Como regalo inesperado de la vida disfruto de un tiempo inusual de tranquilidad. Camino diariamente por aceras bien mantenidas, observo variaciones de verdes en áreas expertamente diseñadas con rocas intercaladas y espigas color chocolate. Veo multiplicarse las flores moradas del ajo silvestre y tímidos jazmines me brindan su aroma. Salgo de esas rutas y tomo sendas de tierra con pocos árboles, algunos arbustos y yerbas, entre las cuales saltan lagartijas y conejos de vez en cuando. Aprovecho para acompañar el recorrido sincronizando mi respiración con el ritmo 3-6-3-6 duplicando el tiempo de inspirar al espirar.
Esta vivencia idílica sin embargo tiene consecuencias que también me sorprenden. Al llegar a la casa, activada físicamente y a la vez más relajada, pienso en las múltiples contradicciones personales, sociales y culturales que vivo. Aunque lejos de Venezuela sufro vicariamente de la trágica situación que vive el país, reflejado en las vivencias cotidianas de sus habitantes y en el grave deterioro financiero e institucional, aspecto éste que me afecta directamente como profesora jubilada de la Universidad central de Venezuela (UCV).
Vivir en un país como los Estados Unidos – aclaro: en condiciones legales y en una urbanización creada por la Universidad de California-Irvine para facilitar el acceso a la vivienda de sus profesores (entre ellos uno de mis yernos) y personal administrativo – el velo perceptivo como visitante se cae. Se empieza a observar los problemas que surgen de la abundancia y exceso de recursos, aunados a desequilibrios y desigualdades, dentro de un clima de polarización política del país en general. También reconozco que me siento muy cerca de Venezuela para poder contrastar este panorama con otros países devastados por guerras o con su gente en situaciones absolutamente críticas.
Me pregunto, viviendo en medio de una situación crítica nacional, o enfrentando dificultades inesperadas o cotidianas, ¿es posible disfrutar de bienestar o algún grado de lo que investigadores llaman felicidad? Como siempre dejé que mi curiosidad y las fuerzas de la sincronicidad hicieran su trabajo.
Justamente hoy en un boletín que recibo mensualmente me enteré que por primera vez fueron publicadas tres conferencias que el Dr. Viktor Emil Frankl dio en Viena, en 1946, once meses después de haber sido liberado del último campo de concentración de cuatro donde estuvo por tres años. La publicación se titula “Yes to life, in spite of everything” [Sí a la vida, a pesar de todo].
El Dr. Frankl fue un neurólogo y psiquiatra austriaco, fundador de la Logoterapia, una forma de Análisis Existencial, basada en la premisa de que la fuerza motivacional primaria de un individuo es encontrar un propósito o significado en la vida. Logoterapia viene del griego logo (sentido) y terapia (tratamiento) y es considerada como la Tercera Escuela Vienesa de Psicoterapia, después de las creadas por Freud y Adler.
Como fue mencionado, Frankl fue prisionero de los nazis, pero transformó su trágica experiencia en conocimiento de la condición humana, sobresaliendo en él un temple sorprendente y mucha compasión. Su libro más divulgado es “El hombre en busca de sentido: Una introducción a la Logoterapia”. Entre sus planteamientos relacionados con el tema de este artículo están: “La felicidad hay que asumirla como una actitud ante la vida y no como finalidad” y “El sentido de la vida no se crea sino se descubre”. Los aportes de Frankl son considerados complementarios a diversos enfoques terapéuticos como la Terapia Cognitiva Conductual y Terapia Psicológica Positiva.
Desde mi entrenamiento como coach, motivo a mis clientes para que reformulen sus situaciones conflictivas con una perspectiva distinta que los movilice positivamente. Algunos se resisten a esta orientación, argumentando que ciertas situaciones no tienen nada que rescatar y prefieren ahondar el hueco de su desesperanza. Pareciera más fácil inmovilizarse y lamerse las heridas. A corto plazo no hace mayor daño, pero a la larga es una actitud que conlleva un descenso en espiral, deteriorando el bienestar en general, las relaciones y sobre todo la salud.
Otro vértice lo ocupa la Dra. Sonja Lyubomirsky, una joven profesora-investigadora y seguidora de la Psicología Positiva, quién explora el tema investigando sobre la felicidad. Declara su interés en saber ¿qué hace feliz a la gente?; ¿es la felicidad algo bueno? y ¿cómo y por qué la gente puede aprender a llevar una vida más feliz y próspera?
Empecemos por aclarar de cuál felicidad o bienestar estamos hablando. Ante la pregunta sobre su definición de la felicidad, la Dra. Lyubomirsky aclara que investigadores sobre el tema difieren en sus apreciaciones, más aún, ella comenta “que no es una gurú de la autoayuda, sino una científica que investiga la felicidad”. Según la psicología positiva una persona feliz es alguien que experimenta emociones positivas frecuentes: interés, alegría y orgullo, y emociones negativas poco frecuentes, como tristeza o ansiedad. También está relacionada con la satisfacción con la vida, su apreciación y los momentos de placer. En general, la felicidad tiene que ver con la experiencia de emociones positivas. Destaca también que es importante reconocer que la felicidad es un estado mental, no un destino. Encontramos aquí un paralelo entre lo acotado arriba por Frankl donde nos dice que la felicidad es una actitud frente a la vida y no una finalidad.
Según datos de esta investigadora y premisa clave de su libro “The How of Happiness” [La ciencia de la felicidad: un método probado para conseguir bienestar] es que el 50% del nivel de felicidad a largo plazo de un ser humano está genéticamente determinada, 10% depende de la situación y/o circunstancias de la vida y el remanente 40% depende de la autodeterminación del individuo. Ante estos datos existen muchas discrepancias y críticas, pero, pareciera que ese o no 40% pudiera ayudar a alcanzar la felicidad.
Este modelo denominado “el pastel de la felicidad”, por su expresión gráfica como una circunferencia dividida radialmente, fue publicado inicialmente por Lyubomirsky, Sheldon, and Schkade en el Review of General Psychology (2005). Según el Google Scholar, desde su publicación al 2019 este artículo había sido citado 3.086 veces. Aparentemente su popularidad, entre otros motivos, se debió a las proporciones relativas de los componentes de la felicidad señalados en el modelo, especialmente el planteamiento de que la actividad intencional personal es una determinante de más peso en el bienestar general, que las circunstancias de la vida del individuo en ese momento.
Este modelo ha sido ampliamente citado por investigadores que trabajan en los temas usuales de la Psicología Positiva, como el bienestar de los empleados, la relación entre la satisfacción y el compromiso o las intervenciones para aumentar la felicidad en la población en general. Adicionalmente, también lo han utilizado investigadores en temas de psicoterapia, envejecimiento, conductas del consumidor, emociones negativas, auto-cuidado para psicólogos, discapacidad intelectual y enfermedades del corazón entre otros. En la sociedad en general pareciera haberse creado un sub-campo relacionado con el desarrollo personal y la auto ayuda, sirviendo de gran empuje a la popularización de la Psicología Positiva en estas áreas.
Encuentro interesantes coincidencias entre el planteamiento filosófico-psicológico de Viktor Frankl y el enfoque pragmático-positivista de Lyubomirsky. Así que, centrándome en estas coincidencias, cierro el artículo con sugerencias que pudieran incorporarse como prácticas para crear una vida con la cual nos sintamos más satisfechos y podamos impactar positivamente en nuestros círculos personales y sociales.
- Actitud diaria hacia la felicidad. Busca estar atenta en lo que haces, apreciar las cualidades sin distinguir preferencias, dedicar cierto tiempo al día a una actividad en la cual te concentres plenamente.
- Semanalmente, fíjate alguna meta que te entusiasme cumplir y trabaja para lograrla.
- Expresa gratitud (internamente y a otros) por lo que recibes.
- Reparte abrazos tanto como puedas.
- Ten presente tu compás interno para recurrir a él, en momentos de incertidumbre o desesperanza. [Toma un tiempo para descubrirlo o actualizarlo pensando y escribiendo tus valores, creencias, experiencias, capacidades, intereses personales y profesionales, comunidades a las que perteneces, relaciones afectivas que valoras].
Les recomiendo ver el vídeo sobre: La felicidad en tiempos de incertidumbre
Espero que estas referencias los acompañen en medio de situaciones de incertidumbre o pesar. Siempre agradecida por su lectura y a la orden por mi página web para comentarios y sugerencias.
Jeannette Díaz
Fotografía: Tim Mossholder de Unsplash
Nota sobre la autora:
Jeannette Díaz es Doctora en Educación de la Universidad de Massachusetts, Amherst, Profesora Titular Jubilada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Durante sus 28 años como docente, Coordinadora Académica y Coordinadora de Investigación disfrutó siendo mentora y coach de estudiantes y profesores apoyándolos en el desarrollo de sus habilidades creativas y progreso en sus carreras docentes. Formalizó esta área de interés cursando estudios y obteniendo la Certificación como Integral Master Coach® de Integral Coaching Canada. Es miembro de la Federación Internacional de Coaches en el nivel Profesional (PCC). Actualmente trabaja como coach, ayudando a profesionales creativos, arquitectos y emprendedores a cerrar la brecha entre sus expectativas y logros alcanzados. Página web de Jeannette Díaz.
Un Comentario
Maria Cristina Di Prisco
Muy bueno este artículo de Jeannette Díaz. Disfruto mucho sus artículos en Mirador Salud