En este primer artículo del año deseo transmitir un especial agradecimiento a las editoras de Mirador Salud por permitirme contribuir en este significativo proyecto y a mis lectores (desde la nube) quienes me retan a brindarles temas estimulantes para su desarrollo personal.
La tradición de las resoluciones de Año Nuevo
Empezar un nuevo año ha sido celebrado con rituales de diversos tipos según tiempos y culturas. Las resoluciones de Año Nuevo son una de esas tradiciones. Se cree que quienes primero incorporaron este ritual – esmerándose en su cumplimiento – fueron los antiguos Babilonios alrededor de 2000 años A.C. Cumplir las promesas hechas a los dioses – como devolver los objetos prestados y pagar las deudas – significaba que éstos les brindarían su apoyo durante los próximos doce meses y en caso de fallarles, se verían en serios aprietos existenciales.
Esta práctica fue transmitida a los Romanos, quienes ofrecían sus resoluciones al dios Janus, de cuyo nombre se derivó Enero, partiendo del latín lanuarius a Janeiro y Janero. Su imagen – una cabeza con dos caras opuestas: una viendo hacia atrás y otra hacia el frente – se invocaba para inicios, transiciones y buenos finales. Se simbolizaba así una poderosa síntesis entre una mirada al pasado y otra al futuro venidero.
Según los primeros cristianos el primer día del año debía emplearse reflexionando sobre los errores cometidos y prometiendo las enmiendas a realizar. Actualmente, durante la vigilia de fin de año, algunos se preparan rezando y haciendo propósitos de cambio. Un paralelo religioso sucede durante el Año Nuevo Judío, Rosh Hashaná, que culmina con el Yom Kippur (Día del Perdón). Durante estos dos días se reflexiona sobre lo que se ha hecho mal durante el año para luego buscar y ofrecer perdón por las ofensas cometidas. En ambos casos se incorpora una reflexión anual para motivar la superación personal.
¿Qué nos dice la psicología sobre las resoluciones de Año Nuevo?
Kelly McGonigal, profesora de Stanford especializada en psicología de la salud, declara recientemente que las resoluciones para el nuevo año son una oportunidad para conectarnos con nuestro “ser ideal”. Dentro de su investigación sobre fuerza de voluntad y cambio en su libro «Autocontrol» comenta que cuando las personas deciden cambiar, se sienten con mayor seguridad, en control y esperanzadas. Las resoluciones son una llamada interna hacia el cambio, bien sea para incorporar un nuevo hábito, para dejar de ejercer una conducta que nos perjudica o porque deseamos evolucionar como personas.
Según estadísticas estadounidenses para el 2014, publicadas en el Journal of Clinical Psychology, las resoluciones giraron en torno al Mejoramiento personal y Educación, Control del Peso, Finanzas y Relaciones. Las cinco más populares fueron: perder peso, organizarse mejor, gastar menos y ahorrar más, disfrutar de la vida y mantenerse en forma y saludable. El 45% de estadounidenses generalmente hace resoluciones de Año Nuevo pero sólo el 8% las cumplen. En cuanto a su cumplimiento, las personas menores de 20 años tienen un mayor éxito (39%) que las mayores de 50 (14%).
Otro grupo de Australia, desarrolló una aplicación para ayudar a cumplir las metas propuestas en el 2015. El estudio previo realizado con datos del 2014 indicó que las cinco metas más escogidas se relacionaban con: salud y mantenerse en forma (58%), dinero, relaciones, profesión y viajes. De los australianos encuestados, 42% hicieron sus propósitos de Año Nuevo y dentro de éstos dos de tres personas (62%) fracasaron en lo propuesto.
¿Por qué no cumplimos con lo que nos prometemos?
Dentro de la literatura especializada encontramos pistas clarificadoras de la dificultad de cumplir con lo prometido. Las razones enfatizan fallas en el planteamiento de la resolución y condiciones de la persona que las hace. La profesora McGonigal apunta que para muchos las resoluciones del primero de año son más una expresión de esperanza que un plan de acción para el futuro. Esto nos permite entender la dinámica fallida de las resoluciones o metas poco realistas, demasiado ambiciosas o muy vagas. Tampoco se prevén las etapas para cumplirlas, ni se consideran los posibles tropiezos que conlleva su realización, claudicando antes de obtener sus frutos.
Los investigadores canadienses Janet Polivy y Peter Herman describieron como «síndrome de la falsa esperanza» el ciclo de fracaso, interpretación y esfuerzo renovado, cuando se hacen resoluciones de año nuevo y se renuevan año tras año por no haberse logrado. Según estos investigadores, las fuentes del fracaso surgen de las expectativas irreales del cambio en cuanto a: cantidad (kilos que se puedan rebajar, dinero que se pueda ahorrar), velocidad (tiempo en el cual se pueda lograr), facilidad (capacidad y perseverancia para lograrlo) y efectos sobredimensionados del mismo en la vida de la persona (cómo al organizar las finanzas, se harán ricos o cómo al rebajar, se conseguirá pareja).
¿Cómo crear resoluciones exitosas?
Nuestras resoluciones o metas deseadas implican un proceso de cambio y para lograrlas exitosamente debemos asumirlas desde una perspectiva realística de las capacidades (condiciones personales y externas) que tenemos para hacerlo. Deseamos dejar de hacer lo que nos perjudica (descuidar nuestra salud) o incorporar nuevos hábitos (aumentar el tiempo dedicado a nuestras relaciones familiares o afectivas). Soñamos con empezar un proyecto nuevo o realizar un viaje. Hacer realidad esos deseos que nos animarán y retarán durante el año implica asumir un compromiso con nosotros mismos. Podemos clarificarnos respondiendo:
· ¿Estas resoluciones surgen desde una mentalidad de crecimiento? – creencia en la que los cambios significativos son posibles al aplicar mi esfuerzo sostenido en el tiempo, junto a los soportes externos que precise obtener.
· ¿Representan oportunidades para conectarme con mi “ser ideal”, reflejando lo que deseo y quiero ser desde esa perspectiva y sentar las bases para lo que deseo cambiar? Para precisar mejor esta visión orientadora que nos apoye cuando surjan dificultades podemos preguntarnos:
1 ¿Qué más deseo experimentar en mi vida y qué puedo hacer para lograrlo o crearlo?
2 ¿Cómo quisiera estar con las relaciones o roles más importantes de mi vida? ¿Cómo se evidenciaría esto en la práctica?
3 ¿Qué quiero ofrecerle al mundo? ¿Por dónde empiezo?
4 ¿Hacia dónde quiero evolucionar este próximo año?
¿Cómo sostener el proceso hacia el logro?
· Para cada resolución es importante hacer un plan de acción, con acciones y pequeños pasos concretos, que permita revisar y ajustar el camino a seguir.
· Buscar compañía para compartir este proyecto. No necesariamente tiene que coincidir en la misma meta. Tener este soporte triplica los chances de éxito.
· Estar atento durante el proceso – puede ser a través de un diario – para chequear si la meta escogida sigue cumpliendo con nuestra visión de lo que queremos lograr. Recordar que es la escogencia de los pequeños pasos lo que crea el nuevo camino. Es importante detectar si seguir tras esta meta está trayéndonos más desvalorización o resentimiento interno que cambios positivos.
· Un proceso de cambio siempre incluye retrocesos. Las investigaciones al respecto demuestran que suceden por igual entre quienes logran las metas y quienes se quedan en el camino.
· La profesora McGonigal sugiere un pequeño truco mental para cuando estamos desanimados por uno de estos retrocesos: imaginarse que ya se ha logrado lo propuesto y desde allí preguntarnos qué hicimos para llegar hasta allá. Esta forma de integrar memorias prospectivas o crear memorias futuras puede engañar nuestra mente, haciéndonos sentir como posible y real el cambio, como si ya lo hubiéramos hecho.
Adicionalmente, la profesora McGonigal sugiere algunas acciones preparatorias para definir metas exitosas de mejoramiento personal.
· Haga una lista de sus memorias favoritas y triunfos del 2014, incluyendo algún reto enfrentado, así no haya salido como se esperaba. Esto puede ayudar a ampliar su perspectiva sobre lo que sería importante hacer.
· Enumere por lo que se sienta agradecido en su vida. Se sorprenderá comprobar cómo esta lista previa puede influenciar sus deseos para el 2015.
· Escríbase una carta desde su ser futuro, fechada al 1/1/2016. Imagínese lo sucedido en el 2015. En su carta, agradezca a su ser presente todo lo que hizo para alcanzar sus metas – sea tan específico como pueda. También puede ofrecerse recomendaciones compasivas desde su sabio ser del 2016. Esto puede orientar sus reflexiones sobre lo que requiera resolver el año próximo.
Espero que aplicando estas herramientas dentro de un año podamos compartir los compromisos que enriquecieron nuestros caminos durante el 2015.
Jeannette Díaz
Nota sobre la autora:
Jeannette Díaz es Doctora en Educación de la Universidad de Massachusetts, Amherst, Profesora Titular Jubilada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Durante sus 28 años como docente, Coordinadora Académica y Coordinadora de Investigación disfrutó siendo mentora y coach de estudiantes y profesores apoyándolos en el desarrollo de sus habilidades creativas y progreso en sus carreras docentes. Formalizó esta área de interés cursando estudios y obteniendo la Certificación como Integral Master Coach® de Integral Coaching Canada. Es miembro de la Federación Internacional de Coaches (PCC). Actualmente trabaja como coach, ayudando a sus clientes en el logro de transiciones exitosas en el ámbito personal o profesional. Página web de Jeannette Díaz