A la Secretaría Académica de Cambio Climático de Venezuela. Los Informes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) son contundentes: nuestro planeta está en camino de alcanzar al menos 1.5 °C de calentamiento para 2050 en todos los escenarios de emisiones considerados. Se requerirán reducciones profundas en las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y de otros gases de efecto invernadero como el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O), gases industriales (fluorados), etc., para limitar el calentamiento y los devastadores impactos físicos asociados que ya estamos comenzando a experimentar. El Sexto Informe de Evaluación del Grupo de Trabajo II del IPCC, de febrero de 2022 “Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad”, describe los pasos necesarios e inmediatos que debemos tomar para mitigar los impactos más severos del cambio climático. El informe enfatiza el hecho de que mientras mitigamos los impactos climáticos, para enfrentar los cambios futuros también debemos adaptarnos a las nuevas realidades de un mundo en calentamiento.
El sistema alimentario juega un papel de doble filo en el cambio climático: es simultáneamente un impulsor de cambios peligrosos en nuestro clima y también es profundamente vulnerable a los impactos del cambio climático. El Capítulo 5 del Informe: Seguridad Alimentaria, nos conduce directamente a los sistemas alimentarios.
Según el informe, a nivel mundial, nuestro sistema alimentario es responsable del 21 % al 37 % de las emisiones totales de (GEI) gases de efecto invernadero (*). Estas emisiones provienen de las actividades agrícolas, ganaderas forestales, pesqueras, de acuicultura, etc., en todas sus etapas (cosecha, beneficio, captura, refrigeración, congelación, almacenamiento, transporte, procesamiento y transformación, empacado, comercialización, consumo), con la afectación que provocan en los ecosistemas nativos (cambios en el uso del agua y de la tierra incluida la deforestación y la degradación del suelo); y de algo muy importante como es la pérdida y el desperdicio de alimentos (PDA) que ocurre a lo largo de toda la cadena. Si no implementamos intervenciones para mitigar estas emisiones de GEI de la agricultura, la cría, la pesca, y el sistema alimentario, se prevé que aumenten entre un 30 % y un 40 % para 2050. Los sistemas alimentarios están bajo la presión de factores estresantes no climáticos (como el crecimiento de la población), y del cambio climático. Estas tensiones climáticas y no climáticas están afectando los cuatro pilares de la seguridad alimentaria (disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad). {5.1.1, 5.1.2}
(*) Our World in Data emplea el metanálisis de Joseph Poore y Thomas Nemecek publicado en Science, que estima que los alimentos son responsables de aproximadamente el 26 % de las emisiones globales de GEI y señalan cuatro elementos clave para cuantificar estas emisiones de los alimentos: a) La ganadería y la pesca representan el 31 % de las emisiones de alimentos (considerando únicamente las emisiones de la «producción» en granja); b) la producción de cultivos representa el 27 % de las emisiones de alimentos (21 % de la producción de cultivos para el consumo humano directo y 6% de la producción de alimentos para animales); c) el uso de la tierra representa el 24 % de las emisiones (16 % para ganadería, 8 % de los cultivos para consumo humano; d) las cadenas de suministro representan el 18 % de las emisiones de alimentos (conversión de las materias primas en productos finales). Las cadenas de suministro son esenciales para reducir las emisiones al evitar el desperdicio de alimentos.
Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos
Los hallazgos del informe son otro recordatorio sobre la importancia de la reducción de las PDA como una estrategia climática global clave. Las PDA tienen una huella de gases de efecto invernadero (GEI) asombrosamente masiva pues a actividades que de por sí generan una huella de carbono muy grande se suma el uso superfluo de recursos y sobreexplotación para producir alimentos que no se consumen, se pierden o desperdician. Esto produce además una gran generación de metano resultante de la descomposición de esos alimentos descartados en los vertederos.
Según el informe de la FAO El estado mundial de la agricultura y la alimentación (2019), alrededor del 14 % de la producción alimentaria mundial (valorada en 400 000 millones de USD anuales) sigue perdiéndose después de recolectarse y antes de llegar a los comercios (retail), mientras que el informe sobre el Índice de desperdicio de alimentos del PNUMA muestra que el 17 % de nuestros alimentos acaba siendo desperdiciado en la venta al por menor (retail), y por los consumidores, especialmente en los hogares. Según estima la FAO, los alimentos que se pierden y desperdician podrían alimentar a 1260 millones de personas hambrientas cada año.
Según el informe del IPCC, durante 2010-2016 la pérdida y el desperdicio de alimentos a nivel mundial equivalió al 8-10 % de las emisiones antropogénicas totales de GEI y a alrededor de $ 1 billón de dólares por año. Para abordar esto, debemos enfocarnos en los sectores que generan la mayor pérdida y desperdicio de alimentos para evitar que los alimentos se desperdicien en primer lugar. Eso significa que debemos rescatar y redirigir los excedentes de alimentos y reciclar los restos de alimentos sobrantes para que no terminen en vertederos e incineradores. Se requieren cambios de política. Inversiones (tecnologías, infraestructura, cambio de prácticas a lo largo de toda la cadena, educación, innovación), colaboración intersectorial, además de un gran cambio de comportamiento y una gran cantidad de soluciones impulsadas localmente para reducir las PDA. Una política e interés de estado son fundamentales. La legislación ha demostrado ser un instrumento de apoyo eficaz. En América Latina y el Caribe existe un repertorio regional de leyes y proyectos de ley sobre la materia. En Venezuela no existe ninguna.
Reducción del desperdicio de alimentos, menos emisiones de metano (aunque el metano es solo uno de los GEI emitidos por los sistemas alimentarios)
Recientemente, la comunidad global se ha centrado en el metano (CH4) como una forma de reducir las emisiones en un marco de tiempo más corto. El metano es un poderoso gas de efecto invernadero que es 80 veces más potente que el dióxido de carbono en un período de 20 años. Y aunque las concentraciones de metano han aumentado rápidamente desde 2007, en gran parte impulsadas por los combustibles fósiles y los sectores de producción de alimentos, tiene un tiempo de residencia relativamente corto en la atmósfera y se descompone después de unos 12 años en promedio. Por lo tanto, enfocarse ahora en las fuentes de metano, como las PDA, reducirá las concentraciones de GEI en la atmósfera con efectos que se sentirán en solo una o dos décadas, lo cual es fundamental para limitar el calentamiento para 2050.
Más de 100 países se comprometieron con un “Compromiso mundial de metano” en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) de 2021, apuntando al metano como una forma de reducir las emisiones en un plazo más breve, lo cual es algo “alcanzable”. La Evaluación mundial del metano del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), informa que las estrategias de mitigación actualmente disponibles podrían lograr una reducción del 45 % en las emisiones lo que evitaría un calentamiento de casi 0,3 °C. Un artículo titulado “Actuar rápidamente para implementar medidas fácilmente disponibles de mitigación de metano por sector puede frenar inmediatamente el calentamiento global”, concluye que en general, existen estrategias para reducir a la mitad las emisiones globales de metano de las actividades humanas en los próximos diez años y la mitad de estas estrategias son asequibles.
En Venezuela no hay estimaciones de PDA ni políticas para su reducción. No es política de estado. La ausencia de Venezuela de la actividad mundial y regional tanto con respecto a pérdidas como a desperdicios de alimentos es notoria.
El Informe de FAO, “El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2019. Progresos en la lucha contra la pérdida y el desperdicio de alimentos” es un documento fundamental. En la 1ra. Cumbre Regional de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos realizada en Colombia en 2019, se aprobó la metodología del ODS 12.3.1.a y la asistencia técnica a los países, además, se generó un modelo global para estimación de Pérdidas de Alimentos que aparece en el informe. Si bien esta es un área en la que existen muchos vacíos de información a nivel mundial, varias iniciativas concurren para generar información a diferentes niveles, y de acuerdo con FAO, 39 países reportaron datos de pérdidas para un producto o más en 2019.
Varios gobiernos en América Latina y el Caribe (ALyC) han generado estudios macro y estudios de cadenas de pérdidas. Algunos tratan de levantar información de pérdidas a nivel nacional en diferentes sectores claves de la cadena, partiendo de que cada país debe definir las necesidades y diseñar la medición adecuada. En cada uno se usa una canasta de 10 productos de los siguientes rubros: Cereales y legumbres; Frutas y verduras; Raíces, tubérculos y oleaginosas; Productos de origen animal; Productos de la pesca y acuicultura. Los pasos más importantes son: 1) Mapear las cadenas; 2) Priorizar sectores y eslabones; 3) Identificar las fuentes de información; Diseñar los instrumentos y métodos de medición; Generar la información de forma periódica y consistente; Agregar los datos a lo largo de la cadena; Compilar el Índice de Pérdidas (IPA); Monitorear y reportar avances. La FAO asiste a los países a definir la medición de pérdidas del país con capacitación, consultas, junto con una serie de materiales disponibles: Guías de medición de pérdidas en la cosecha y postcosecha; Curso de capacitación; l E-learning course en la Meta 12.3.1; Base de datos de PDA; Excel para compilar el IPA, entre otros. De la misma manera, FAO, pone a la disposición la «Plataforma técnica sobre la medición y la reducción de las pérdidas y el desperdicio de alimentos». Sería ideal que Venezuela se alineara con estas importantes iniciativas.
En los Estados Unidos, los vertederos de desechos sólidos municipales representan la tercera fuente más grande de emisiones de metano, habiendo contribuido en 2019 con el 15 % de las emisiones de metano en ese país. Los alimentos desperdiciados constituyen el material número uno en los vertederos, representando el 24 % del material enviado a vertedero. El principal contribuyente a las emisiones de metano es la descomposición de materia orgánica (alimentos, recortes de jardín, etc.) en residuos sólidos en condiciones anaeróbicas.
El análisis de ReFED, una organización estadounidense sin fines de lucro determinada a acabar con las PDA en el sistema alimentario de los EE. UU., muestra que, en 2019, 27.6 millones de toneladas de alimentos excedentes se enviaron a vertederos, lo que se traduce en 5.5 millones de toneladas de CO2e producidos en vertederos, una parte significativa de los cuales son metano. La Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EE.UU. indica que desviar los desechos de alimentos del vertedero reduce el potencial de generación de metano en un 33 %.
En Venezuela, en el año 2016, la generación de residuos sólidos se estimó en 32.500.000 kg/día de los cuales 40.4 % correspondía a materia orgánica. En 2013, en un estudio realizado en Caracas, en el municipio de Chacao, se caracterizaron los materiales presentes en los residuos sólidos de origen doméstico. Los constituyentes orgánicos putrescibles estaban conformados por restos de cocina, restos de vegetales, restos de papel higiénico y restos de jardín. Los restos de cocina se estimaron entre 27, 33 y 34 % y los de vegetales entre 13, 16 y 16 % para los estratos sociales, A, B y C respectivamente. La fracción orgánica en nuestro país representa el 50 % de los residuos que se generan en el hogar de acuerdo a Transparencia Venezuela. En esta área se necesitan muchos datos para nuestro país.
Corolario
Las emisiones producidas en cada etapa del sistema alimentario varían y se suman a medida que los alimentos pasan de la granja a la mesa y son eliminados. Evitar que los alimentos se pierdan o desperdician, no se vendan o no se consuman, es una solución climática mucho más eficiente que reciclar los restos de comida a través del compost o la digestión anaeróbica, que serían la última opción, mientras que evitar el descarte de alimentos es adelantarse a esta solución final.
El IPCC enfatiza en que tenemos una ventana que se estrecha rápidamente para invertir en esfuerzos integrales y agresivos de mitigación y adaptación. (IPCC GT2 AR6 5.1). Sin embargo, infunde esperanza al afirmar que existen soluciones: acciones que podemos tomar ahora para reducir las emisiones de los alimentos y los sistemas de producción y crear sistemas alimentarios resilientes para resistir los desafíos inducidos por el clima que ya tenemos por delante. Una de ellas es la reducción de las PDA.
María Soledad Tapia