De acuerdo con un estudio presentado en mayo de 2012, en la última reunión anual de la American College of Sport Medicine, correr más de 32 Km. a la semana podría no ser beneficioso para la salud.
La investigación, liderada por el Dr. Duck-chul Lee de la Universidad de Carolina del Sur, incluyó más de 52.000 hombres y mujeres integrantes del Aerobics Center Longitudinal Study (ACLS).
Los participantes no presentaban enfermedad cardiovascular, cáncer ni diabetes al comienzo de la investigación. Todos los sujetos respondieron una serie de cuestionarios detallados relacionados con el tipo de actividad física que practicaban. Se les hizo seguimiento durante15 años. Aproximadamente, 27% de los hombres y las mujeres que integraron el estudio participaban en carreras como parte de las actividades físicas programadas que realizaban.
Los investigadores observaron que el riesgo de mortalidad general era 19% menor en la muestra total de los corredores estudiados, en comparación con los individuos que no se ejercitaban.
Los participantes que corrían a una velocidad entre 10 y 11 Km. por hora presentaron una reducción significativa de 21% a 27% del riesgo de mortalidad general, mientras que aquellos que corrían a 13 o más Km. por hora presentaron una reducción no significativa de 7%.
De acuerdo con los resultados del estudio, correr hasta 32 Km. por semana se asocia a una disminución significativa del riesgo de mortalidad general, mientras que correr más de 40 Km. por semana se vincula a una reducción no significativa de 5% a 10%.
Igualmente, las personas que corrían entre dos y cinco veces por semana presentaron una reducción importante de los índices de mortalidad general, mientras que aquellas que lo hacían de seis a siete veces por semana presentaron una reducción no significativa de la tasa de mortalidad.
Correr no más de 32 Km. por semana, a una velocidad de 10 a 11 Km. por hora y con una frecuencia de 2 a 5 días por semana se asocia a una disminución significativa del riesgo de mortalidad debida a todas las causas, mientras que cubrir un mayor número de kilómetros por semana, a una velocidad mayor de 11 Km. por hora y con una frecuencia superior a 5 de sesiones por semana no se asocia a una mayor tasa de sobrevida e incluso podría ser contraproducente.
Los resultados reportados se obtuvieron después de considerar otras variables para evitar confusión como edad, género, hipertensión arterial, perfil de lípidos, consumo de cigarrillo y alcohol.
Un artículo de revisión publicado en la revista Mayo Clinic Proceedings, en su edición de junio de 2012, resalta los mecanismos y las manifestaciones clínicas del daño cardiovascular que puede ocasionar el entrenamiento de resistencia extremo que realizan los fondistas y atletas élite para poder participar en maratones y triatlones.
La actividad física programada es muy efectiva para la prevención y tratamiento de varias enfermedades crónicas, mejora la salud cardiovascular y aumenta la expectativa de vida.
Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que el entrenamiento extremo para competir en carreras de larga distancia en bicicleta, maratones y triatlones puede causar daños estructurales al corazón y las arterias de mayor calibre, lo cual podría conducir a lesiones del miocardio (músculo cardíaco).
El Dr. O»Keefe, autor principal del estudio, y sus colaboradores reportaron datos que sugieren que el entrenamiento de resistencia llevado al extremo puede producir cambios estructurales transitorios en el sistema cardiovascular y aumento de biomarcadores cardíacos como la enzima fosfoquinasa o CPK. Esta enzima se eleva cuando hay daño muscular debido, por ejemplo, a un proceso de inflamación o traumatismo muscular y durante las primeras horas del desarrollo del infarto de miocardio. Todas estas alteraciones regresan a la normalidad al cabo de una semana.
Sin embargo, el proceso repetitivo de daño causado durante meses y años como consecuencia de entrenamientos excesivos puede conducir al desarrollo de zonas de fibrosis o cicatrización irregular en el miocardio particularmente en la aurícula derecha, el tabique interventricular, el ventrículo derecho y un aumento de la susceptibilidad para desarrollar arritmias auriculares y ventriculares (alteraciones del ritmo cardíaco).
En uno de los estudios que revisaron los autores, aproximadamente 12% de los maratonistas aparentemente sanos mostró evidencias de fibrosis o cicatrización irregular del miocardio, y la tasa de eventos relacionados con la enfermedad de las arterias coronarias, después de dos años de seguimiento, fue significativamente alta para estos en comparación con el grupo control.
Los corredores élite pueden presentar alteraciones electrocardiográficas y cambios estructurales principalmente del lado derecho del corazón. Estas alteraciones se han considerado, tradicionalmente, como cambios derivados de un proceso de adaptación al ejercicio. Sin embargo, actualmente, algunos investigadores consideran que la remodelación cardíaca inducida por el ejercicio excesivo puede conducir al desarrollo de arritmias o alteraciones del ritmo cardíaco. Los corredores de ultra maratones y ciclistas profesionales pueden tener una incidencia 5 veces mayor de fibrilación auricular (alteración del ritmo cardíaco).
Igualmente, estos individuos pueden presentar aumento de las calcificaciones de las arterias coronarias, endurecimiento de las arterias de gran calibre y alteraciones de la función cardíaca.
Los autores señalan que las personas que realizan ejercicio aeróbico vigoroso (no extremo) de modo regular presentan tasas de mortalidad, morbilidad y discapacidad bajas. La actividad física programada es altamente efectiva en la prevención y tratamiento de ciertas condiciones como diabetes, hipertensión, obesidad y enfermedad de las arterias coronarias.
Asimismo, sugieren la necesidad de realizar más estudios de investigación que permitan identificar a los individuos que están en riesgo de desarrollar cambios estructurales adversos en el sistema cardiovascular, y establecer programas de entrenamiento físico que les permitan a los individuos desarrollar una salud cardiovascular óptima y mejorar la calidad y expectativa de vida.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian