La siesta que duermen los bebés, poco después de haber sido expuestos a una experiencia nueva de aprendizaje, puede facilitar la formación y consolidación de la memoria declarativa, que permite retener, preservar y evocar recuerdos, habilidades y hechos específicos.
Así lo señala un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, en febrero de 2015 y realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Sheffield, en South Yorkshire, Reino Unido, y la Universidad Ruhr Bochum, Alemania.
Numerosos estudios han evaluado los efectos del sueño en el cerebro de los adultos. Se sabe que dormir un número adecuado de horas mejora la formación y consolidación de recuerdos, ayuda a crear nuevas ideas que permiten resolver viejos problemas o interrogantes y facilita la conexión entre diferentes tipos de información.
Por otra parte, un estudio realizado en septiembre de 2014 demostró que la falta de sueño en los adultos puede reducir el volumen del cerebro, lo cual afecta la capacidad de retener información nueva, mientras que otra investigación reciente encontró que dormir pocas horas puede acelerar el envejecimiento del cerebro.
Igualmente, dos estudios previos demostraron que dormir la siesta ayuda a los niños en edad preescolar a consolidar la memoria y mejora la memoria emocional declarativa de los niños en edad escolar.
Poco se sabe sobre el efecto del sueño en el cerebro de los bebés
De acuerdo con los autores del estudio que nos ocupa, poco se ha investigado sobre el papel que desempeña el sueño en el procesamiento de la memoria temprana de los bebés, aun cuando los pequeños se dedican a dormir la mayor parte del tiempo.
Por ese motivo, el equipo de investigadores se propuso evaluar si dormir de día, después de un período de aprendizaje, ayudaba a los bebés a recordar nuevas habilidades y conductas. El estudio incluyó 216 infantes sanos de 6 a 12 meses.
En vista de que los bebés no hablan antes del primer año, los investigadores tuvieron que encontrar una manera no verbal para medir si dormir la siesta antes o después de la experiencia de aprendizaje podía influir en la consolidación de la memoria.
Para realizar la investigación los autores utilizaron cuatro títeres de peluche (dos ratones y dos conejos). Cada muñeco peludo llevaba una manopla removible en una mano.
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores realizaron dos visitas a la casa de cada infante.
Durante la primera visita el investigador se sentaba frente al pequeño y su cuidador y le mostraba el peluche al bebé y luego le enseñaba cómo quitarle al títere de peluche la manopla de su mano, cómo al sacudirla sonaba una campanilla y cómo la manopla podía ser colocada nuevamente en la mano del peluche. El bebé tenía la oportunidad de jugar e imitar lo que el experto le enseñaba.
Después de que los pequeños vieron varias demostraciones del show de los peluches y tuvieron la oportunidad de jugar, un grupo de bebés durmió una siesta larga (más de 30 minutos), mientras que el otro grupo se quedó despierto o durmió menos de 30 minutos.
Durante la segunda visita, que se realizaba cuatro horas después de la demostración, los bebés tenían la oportunidad de volver a jugar con los peluches. Aquellos que habían dormido una siesta larga hicieron más intentos de agarrar y sacudir la manopla y colocarla de nuevo en la mano del peluche, en comparación con los infantes de la misma edad que habían dormido menos de 30 minutos.
Cuando se les mostró a los bebés el peluche 24 horas más tarde, aquellos que habían dormido la siesta realizaron más intentos de repetir las habilidades que habían aprendido, en comparación con aquellos infantes que no habían dormido o habían hecho una siesta corta.
Es importante resaltar que los bebés que durmieron una siesta de más de 30 minutos inmediatamente después de la demostración de los peluches eran mucho más propensos a recordar lo que habían experimentado, en comparación con los bebés que habían dormido la siesta cuatro horas después del período de aprendizaje.
Por otra parte, daba igual si los bebés dormían la siesta o no lo hacían justo antes de la demostración de los peluches, ya que se observó poca diferencia en la capacidad de recordar lo aprendido entre ambos grupos.
La memoria declarativa es uno de los dos tipos de memoria a largo plazo que le permite al bebé retener, preservar y evocar recuerdos, habilidades y hechos específicos y se desarrolla a partir del aprendizaje que el pequeño adquiere de las experiencias de primera mano. Por ejemplo: ¿cómo funcionan los juguetes? ¿Cómo se relaciona un objeto con otro, con él y con la persona que lo cuida?
Los bebés tienen mucho que aprender
Los autores del estudio asoman la hipótesis, con base en los hallazgos de la investigación, que el hipocampo del pequeño cerebro de los bebés, una región muy importante para la formación de la memoria declarativa, podría tener una capacidad de almacenamiento limitada. Por lo tanto, sugieren la necesidad de períodos frecuentes de sueño durante el primer año para que los pequeños puedan captar y almacenar la mayor parte de las experiencias de aprendizaje, antes de que esos recuerdos potenciales se pierdan en el torrente interminable de cosas nuevas para aprender.
Este estudio, el primero en su género, examinó las oportunidades de aprendizaje de los bebés en torno a las siestas que se dan de modo natural y muestra lo valiosas que podrían ser algunas actividades que, con frecuencia realizan los padres con sus niños, como la lectura de libros, justo antes de que los pequeños se duerman.
El estudio también sugiere que los horarios de siesta flexibles podrían ayudar a asegurar las condiciones óptimas de aprendizaje para los niños.
Es importante resaltar que los hallazgos del estudio reportaron que dormir después del aprendizaje es positivo, no demostraron que tener sueño durante el entrenamiento sea provechoso.
Estos resultados son especialmente interesantes y útiles tanto para los padres como para los educadores, ya que sugieren que para los bebés el momento óptimo para aprender información nueva es antes de dormir.
Los autores del estudio planean realizar nuevas investigaciones con la finalidad de examinar si el sueño además de facilitar la cantidad de información nueva que los bebés pueden retener, también podría mejorar la calidad de la memoria o cómo se utilizan los recuerdos.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian