Si usted tiene problemas para recordar dónde estacionó su vehículo o dónde guardó sus llaves sería aconsejable que consumiera menos productos de pastelería y bollería como las rosquillas o donuts, galletas, tortas, croissants, hojaldres y frituras, ya que estos alimentos procesados suelen tener un elevado contenido de grasas trans, que podrían deteriorar su memoria.
Según los hallazgos de un trabajo de investigación presentado, el 18 de noviembre de 2014, en la reunión anual de la American Heart Association en Chicago, EE.UU., los hombres jóvenes y de mediana edad que consumieron grandes cantidades de grasas trans presentaron una reducción significativa de su habilidad para recordar palabras durante una prueba de memoria.
Un equipo de investigadores liderados por la Dra. Beatrice A. Golomb, Ph.D., profesora de la escuela de medicina de la Universidad de California-San Diego analizaron la dieta de aproximadamente 1.000 hombres sanos de 20 años y más, que no presentaban diagnóstico de enfermedad cardiovascular. Los participantes completaron un cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos, para calcular su ingesta de grasas trans.
Para evaluar la memoria, los autores utilizaron un examen conocido como “la prueba de las palabras recurrentes”, que consistía en presentarle a los sujetos evaluados una serie de 104 tarjetas, cada una de las cuales tenía escrita una palabra. Los participantes debían indicar si cada palabra era nueva o ya había aparecido en una tarjeta anterior.
Los autores encontraron que los hombres menores de 45 años que reportaron un consumo elevado de grasas trans presentaron una reducción de 10% de las palabras que podían recordar, en comparación con aquellos participantes que ingirieron la menor cantidad de estas grasas. Estos resultados fueron significativos incluso después de tomar en cuenta otros factores que afectan la memoria como la edad, la depresión y el grado de educación e instrucción.
Este no es el primer estudio que demuestra el vínculo entre el deterioro de la memoria y la ingesta de dietas ricas en grasas no saludables, pero sí es el primero ensayo diseñado para evaluar la memoria de un grupo de hombres jóvenes, en edad de mayor productividad laboral y profesional.
Todavía no está claro cuál es la conexión directa entre las grasas trans y la memoria, sin embargo, los autores especulan que el consumo de grandes cantidades de grasas trans puede causar estrés oxidativo, un tipo de daño celular.
El estudio que nos ocupa no demuestra una relación causa-efecto, ya que fue un ensayo de observación, solo señala una correlación entre la dieta y los trastornos de la memoria.
Estos hallazgos tienen importantes implicaciones desde el punto de vista de la salud pública. Sustituir las “grasas malas” por “grasas buenas” es una modificación dietética relativamente simple que podría prevenir el deterioro de la memoria y las funciones cognitivas.
Las grasas trans merecen su mala reputación
En 1993, los hallazgos de un estudio realizado por un equipo de investigadores de La Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard respaldaron firmemente la hipótesis de que la ingesta de grasas trans, también conocidas como aceites parcialmente hidrogenados, se asociaba al aumento del riesgo de presentar infarto de miocardio.
Actualmente, está ampliamente demostrado que el consumo de grasas trans aumenta la LDL, denominada comúnmente “colesterol malo” y disminuye la HDL o “colesterol bueno”.
Las grasas trans también incrementan la producción de sustancias proinflamatorias, aumentan la resistencia a la insulina e incrementan la tendencia a desarrollar trombosis (coágulos), por lo tanto aumenta el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular, accidente cerebrovascular y diabetes tipo 2.
Además, las grasas trans compiten, en las vías metabólicas, con los ácidos grasos omega 3, lo cual puede contribuir con la disminución de sus efectos beneficiosos y el desarrollo de procesos inflamatorios.
Es importante resaltar que los efectos dañinos de las grasas trans en el sistema cardiovascular son aún más graves que los ocasionados por las grasas saturadas.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) estiman que una mayor reducción de las grasas trans en los alimentos podría prevenir, anualmente, 20.000 casos de infarto de miocardio y 7.000 muertes por enfermedades cardiovasculares.
Por otra parte, el consumo de grasas trans también se ha asociado al aumento de conductas agresivas, según los hallazgos de un estudio publicado en la revista en línea PLos One, en su edición de marzo de 2012.
Grandes cambios en la industria de alimentos
Las grasas trans se encuentran en una gran variedad de alimentos procesados, sin embargo, para los consumidores no ha sido una tarea fácil detectarlas en los productos. Con frecuencia, están incluidas en la lista de ingredientes del etiquetado nutricional como aceites o grasas vegetales parcialmente hidrogenadas, mantecas vegetales y no como grasas trans, lo cual genera una gran confusión.
Por otra parte, es imposible conocer el contenido de las grasas trans en ciertos alimentos como galletas, tortas, croissants, hojaldres, helados y frituras, que se adquieren en panaderías, pastelerías, cafeterías, cantinas escolares y restaurantes.
En 1999, la FDA (Food and Drug Administration) propuso, por primera vez, que los fabricantes de alimentos indicaran el contenido de grasas trans en la etiqueta de información nutricional. Pero fue en 2006 cuando este requisito comenzó a tener validez legal, una medida que condujo a muchos productores de alimentos a reducir o eliminar las grasas hidrogenadas de sus productos, aun cuando esta medida no prohibía su presencia en los alimentos procesados.
Canadá tomó una medida similar tres años antes que los EE.UU.
Estas restricciones han ayudado a reducir el consumo de grasas trans, entre los estadounidenses, de 4,6g al día en 2003 a cerca de 1g al día en 2012.
En 2005, a instancias del alcalde Michael Bloomberg, Nueva York se convirtió en la primera ciudad de los Estados Unidos en aprobar las normas que regulan el uso de las grasas trans en la preparación de alimentos tanto en los restaurantes como en las cadenas de comida rápida. Estos establecimientos tuvieron que reformular sus recetas o eliminar ciertos ingredientes, ya que la ley no permite más de 0,5g de grasas trans por ración.
Posteriormente, el estado de California se sumó al ejemplo de Nueva York.
Muchas empresas productoras de alimentos ya han eliminado voluntariamente las grasas trans de sus productos, pero, de acuerdo con la FDA, todavía hay alimentos cuya elaboración depende de estas grasas tales como:
• Galletas saladas, galletas dulces, pasteles, tartas congeladas y otros alimentos horneados.
• Refrigerios como las palomitas de maíz (“popcorn”) para el microondas.
• Pizzas congeladas.
• Mantecas vegetales y margarinas en barra.
• Cremas para café.
• Productos de masa refrigerada como rollos de canela.
• Glaseados listos para usar y mezclas para pasteles.
De acuerdo con el reglamento actual, si un alimento contiene menos de 0,5 g de grasas trans por ración puede ser promocionado en la etiqueta nutricional como “0 trans”. Sin embargo, es importante tener en cuenta que dos o tres gramos de estas grasas al día incrementan considerablemente el riesgo para la salud.
Otros países también han regulado la cantidad de grasas trans de los alimentos: Dinamarca lo hizo en 2003, al poco tiempo, Austria, Suiza, Islandia y Suecia siguieron el ejemplo.
En la mayoría de los países de la Unión Europea y en algunos de Latinoamérica se indica el contenido de las grasas hidrogenadas en el etiquetado nutricional. Muchos de estos países no tienen todavía una normativa que regule la cantidad de grasas trans en los alimentos procesados, y su reducción o eliminación depende de la autorregulación del sector alimentario y no de acciones gubernamentales.
Sin embargo, a partir del 8 de diciembre de 2014 entrará en vigor en Argentina la prohibición de producir y comercializar alimentos con grasas trans y será el primer país en desarrollo que verdaderamente elimina estas grasas de los alimentos procesados como política de salud pública.
Usted podría estar consumiendo más grasas trans de lo que piensa
La FDA está considerando la prohibición de las grasas trans artificiales en los alimentos procesados desde diciembre de 2013, pero podrían pasar años antes de que esta propuesta sea aprobada. Recientemente, este organismo amplió el periodo de consultas y comentarios sobre la propuesta de prohibición, mediante la cual ciudadanos, investigadores y representantes de la industria de alimentos podrán exponer sus argumentos.
Sin embargo, las grasas trans no desaparecerán totalmente de la dieta, ya que también se encuentran de forma natural en muy pequeñas cantidades en los productos lácteos y algunas carnes.
Si en su país no está prohibida la producción y comercialización de las grasas trans, es conveniente que lea cuidadosamente las etiquetas de ingredientes. Si el producto que escogió tiene «aceites parcialmente hidrogenados», devuélvalo al estante y trate de buscar otra marca o prepare, si es posible, una versión casera más saludable. Ese pequeño esfuerzo bien vale la pena.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian