Se acerca el Solsticio de Invierno, día cuando el sol «se aquieta» según reza su etimología. El día más corto de este año ocurrirá el 22 de diciembre, amaneciendo más tarde y ocultándose más temprano. Distintas culturas realizaban festivales para conmemorar este punto de inflexión en la trayectoria solar y anticipando un mejor futuro, los romanos y los celtas celebraban el regreso del sol, por cuanto a partir de ese día paulatinamente empezarían a disfrutar de días más largos.
Algunas tradiciones religiosas coinciden con la necesidad psíquica de revisar lo que hemos hecho en el año como parte del ciclo vital de renovación; de esto ya hemos hablado en Mirador Salud. Al aclarar nuestras necesidades profundas, descartamos lo superfluo y abrimos espacio a la energía requerida para lo que haremos en el nuevo año. Tendemos a saltarnos esta parte del ciclo y formular los deseos acostumbrados desconectados de nuestra realidad interna. Es común compartir lo que «nos traerá el nuevo año», como si dependiera de fuerzas externas lo que podemos atraer o lograr con nuestras actitudes, conductas y proyectos.
Como tema recurrente entre culturas y a lo largo de la historia, la búsqueda del sentido vital ha sido maravillosamente plasmada en la obra de Joseph Campbell «El camino del héroe». Este recorrido empieza cuando sentimos la necesidad de un cambio, bien por haber sido inspirados de alguna forma o por aliviar un dolor o malestar existencial. No es fácil el camino y buscaremos quien nos apoye en nuestro recorrido. Pasaremos una serie de pruebas ayudándonos a descubrir potenciales inexplorados en el trayecto. Tendremos triunfos que celebrar, aunque en realidad el proceso continúa. El vivir orientado por lo verdaderamente significativo es un reto de toda la vida.
En este último artículo del año he buscado integrar emoción y pensamiento, incluyendo mi sentir personal con ustedes y ofreciéndoles una selección de lo que creo pudiera serles más útil de lo publicado hasta ahora en Mirador Salud. Les propongo una serie de aventuras vivenciales para deslastrarnos de viejas rutinas e introducir nuevos rituales que nos animen a lograr lo que nos brinde mayor significado en el nuevo año.
¿Hacia dónde queremos ir?
Entre las consecuencias de nuestra forma de vida actual, acelerada y con una lista de tareas mayor que nuestra capacidad para hacerlas, está el sentirnos bajos de energía, insatisfechos y angustiados, como ratones de laboratorio corriendo en una rueda sin parar. Para colmo de males, el fin de año pareciera empujarnos a definir nuevas metas que cumplir, como si este acicate externo nos ayudara a ser más productivos o eficaces.
Hacer una pausa introspectiva para definir nuestro propósito pareciera ser algo innecesario o un lujo para el cual no tenemos tiempo. Sin embargo, Loehr & Schwartz señalan que, al igual que las demás fuentes energéticas (física, emocional, mental), nuestro espíritu requiere nutrirse y renovarse dado que nuestra claridad, foco y motivación provienen de allí. Recogiendo estos planteamientos, con el artículo ¿Cómo perseverar sin fracasar en el intento? inicié una serie de tres trabajos sobre el manejo de nuestro potencial energético.
¿Rutinas o rituales?
Las rutinas son útiles. Según neurocientíficos éstas nos permiten hacer actividades «en piloto automático» ahorrándonos actividad neuronal del centro ejecutivo para cuando sea indispensable analizar, decidir o planificar.
Lamentablemente también las rutinas entorpecen los cambios deseados. Si durante años hemos hecho algo de una manera, sustituir esa conducta firmemente arraigada por una nueva requiere un gran esfuerzo de nuestra parte. Estudiando formas de vencer la resistencia con la cual naturalmente nos oponemos a los cambios, investigadores del tema nos plantean utilizar el mecanismo de las rutinas a nuestro favor. ¿Cómo podemos hacer esto, aparentemente contradictorio?
Para realizar cambios sostenibles en el tiempo, es necesario buscar incorporar estas acciones al menú de nuestro «piloto automático». Se ha comprobado que en la medida en que empecemos a crear una nueva rutina conscientemente – es decir otorgándole la importancia de un ritual personal – tendrá más posibilidad de integrarse a nuestra cotidianidad. También esto se refuerza al conectarla a una conducta que ya tengamos automatizada.
Hacer amistad con nuestra resistencia
Cuando queremos cambiar alguna conducta podemos percibir dos grandes fuerzas en juego: la parte de nosotros que racionalmente, justificadamente y hasta emocionalmente desea cambiar. Al mismo tiempo, hay otra parte de nosotros que se opone a ese cambio, apoyada por el «piloto automático» que ha ido aceitando los mecanismos neuronales requeridos para realizarla. Casi sin darnos cuenta, al llegar la cesta del pan a la mesa, nos servimos una rebanada aunque tengamos un impedimento de salud y nos hayamos prometido a seguir las indicaciones médicas de no consumirlo.
A este conocimiento de cómo funciona nuestro cerebro y su repercusión cuando queremos cambiar hábitos o rutinas establecidos le debemos añadir algo más. Obtendremos mejores resultados si asumimos una actitud de aceptación y compasión con nosotros mismos, en vez de recriminarnos cuando fallamos en nuestros propósitos.
Aventuras para potenciar nuestro 2016
Primera aventura: ¿Descubrir cuál es mi propósito?
· Apartar un tiempo para el trabajo interior. Puede ser una cita puntual hasta unos días de retiro en un sitio tranquilo acompañados de papel y lápiz. Eliminar o restringir estímulos externos distractores. Este tiempo será una inversión que redundará en aumento de energía, mayor compromiso con lo que hacemos, alta productividad y satisfacción.
· La verdadera medida de nuestra vida es compuesta por las pequeñas escogencias que hacemos en cada momento. Al reflexionar preguntarse: ¿la vida que estoy viviendo vale lo que estoy renunciando por tenerla?
· Los propósitos pueden ser fuentes más poderosas y duraderas de energía de tres maneras: 1. Cuando convertimos en retos positivos y movilizadores lo que sentimos como carencias o amenazas. 2. Cuando al ser motivados internamente, valoramos la satisfacción que nos brindan per se y no porque aspiramos obtener algo externo que asumimos nos falta (dinero, aprobación, estatus, poder, amor). 3. Cuando están enfocados más allá de satisfacer nuestras propias necesidades.
Segunda aventura: Diseñar un ritual que nos permita apoyar el cambio que deseamos.
· Seguramente ya hemos detectado algo que deseamos cambiar. Escoger una imagen o foto que nos evoque nuestra aspiración y anotar el propósito motivador de nuestro primer proyecto del año. Podemos plasmarlo en una página o tarjeta.
· Seleccionar una acción que podamos incorporar diariamente en nuestra cotidianidad y que apoye o contribuya a la realización de este proyecto.
· Diseñar un ritual sencillo, conectado con algo de nuestra rutina y que sea factible de realizar diariamente. Por ejemplo, si queremos incluir un tiempo para activar/balancear nuestra energía podemos empezar por seguir 10 minutos de Qigong con un instructor en línea:
1. Colocar la tarjeta con la imagen y palabras motivadoras en un sitio donde la podamos ver al vestirnos.
2. Tener las instrucciones en la pantalla del teléfono, tableta o computadora.
3. Tan pronto terminemos con nuestro aseo matutino, ver la tarjeta y hacer esos 10 minutos para activar la energía.
4. Al terminar, agradecernos haber hecho un paso en el camino deseado.
Tercera aventura: Aceptar nuestra resistencia al cambio con compasión.
Esta aventura fue inspirada por enseñanzas de Pema Chödrön: la compasión – empezando con nosotros mismos – es el camino más fructífero para avanzar en nuestro desarrollo personal. Interrumpir patrones habituales o rutinas no deseadas, guiados por el despertar de nuestro corazón, es una labor de toda la vida.
· El hecho de estar conscientes de que no pudimos hacer lo que nos habíamos propuesto demuestra que estamos avanzando en nuestro propósito, aun cuando creamos haber fracasado.
· Inspirados por nuestro trabajo interno, mantenernos dando pasos diarios para incorporar los nuevos rituales a nuestra cotidianidad.
· Ser flexibles en la forma en que podemos avanzar, ajustando lo que se requiera, siempre teniendo en mente el horizonte hacia el cual nos dirigimos y agradeciendo los pequeños pasos que realicemos.
Me preparo para potenciar el nuevo año haciendo estos ejercicios en un retiro que haré entre el 20 y 29 de diciembre, coincidente con mi cumpleaños. Desde allí, estaré enviándoles las mejores energías para el nuevo año. Como siempre, les agradezco los comentarios que deseen hacer sobre estas prácticas y sugerencias sobre tópicos de su interés.
Jeannette Díaz
Nota sobre la autora:
Jeannette Díaz es Doctora en Educación de la Universidad de Massachusetts, Amherst, Profesora Titular Jubilada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Durante sus 28 años como docente, Coordinadora Académica y Coordinadora de Investigación disfrutó siendo mentora y coach de estudiantes y profesores apoyándolos en el desarrollo de sus habilidades creativas y progreso en sus carreras docentes. Formalizó esta área de interés cursando estudios y obteniendo la Certificación como Integral Master Coach® de Integral Coaching Canada. Es miembro de la Federación Internacional de Coaches en el nivel Profesional (PCC). Actualmente trabaja como coach, ayudando a sus clientes en el logro de transiciones exitosas en el ámbito personal o profesional. Página web de Jeannette Díaz