En los últimos artículos compartimos dos perspectivas para obtener una visión más comprensiva, balanceada e inclusiva de nosotros y del mundo que nos rodea. Empezamos por la dimensión de nuestro yo, ofreciéndoles la práctica de los diálogos internos como medio de integración personal. En el artículo siguiente nos centramos en el aporte que nuestro cuerpo y acciones pueden brindar a este balance. Según el enfoque Integral aunque estas perspectivas son válidas, también son parciales para cumplir con el propósito señalado, nos falta añadir la visión desde lo colectivo.
En éste y en el próximo artículo exploraremos esas perspectivas de los espacios comunes que creamos con otros forjando nuestra humanidad. Esta visión desde lo colectivo la creamos constantemente al nuestro yo – tanto el intangible como el corpóreo – interactúan con el otro o los otros. Vamos generando así las múltiples dimensiones de los «nosotros» que amplían nuestro mundo: la familiar, la del trabajo, la romántica, la de los amigos o grupos a los cuales pertenecemos, la nacional, la cultural y la global.
Estamos tan inmersos en nuestro propio sentido colectivo de la realidad (subjetividad cultural), que no nos percatamos de la fuerza poderosa integrada por la cohesión, pertenencia, costumbres, códigos, normas, rituales y tradiciones compartidas. Ese tejido intangible que nos completa como seres humanos podemos evidenciarlo, entre otros, a través de las múltiples reglas no verbales que sólo «nosotros» entendemos.
Perspectiva desde el «nosotros»
¿Qué sucede cuando cambiamos el filtro personal por el de lo colectivo? Primeramente podemos darnos cuenta de que lo que nos importa como individuos, está imbricado con lo que es significativo para algunos de nuestros múltiples «nosotros». Aunque no siempre estemos conscientes de ello, las prioridades personales se conforman a partir de ese tejido cultural colectivo al cual pertenecemos. La traducción de los hilos intangibles a hechos concretos será el tema del próximo artículo, completando las cuatro perspectivas planteadas por el enfoque integral para ayudarnos a comprender lo que nos pasa o sucede alrededor nuestro en un momento dado.
La sabiduría popular nos ha invitado a asumir la perspectiva del «nosotros» cuando compartimos el «pónte en sus zapatos» para ubicarnos en la realidad desde donde el «otro»está actuando y evaluar mejor la situación. Al complementar nuestro punto de vista con la realidad del otro, enriquecemos nuestra percepción. El enfoque Integral nos motiva dar un paso más: sin descartar la importancia de tomar en cuenta una información distinta a la nuestra, al sincronizarnos con el otro «poniéndonos en sus zapatos» asumimos también ser parte esa red intangible, maravillosa de lo que nos une.
En términos de bienestar en el largo plazo, múltiples estudios han demostrado que las conexiones sociales son tan importantes como dormir o alimentarse bien. Quienes tienen buenas relaciones familiares, amigos y comunitarias son más felices, tienen menos problemas de salud y viven más tiempo.
Como contrapartida, en una investigación en la cual participaron 309.000 personas, se encontró que la carencia de relaciones satisfactorias aumentó en un 50% el riesgo de muerte prematura por diferentes causas. Menos divulgados son los efectos nocivos en el desarrollo de un país donde se impide la participación libre e igualitaria en procesos políticos a grupos de la sociedad. Ante la arbitrariedad e injusticia, aumenta la desconfianza hacia otros impidiendo la solidaridad y sentido de pertenencia que se requiere fortalecer.
Ante estas evidencias ¿no creen ustedes que vale la pena poner nuestro grano de arena para reparar los vínculos que se han deteriorado y ampliar nuestras redes de relaciones para desarrollarnos como sociedad?
¿Cómo podemos activar lo que nos une?
Aún viviendo fuera de Venezuela, formo parte de lo latinoamericano, de lo venezolano, de los colegas, de la familia y amigos que alimentan mis «nosotros» siempre presentes. Es inevitable que pensando sobre este artículo me haya sentido literalmente asaltada por la urgencia, por la impotencia, por el dolor de sentir cómo esa red que nos sustenta en nuestra venezolanidad – posiblemente diferente para cada quien – es ignorada o negada. Siento como se han ido disminuyendo conexiones y aminorando el fluir de la savia que nos alimenta a todos. Siguen existiendo canales conectores, pero lo trágico es ignorar u olvidar la importancia de cultivar nuestras redes cercanas de apoyo, sin dejar de ampliar nuestras relaciones.
Este deterioro no ha sucedido de repente, pequeños obstáculos y roturas se han ido añadiendo en el tiempo. Aunque empezamos a darnos cuenta de la magnitud de los daños palpables, no aquilatamos todavía las implicaciones de dejar sin alimento vital a toda la red, afectándonos a todos por igual. Expertos en equipos de trabajo afirman que la fuerza de un equipo se mide por el integrante más débil, también sabemos que con un solo vínculo frágil se rompe una cadena.
Las reparaciones para que pueda fluir la savia que necesitamos es un proceso lento y que requiere del esfuerzo de todos. Quizás estamos siendo utópicos, pero mientras no tengamos una visión desde lo colectivo, no reuniremos la energía necesaria para acometer paso a paso las pequeñas enmendaduras y limpieza de obstáculos que requerimos para reconstruirnos como una sociedad funcional. Deseo sugerirles la siguiente práctica como un pequeño aporte al proceso de valorización de esa dimensión intangible que nos nutre como venezolanos.
Hilos comunes
Como toda práctica, sus beneficios se empiezan a sentir con la repetición de pequeños pasos. Inicialmente, nos sentiremos ajenos al ejercicio pero poco a poco podrán ir fortaleciendo sus nuevos caminos neuronales para cambiar no sólo conductas particulares sino las actitudes que las generan.
Primera parte: Visualizar la energía generada por nuestros encuentros.
.- Dispongan de una hora ininterrumpida en un lugar tranquilo, aunque pudieran necesitar menos. Tengan a mano papel y lápiz en caso que deseen escribir.
.- Siéntanse en una posición cómoda, cierren los ojos y respiren tranquilamente. Presten atención al ritmo del aire al llenar los pulmones y cuando sale de ellos.
.- Imaginen una red de personas con desencuentros entre ellas. Algunas buscan conectarse con alguien para crear o reestablecer un vínculo roto. ¿Recuerdan alguna situación donde hayan experimentado eso -como participantes, observadores directos o enterados indirectamente?
.- Rememoren esa experiencia o imaginen lo que se activó a partir de esa reconexión. Al hacer las paces con alguien o presenciarla ¿Cómo se sintieron al retornar el entendimiento después de meses o años de desconexión?
.- Deténganse un momento, cierren los ojos y agradezcan haber sido partícipes de esa experiencia positiva, directa o indirectamente. Dejen que ese grato recuerdo les evoque – somática y emocionalmente – la satisfacción de su necesidad de conexión, de relación, de pertenencia.
Segunda parte: Sentir nuestros vínculos rotos.
.- Imaginen ahora un grupo similar al anterior, de personas conocidas o nó. La comunicación está interrumpida y no se genera la savia relacional que permitiría extenderse a otros. Sienten como la fuerza de la red se va debilitando.
.- ¿Les viene a la mente alguna experiencia que ha dañado su red amplia de conexiones? Recuerden algo – preferible de poca importancia para ustedes – que les haya causado cierta molestia. Por ejemplo, un empleado de un sitio que frecuentamos nos trató con descortesía y aunque decidimos ignorarlo, sentimos una pequeña pérdida en nuestra capacidad de vincularnos con otros. Sufrimos un pequeño pesar o disgusto por lo sucedido. Rememoren ese pesar o molestia.
.- Respiren ahora prestando atención a su respiración e imaginen que esas emociones de tristeza, pesar, rabia los cubren como una ola. Respiren con la confianza de sentir que esas emociones van a pasar al retirarse esa ola. Ustedes eligen ser los observadores activos de este proceso y escribir sobre ello sería muy provechoso.Tercera parte: Aprender a reconstruir nuestros vínculos para sanarnos.
Nota: dependiendo de las emociones suscitadas por la experiencia rememorada, posiblemente deben repetir la práctica hasta que puedan sentir las emociones y ser capaz de separarse de ellas convirtiéndose en observadores de lo que les sucede internamente.
Tercera parte: Aprender a reconstruir nuestros vínculos para sanarnos.
.- No necesitan buscar el mismo empleado con el cual se molestaron para completar esta práctica, aunque sería una muy buena experiencia. Busquen entablar una conversación con alguien desconocido y sencillamente abordarlos diciéndoles que están haciendo un trabajo personal solicitándoles que respondan tres preguntas: ¿Qué es lo que más valoran de las relaciones en su vida?, ¿Quisieran aumentar o mejorar sus relaciones? y ¿Porqué?
.- La tarea principal consiste en oír atentamente sus respuestas y tratar de encontrar coincidencias vinculantes entre ustedes, teniendo presente la imagen de la red que necesita repararse y multiplicar sus vínculos. De acuerdo a la conversación, siéntanse en libertad de hacer otra pregunta. Agradezcan sinceramente este pequeño intercambio y sugiéranle a la persona repetir esta experiencia con alguien desconocido.
.- Cuando lleguen a sus casas, escriban las respuestas y reflexionen sobre lo que los une con esta persona desconocida. Si no encuentran coincidencias, exploren profundamente cómo pudieran encontrarlas en situaciones similares. Les aseguro que estarán generando nuevas capacidades para vivir mejor.
Un aporte reciente al cambio de actitudes aplicando los avances de la neuropsicología es el libro Cultiva la Felicidad del Dr. Rick Hanson, neuropsicólogo y profesor de la Universidad de Berkeley en California. En su página encontrarán materiales interesantes acerca de este apasionante tema.
Con mucho gusto responderé sus comentarios derivados de esta práctica por la dirección de correo de mi página web. Estoy interesada en multiplicar vínculos que nos enriquezcan colectivamente.
Jeannette Díaz
Nota sobre la autora:
Jeannette Díaz es Doctora en Educación de la Universidad de Massachusetts, Amherst, Profesora Titular Jubilada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Durante sus 28 años como docente, Coordinadora Académica y Coordinadora de Investigación disfrutó siendo mentora y coach de estudiantes y profesores, apoyándolos en el desarrollo de sus habilidades creativas y progreso en sus carreras docentes. Formalizó esta área de interés cursando estudios y obteniendo la Certificación como Integral Master Coach® de Integral Coaching Canada. Es miembro de la Federación Internacional de Coaches a nivel Profesional (PCC). Actualmente trabaja como coach, ayudando a sus clientes en el logro de transiciones exitosas en el ámbito personal o profesional. Página web de Jeannette Díaz.