Los juegos del hambre. Así comienza el título de un artículo que comentaremos, pero no se trata de la novela -llevada al cine- de la autora estadounidense Suzanne Collins. El título continúa así: Las fluctuaciones de los niveles de glucosa en sangre influyen en el apoyo a los programas de bienestar social. El trabajo fue publicado en Psychological Science el 30 de octubre de 2013. Los autores son de la Universidad de Aarhus, Dinamarca.
Pero hay más. Otro estudio por los mismos autores junto a investigadores de la Universidad de Oxford, del Reino Unido, publicado en Political Psychology en agosto de 2013 se titula: El Bienestar Social y la psicología de compartir alimentos: el hambre a corto plazo aumenta el apoyo al Bienestar Social.
Ambos estudios muestran en los países estudiados que cuando se tiene hambre y cuando los niveles de azúcar en sangre están bajos, se tiende a dar más apoyo a partidos políticos de izquierda que a los de derecha, al menos de acuerdo a las respuestas obtenidas al formularse preguntas sobre políticas de bienestar social.
Si estas preguntas son respondidas inmediatamente antes, o después de la hora de comer, este hecho se convierte en un factor equivalente al grado de escolaridad o tipo de empleo, o al hecho de estar desempleado, cuando se está evaluando o encuestando acerca de las inclinaciones políticas de los individuos.
Para hacer la investigación, se aplicaron encuestas en Dinamarca y en el Reino Unido entre los años 2007 y 2011, en muestras representativas de la población nacional.
Los investigadores se enfocaron específicamente en el hambre al mediodía, porque investigaciones previas han mostrado que las horas del mediodía se caracterizan por una relativamente alta estabilidad del ánimo diurno, mientras que las horas alrededor del desayuno y de la cena, se caracterizan por fuertes cambios en el ánimo que reflejan los ritmos circadianos.
Algo muy importante es que tanto en Dinamarca como en el Reino Unido, el almuerzo se toma entre las 12 del mediodía y la 1 de la tarde, también, que tienen regímenes distintos de bienestar social.
Los sistemáticos patrones de alimentación en ambos países proporcionan un marco de experimentación único y natural para investigaciones a gran escala de los efectos desencadenantes del hambre.
Niveles de azúcar sérico y su relación con la posición política de los participantes
Los investigadores requirieron que los participantes en el estudio ayunasen durante 4 horas, después de las cuales se les sirvió un vaso de Sprite o un vaso de Sprite Zero, que no contiene azúcar, para así poder trabajar con individuos que tuviesen niveles altos y bajos respectivamente, de azúcar, lo cual sería detectado en pruebas de azúcar sérico en ambos grupos.
Después de aplicar la encuesta se observó que el grupo con bajo nivel de azúcar en sangre se inclinaba más a apoyar políticas de izquierda -con respecto al bienestar social- que el grupo con altos niveles de azúcar.
Hambre y posición política
El otro estudio consistió en comparar actitudes hacia las políticas de bienestar social por parte de votantes regulares que participaron en el estudio inmediatamente antes, o después de almorzar. Este estudio demostró también que las personas estaban más dispuestas a apoyar políticas de bienestar social antes del almuerzo.
Está bien documentado en psicología y biología, que los humanos tienen impulsos básicos e instintos, lo cuales se han formado a través de nuestra historia evolutiva como animales gregarios que han vivido en grupos durante milenios. Un importante aspecto que siempre tuvo que ser discutido y resuelto desde tiempos ancestrales fue cómo compartir los recursos de los grupos (inicios de la política).
En una manera muy simple puede decirse que la evolución se determina por aquellos genes que sobreviven el tiempo suficiente en un organismo como para ser transmitido a otro organismo. Cuando los recursos son escasos, es muy importante tener la capacidad de discutir, preguntar y luchar por una distribución que facilite nuestra propia sobrevivencia y la reproducción, de la mejor manera posible.
Está demostrado que un contexto crucial para esta discusión es cuando se lleva a cabo en condiciones en las que los individuos del grupo están hambrientos ya que las personas hambrientas tienden a pedir ayuda a los demás.
Los investigadores entonces, trabajaron la hipótesis de que si hemos heredado mecanismos psicológicos que representan preguntas acerca del bienestar social y el compartir, entonces, se esperaría que el hambre afecte las actitudes de las personas a tales preguntas en un contexto político moderno.
Durante la mayor parte de la historia evolutiva humana, los sistemas de compartir recursos existían como redes interpersonales de pequeña escala entre familiares y amigos.
Hoy en día, el compartir recursos – redistribución – se lleva a cabo en una escala evolutiva sin precedentes, entre extraños, por un sistema altamente institucionalizado, muy complejo: el Estado de bienestar.
Se espera que las personas se formen una opinión sobre esta nueva forma de ingresos y redistribución de la riqueza mediante mecanismos seleccionados para el problema ancestral y estructuralmente similar de compartir alimentos.
Se conoce que las posiciones políticas están determinadas por la razón, el ambiente, la cultura, la conveniencia, la idelología, el interés económico, las lealtades, etc., pero esta investigación sugiere que los impulsos biológicos pueden ser potentes factores políticos.
Se puede concluir que cuando sentimos hambre y nuestros niveles de azúcar son bajos, nuestro organismo registra la “falta de alimentos” como un señal de recursos escasos, haciéndonos sentir que debemos apoyar una política de “compartir”, de manera que los más necesitados puedan recibir ayuda e incluso, que nosotros mismos podamos obtener ayuda de los demás, en caso de ser necesario.
Un punto polémico: los autores concluyen que los individuos hambrientos actúan de manera más codiciosa pero se describen a sí mismos como más cooperativos y expresan mayor apoyo al bienestar social, lo cual puede no responder a una genuina motivación para compartir, sino a aprovecharse de los esfuerzos de compartir de otros individuos
María Soledad Tapia
maria.tapia@5aldia.org.ve