En los Estados Unidos, el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP por sus siglas en inglés) y el Programa Especial de Nutrición Suplementaria para Mujeres, Infantes y Niños (WIC) son los dos programas federales más importantes cuyos objetivos son mejorar la nutrición y la seguridad alimentaria de las personas de bajos ingresos. Ambos son administrados por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA).
SNAP es el programa federal más grande, y proporciona beneficios a personas y familias con bajos ingresos, elegibles a través de una tarjeta de transferencia de beneficios electrónicos. Esta tarjeta se puede usar como una tarjeta de débito para comprar alimentos elegibles en tiendas minoristas autorizadas. Para ser elegible para este programa de beneficios, los solicitantes deben vivir en el estado donde solicitan y cumplir ciertos límites de saldo bancario. Los hogares con un adulto mayor (más de 60) o un miembro con alguna discapacidad podrían tener un límite superior de saldo bancario. El programa ayuda a alimentar a más de 42 millones de estadounidenses—1 de cada 8—cada mes.
Durante casi 50 años, el Programa WIC ha proporcionado alimentos saludables, apoyo a la lactancia materna, referencias a servicios sociales y de salud, y educación nutricional a familias calificadas por ingresos con necesidades nutricionales. Atiende a más de 6.3 millones de mujeres, bebés y niños de bajos ingresos entre las edades de 1 y 5 años. WIC es el principal programa de nutrición de salud pública del país. En 2019, más de la mitad de todos los niños nacidos en los Estados Unidos y uno de cada nueve estadounidenses recibieron beneficios de WIC.
Los alimentos se ofrecen a través de “paquetes” WIC que deben alinearse con las Pautas Dietéticas para los estadounidenses, las cuales se revisan cada cinco años, y deben promover y apoyar la lactancia materna, por lo que el Congreso de los Estados Unidos exige que cada 10 años se realice una evaluación de los alimentos del paquete WIC.
La última revisión fue ordenada a las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina en 2017, y el informe final recomendó cambios neutrales en cuanto a costos, que incluyen agregar pescado, aumentar la cantidad de cereales integrales y verduras y frutas como compensación por la disminución de jugos, leche, mantequilla de maní, compotas para bebés de verduras, frutas y carne.
Ambos programas (SNAP y WIC) han sido muy evaluados y estudiados.
Investigaciones han demostrado con fuerte evidencia que estos programas mejoran el estado de seguridad alimentaria, sin embargo, se ha investigado menos sobre el efecto a largo plazo. Un estudio reciente investigó el impacto de la participación en los programas SNAP y / o WIC durante la infancia en los resultados de seguridad alimentaria en la edad adulta entre personas que residían en hogares de bajos ingresos durante la infancia.
Los principales hallazgos fueron los siguientes:
Casi la mitad de las personas investigadas que eran de bajos ingresos en su infancia fueron beneficiarias de WIC y SNAP. El 32% recibió SNAP solo, mientras que solo el 5% recibió WIC solo. El 28% tenía un mejor estado de seguridad alimentaria desde la infancia hasta la edad adulta. 24,4% de la muestra reportó alta seguridad alimentaria en la infancia y edad adulta. El 32,6% experimentó un deterioro en el estado de seguridad alimentaria como adultos. Las personas que experimentaron inseguridad alimentaria como adultos tenían muchas más probabilidades de haber recibido SNAP en algún momento durante la infancia. También eran significativamente más propensos a tener ingresos más bajos y a ser menos educados, solteros y desempleados.
Los niños que recibieron beneficios de SNAP y WIC tenían 4.16 veces más probabilidades de mejorar su seguridad alimentaria como adultos
Las probabilidades previstas de tener más seguridad alimentaria como adulto fueron 4 veces con SNAP y WIC juntos, y 3 veces más altas entre los que recibieron SNAP solamente que entre los que no recibieron ninguno de los dos durante la infancia. La participación en SNAP y WIC juntos tuvo un efecto positivo general en el Estándar de Seguridad Alimentaria (FSS o Food Security Standard) * que la participación en cualquiera de los programas de forma aislada. La participación en WIC por sí sola no mejoró la seguridad alimentaria. Esto podría explicarse por el hecho de que la participación en WIC se limita a mujeres embarazadas y niños menores de 5 años. Los beneficios de WIC no están destinados a proporcionar alimentos a familias enteras, pero cuando los participantes también están inscritos en SNAP, los efectos de los dos programas pueden ser sinérgicos mayores en magnitud entre los que recibieron SNAP y WIC y 3 veces más altas entre los que recibieron SNAP solo que entre los que no recibieron ninguno de los dos durante la infancia. La participación en
La participación en programas de redes de seguridad social como SNAP y WIC durante la infancia ayuda a mejorar la seguridad alimentaria a lo largo de la vida
El estudio destaca la necesidad de continuar desarrollando programas de ayuda alimentaria para hogares vulnerables que sufren de inseguridad alimentaria como resultado del efecto a largo plazo en la reducción de la inseguridad alimentaria. Sin embargo, a pesar de que estos programas son útiles, los subsidios no permiten que una familia compre suficientes alimentos saludables para todo el mes. Esto puede cambiar con las recientes revisiones del Plan Económico de Alimentos “Thrifty” del 2021 que se enfoca en poner a comida saludable al alcance de las familias que reciben el SNAP, y aumentó los beneficios en un promedio del 27% con respecto a los niveles anteriores a la pandemia. La evidencia más reciente muestra consistentemente que los niveles de beneficios de SNAP son demasiados bajos para proveer una dieta realista y saludable, aún con hogares contribuyendo sus propios fondos para las compras de alimentos. Un estudio de USDA publicado este verano encontró que casi nueve de cada 10 participantes del SNAP reportaron que, para adquirir una dieta saludable, la barrera más común fue el costo de los alimentos saludables:
- El 88 por ciento de los participantes de SNAP informaron que enfrentan algún tipo de barrera para lograr una dieta saludable durante todo el mes.
- La barrera más común en general, informada por el 61 por ciento de los participantes de SNAP, fue la asequibilidad de los alimentos que forman parte de una dieta saludable.
- Dos barreras, la asequibilidad y la falta de equipo de cocina o almacenamiento, se asociaron con la inseguridad alimentaria en el hogar.
Las asignaciones de frutas y verduras en el programa WIC también aumentaron durante la pandemia, lo que también podría tener un impacto positivo en la seguridad alimentaria y la calidad de la dieta para los niños participantes.
Sin embargo, se necesitan políticas para mejorar el acceso a los programas, minimizar las barreras a la inscripción y garantizar la adecuación de los beneficios para que los niños de hoy que sufren de inseguridad alimentaria puedan beneficiarse de estos importantes programas ahora y en el futuro.
Corolario
El 15 de enero de 2019 comenzamos la primera entrega de un año —que no presagiaba la inmensa amenaza que en sus postrimerías se gestaría sobre la humanidad— con un artículo titulado “Sobre los programas de protección social. ¿Podemos los venezolanos no comparar? Los invito a recordarlo. La gran pregunta final es la misma:
¿Se hará alguna vez una evaluación seria del impacto de su programa social estrella, Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP)?
Recordamos a nuestros lectores, sobre todo del exterior, que el programa cubre a una parte muy significativa de los hogares venezolanos a través de un mecanismo de distribución de alimentos que constituye un subsidio universal, asignado sin criterios de elegibilidad, que ha sido señalado de discriminación, clientelismo y corrupción. En junio de 2018, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos publicó un informe en el que consideraba que el programa CLAP no cumplía con ciertos estándares relacionados con el derecho a la alimentación adecuada. Se documentó la falta de control en el programa y su uso como herramienta de propaganda política y control social.
María Soledad Tapia
* En numerosos países con situaciones de nutrición graves o críticas, los productos agrícolas se cultivan para el mercado internacional. Por otra parte, se observa actualmente una creciente exigencia por parte de los consumidores y la sociedad civil en general de que estas cadenas de suministro sean cada vez más justas y más sostenibles, y se reclaman cada vez más responsabilidades a las esferas política y económica. El FSS es una norma novedosa que incluye la seguridad alimentaria en los estándares de sostenibilidad y los sistemas de certificación existentes de las empresas importadoras, que ofrece una forma de evaluar y verificar de manera exhaustiva el cumplimiento del derecho a la alimentación. Verifica que la producción en las explotaciones agrícolas en el Sur Global sea compatible con el derecho humano a la alimentación que se les debe a los trabajadores agrícolas, a los pequeños productores y a los habitantes de las comunidades vecinas que producen estos alimentos.