Con todas las responsabilidades que tenemos y ahora nos vienen a decir que también debemos responsabilizarnos por nuestro genoma y el de la sociedad como un todo. ¡Ya es como mucho!
Uno de los cambios de paradigma científico, con incidencia en el cambio en el paradigma social, que se está dando y que considero como uno de los más significativos es el relacionado con la epigenética, o el control por encima de la genética.
El determinismo genético expuesto por Darwin (1859) nos daba a entender que heredábamos unos caracteres que pasaban inalterables de generación a generación, lo que en cierta forma nos hacía irresponsables con nuestra salud. Esto también implicaba que las experiencias acumuladas por nuestros padres y abuelos en su vida no se heredaban. Los genes se transmitían inalterables de generación en generación, guardados celosamente dentro del núcleo de las células, totalmente inaccesibles a cualquier cambio del ambiente.
Conrad Waddington (1940) usó por primera vez la palabra epigenética, para describir la idea de que el fenotipo y/o las propiedades funcionales o morfológicas de un organismo, aparecen bajo un programa definido por el genoma, bajo la influencia del ambiente.
Hoy no existe duda de que el genoma cambia. En un trabajo en la Universidad de Islandia se estudiaron en 1991, seiscientas muestras de ADN de diversas personas, y luego de nuevo entre 2002 y 2005. Se evaluó como parámetro de cambio epigenético la agregación de grupo metilos (derivados del carbón) al ADN o a las proteínas que lo recubren.
Los científicos encontraron que en casi un tercio de las personas la metilación se había modificado por influencias ambientales. Las influencias ambientales, incluyendo la nutrición, el estrés, las emociones y la violencia pueden modificar los genes, sin cambiar su huella básica y estas modificaciones, pueden ser pasadas a generaciones futuras. Numerosas investigaciones efectivamente confirman que cuando se necesita el producto de un gen, es una señal del ambiente lo que activa su expresión y no una propiedad intrínseca de ese mismo gen.
El doctor Andre Feinberg, director del Centro de Epigenética de la Universidad de John Hopkins afirma: “Hemos comenzado a ver que la epigenética ocupa el centro de la medicina porque pueden darse cambios epigenéticos como resultado de un exposición ambiental, al contrario de la secuencia de ADN que es la misma en cada célula”.
¿Qué consecuencia práctica tiene este hallazgo? Cuando vivimos en una sociedad signada por la violencia existe la posibilidad, a nivel biológico, de estar construyendo generaciones futuras genéticamente destinadas a perpetuar el ciclo de la violencia. Si además, es la sobrevivencia lo que guía la evolución, los niños que viven en un ambiente violento estarán forzados a desarrollar cambios epignéticos que les permitan utilizar la violencia como forma de sobrevivencia.
Lo que es más grave estos cambios pueden ser pasados a otra generaciones, a fin de que sean “aptas”, evolutivamente hablando, para sobrevivir. Así que no sólo estamos dañando a la generación presente que ha tenido que escoger la violencia como forma de supervivencia, sino que estamos comprometiendo a nuestra descendencia. Los invito a reflexionar sobre ello.
Marianela Castés
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