Al inicio de este 2018, los invito a acompañarme con un nuevo ciclo de artículos relacionados con la creatividad. Revisaremos las referencias importantes y nuevos aportes sobre esta área multidisciplinaria, ofreciéndoles prácticas enriquecedoras para desarrollar su potencial creativo.
Cuando leí en el Vivir Creativo la frase «la creatividad como modo de vida» no pensé que seguiría resonando en mí hasta casi tres décadas después, ni que me revelaría nuevas inquietudes profesionales, afirmando mi interés por el desarrollo de las habilidades creativas que todos poseemos. Esas palabras provinieron de Erika Landau, una excepcional sobreviviente del holocausto, psicoterapeuta y especialista en el tema de la creatividad. Impactada por su experiencia en el campo de concentración, escogió no tener hijos y dedicó su vida al Instituto que fundó en Tel-Aviv para la atención de niños superdotados.
Hasta ese momento había pensado que la creatividad era una capacidad que se demostraba a través de la concreción de un producto, relacionado con el diseño o actividades artísticas. Ampliar el ámbito del desarrollo creativo fue un descubrimiento motivador y a contracorriente del contexto cultural que influenciaba nuestra escuela de arquitectura en los años 80.
La «creatividad como modo de vida» y el desarrollo de habilidades y destrezas para nuestro desarrollo personal son procesos permanentes. Tendemos a pensar que resolver un problema exitosamente, decidir sobre un dilema vivencial o lograr algo para lo cual trabajamos duro son hechos puntuales, no procesos continuos de nuestra evolución personal. Es cierto que cuando finalizamos algo, cerramos un ciclo, no sólo en términos productivos sino psicológicos. Solo qué por lo general, aliviados por haber alcanzado la meta propuesta, pasamos directamente a otra actividad pendiente, sin detenernos para reflexionar sobre lo alcanzado y sobre todo para reconocer y apreciar nuestro esfuerzo. Esa pausa es necesaria e importante. Parte de esa reflexión es hacer un pequeño inventario de las habilidades que pusimos a prueba y de las destrezas que tuvimos que afinar o desarrollar. Hacer este acopio nos fortalecerá internamente al constatar los recursos disponibles para situaciones futuras, animándonos a seguir expandiendo nuestras redes neuronales con nuevos retos, índice crítico para mantener nuestra salud mental a largo plazo.
El hábito creativo
Dos décadas después de descubrir a Erika Landau, me regalaron El hábito creativo: apréndalo y úselo toda su vida [The Creative Habit: Learn it and use it for life] de la coreógrafa Twyla Tharp (al final de la página que abre este enlace podrán disfrutar de un video con sus coreografías). Es un libro que sigo disfrutando por su diseño, su forma de transmitirnos la particular vida creativa de su autora y por su contenido, que derrumba con elegante pragmatismo mitos acerca de la creatividad.
El primer capítulo nos introduce a la orientación general del libro: «la creatividad es un hábito y la mejor creatividad es el resultado de buenos hábitos de trabajo». La autora enfatiza que el libro trata sobre la preparación porque: «para ser creativo se debe saber cómo prepararse para ser creativo» y nos promete que sí incorporamos estas prácticas «la creatividad se convertirá en su hábito».
Tharp comparte también su propia intriga ante la paradoja de que la creatividad sea un hábito. Siempre pensamos en la creatividad como una manera de mantener todo fresco y nuevo, mientras que el hábito implica rutina y repetición. Allí nos encontramos con un componente clave de la creatividad: el desarrollo de habilidades o destrezas. En ningún campo se puede crear si no se poseen las habilidades para hacerlo. Éstas, a su vez se adquieren ejercitando, repitiendo y relacionando aprendizaje y reflexión, ambos son procesos trabajosos y gratificantes que además requieren tiempo. Nadie nace con estas habilidades adquiridas, ni surgen cuando decidimos hacer algo.
Antes de seguir, aclaremos las diferencias entre rutina, hábito y ritual con el DRAE.
Rutina: Costumbre inveterada, hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y sin razonarlas.
Hábito: Modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas. Facilidad que se adquiere por larga y práctica constante en un mismo ejercicio.
Ritual: Perteneciente o relativo al rito (costumbre o ceremonia) y según el Diccionario Oxford en inglés significa «un orden prescrito para realizar servicios religiosos o devocionales».
Twyla Tharp nos habla de su ritual para empezar el día: levantarse a las 5:30am, vestirse y tomar un taxi que la lleve al gimnasio donde ha entrenado por años. Ella dice que cuando le indica al chofer hacia dónde dirigirse ha completado su ritual. Nos explica que el poder casi religioso que ella le otorga a este ritual es lo que le impide darse una vuelta en la cama y seguir durmiendo. Asumir esta actividad escogida conscientemente como un ritual tiene un importante efecto transformativo. Se eliminan las dudas y posibilidad de escogencia entre hacerla o no ese día. Y al estar motivados por un propósito significativo podemos mantener la constancia necesaria para desarrollar la habilidad o destreza requerida en el largo plazo.
En el último artículo publicado en el 2015 ¿Iniciar el nuevo año con viejas rutinas? comentamos sobre la necesidad de cambiar nuestras rutinas para apoyar los cambios que queremos hacer. Los hábitos establecidos con rutinas automáticas, conforman una resistencia difícil de vencer. Sin embargo, neurocientíficos nos explican que las rutinas son útiles, porque nos permiten hacer actividades «en piloto automático» ahorrándonos actividad neuronal del centro ejecutivo para cuando sea indispensable analizar, decidir o planificar. Quiere decir qué si establecemos hábitos conscientemente, incorporándolos a nuestra cotidianidad como un ritual significativo, tendremos una gran probabilidad de fortalecer las conexiones neuronales que nos permitan mantenerlos en el tiempo.
Invéntese un ritual para cultivar su modo de vida creativo
- Aprovechando la energía de iniciar un nuevo año, aparte un tiempo para la reflexión.
- Escoja un lugar tranquilo, inspirador y asegúrese de no ser interrumpido por media hora. Tenga a mano papel y lápiz.
- Cierre los ojos y haga tres respiraciones lentas y profundas, relajando su cuerpo.
- Piense en algo que desee realizar, un proyecto largamente acariciado y pospuesto o un cambio que quiera iniciar en su vida.
Todas estas actividades requieren de tiempo y energía disponibles. Para no abrumarse, comience enumerando las actividades iniciales y escoja algo factible de acometer tan pronto sea posible. - Ubique en su calendario un tiempo para dedicarlo a las actividades decididas.
- Seleccione algo que pueda incorporar diariamente en su cotidianidad y que apoye o contribuya a la realización de este proyecto.
Diseñe un ritual sencillo, conectado con algo que ya esté en su rutina diaria y que sea factible e inspirador para lo que desee hacer ya que se ha comprobado que tiene mayores posibilidades de convertirse en hábito, una nueva conducta que se incorpore conectada a una rutina o hábito establecido, para que éste funcione como ancla de la nueva acción. Por ejemplo, en la mañana después de cepillarme los dientes, me sentaré en el escritorio, leeré una nota inspiradora ya seleccionada especialmente y trabajaré una hora en lo que requiera para avanzar en mi proyecto deseado.
A tomar en cuenta:
- Ser flexibles en la forma en que pueda avanzar su proyecto, ajustando lo que se requiera, siempre teniendo en mente el horizonte hacia el cual se dirige, reconociendo con gratitud los pequeños pasos que realice.
- Inspírese en las enseñanzas de Pema Chödrön para cultivar la compasión que necesitará cuando no pueda cumplir con lo propuesto. «El hecho de estar conscientes de su compromiso, aunque que no haya podido cumplir lo propuesto, demuestra que está avanzando en su propósito, aun cuando pareciera haber fracasado».
Como siempre, con mucho gusto estoy a la orden para aclarar dudas acerca de esta práctica, deseándoles que les brinde muchas horas de disfrute creativo.
Jeannette Díaz
Jeannette Díaz es Doctora en Educación de la Universidad de Massachusetts, Amherst, Profesora Titular Jubilada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Durante sus 28 años como docente, Coordinadora Académica y Coordinadora de Investigación disfrutó siendo mentora y coach de estudiantes y profesores apoyándolos en el desarrollo de sus habilidades creativas y progreso en sus carreras docentes. Formalizó esta área de interés cursando estudios y obteniendo la Certificación como Integral Master Coach® de Integral Coaching Canada. Es miembro de la Federación Internacional de Coaches en el nivel Profesional (PCC). Actualmente trabaja como coach, ayudando a sus clientes en el logro de transiciones exitosas en el ámbito personal o profesional. Página web de Jeannette Díaz
2 Comentarios
Consuelo Morillo
Excelente invitación a pensar y vivir de manera creativa!
Jeannette Díaz
Hola Consuelo, te pido excusas por mi tardanza en ver tu comentario. Me complace que este artículo te haya estimulado a desarrollar nuevas capacidades que te enriquezcan la vida. Que tengas el mejor 2019 posible!