Naturalmente, sentimos una baja en nuestra energía emocional, pero si precisamos lo que nos pasa, podemos apoyarnos en las otras fuentes energéticas para compensar el desbalance. En casos como este podemos prestar especial cuidado a nuestra rutina de salud (tiempos restaurativos, alimentación y ejercicio), mentalmente retarnos a explorar soluciones para no caer en cavilaciones negativas inútiles, apoyarnos en nuestras relaciones afectivas y sobre todo consultar nuestra brújula de propósitos vitales para ubicarnos en una perspectiva más amplia, incluyendo nuevos escenarios posibles.
- Ámbito mental
Podemos detectar carencias en nuestra fuente energética mental cuando se nos hace difícil concentrarnos, aumentan nuestros juicios negativos internos, rigidizamos nuestras perspectivas y producimos menos que lo usual. Las características de la vida actual y los trabajos en los que estamos en permanente conexión informática, entre otros, llevan nuestra energía mental a su límite, sin proporcionarnos el tiempo para renovarla. Nos percatamos de su falta cuando ya estamos rodando con una llanta espichada.
Al igual que lo que sucede en los ámbitos físico y emocional, la capacidad mental se nutre del balance entre su gasto y recuperación. El proceso creativo también requiere de la alternancia de períodos de estímulo y concentración con tiempos de desconexión para maximizar la participación de nuestro inconsciente. Para recuperarnos de la fatiga mental es muy efectivo detenernos para separarnos de los estímulos externos y respirar tres veces lentamente. Esa desconexión, aparentemente improductiva, es justamente lo que nos va a permitir recargar nuestra energía.
- Ámbito espiritual
La cantidad de energía de la que disponemos en un momento dado parte de nuestra capacidad física, pero la motivación que determina cómo la gastamos, y que nos impele a la acción, se relaciona con el ámbito espiritual. Loehr y Schwarts definen «espiritual» no en el sentido religioso, sino como la conexión a un conjunto de valores y a un propósito más allá de nuestro egotismo. La capacidad que hace posible esa conexión radica en el carácter -la fortaleza y convicción para vivir de acuerdo a nuestros valores, aun cuando esto requiera sacrificios personales o privaciones. Así mismo, esta requiere del balance entre nuestro compromiso hacia otros y la atención a nuestras necesidades.
Cuando sentimos una particular desmotivación, percibida como una pérdida de sentido y nos preguntamos ¿para qué estoy haciendo lo que hago? Cuando no nos satisfacen las respuestas y sentimos que nos falta algo que no podemos definir, estamos apuntando seguramente a la necesidad de indagar más profundamente sobre nuestro propósito de vida. Esta actividad nos reta a salirnos de nuestra zona de confort y conveniencias rutinarias, y si no aceptamos esta invitación a expandir nuestras capacidades, vamos deteriorando nuestra pasión de vida, integridad y honestidad para con nosotros mismos. Esta indagación es un elemento crucial de todos los procesos de cambio perdurables.
Les anexo el link de un video en español con el resumen del libro “El poder del pleno compromiso”. Les recomiendo que lo vean.
Jeannette Díaz
Nota sobre la autora:
Jeannette Díaz es Doctora en Educación de la Universidad de Massachusetts, Amherst, Profesora Titular Jubilada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Durante sus 28 años como docente, Coordinadora Académica y Coordinadora de Investigación disfrutó siendo mentora y coach de estudiantes y profesores apoyándolos en el desarrollo de sus habilidades creativas y progreso en sus carreras docentes. Formalizó esta área de interés cursando estudios y obteniendo la Certificación como Integral Master Coach® de Integral Coaching Canadá. Es miembro de la Federación Internacional de Coaches. Actualmente trabaja como coach, ayudando a sus clientes en el logro de transiciones exitosas en el ámbito personal o profesional. Página web de Jeannette Díaz
2 Comentarios
Alicia Ponte
Querida Jeanette, tus artículos son siempre excepcionalmente buenos. Gracias por compartir tu concepción muy ilustrada de lo que yo llamo balance. Donde el sube-y-baja es de a cuatro manos como tu bien describes y no de a dos.
Gracias mil y sigo aprendiendo contigo
Mirador Salud
Nuestra amiga y colaboradora Jeannette está de viaje.
En su nombre, gracias querida Alicia
MiradorSalud