Un tópico recurrente de mis clientes en sus procesos de Coaching Integral son las transiciones generadas por decisiones propias o por circunstancias externas. En unos casos se intuían estos cambios por venir o se preparaban para enfrentarlos; en otros la sorpresa los paralizaba ante el cambio deseado. La caricatura más precisa de este conflicto sería la del hombre colgado de una soga sobre un precipicio, entre una montaña árida y una fértil, mientras dice: «El cambio es bueno, lo que te mata es la transición.»
¿Estamos experimentando una transición?
Es común entrar en una transición casi sin darnos cuenta, y lamentar luego acciones o decisiones tomadas. Cuando los clientes buscan apoyo en situaciones de cambio, con frecuencia les cuesta precisar sus sentimientos o clarificar las capacidades necesarias para enfrentar su nuevo proyecto de vida. En el tránsito de la montaña árida que dejan atrás hacia un escenario más atractivo, aunque incierto, se enfrentan a la vulnerabilidad de estar solos en esta travesía. Aunque deseen actuar, el miedo y la inseguridad les generan cuestionamientos y postergación.
Otros se sienten atrapados, sin salida y sin la posibilidad de volver hacia atrás. Sin embargo, la disposición a explorar el horizonte, y visualizar la montaña plena de verdor, puede ayudar a generar nuevas actitudes y aceptar el esfuerzo de la adaptación a los cambios y transformaciones internas necesarias.
Transición y cambio
La palabra transición proviene del Latín transitio (n) del transire «atravesar». En el uso moderno se define como el proceso de cambiar de una forma, estado, estilo o lugar a otro. Mientras que cambio es el resultado de un intercambio entre lo que se tiene por algo que lo sustituye. Se trata de un producto, un resultado.
En algunas áreas profesionales no se respeta esta diferencia. ¿Buscar, tal vez, asimilar el proceso al resultado aspirado, eliminando el camino que nos lleva allí? Desde un similar enfoque conductual, el uso de la expresión «manejar los cambios» enfatiza nuestra voluntad para controlar los cambios, minimizando o ignorando la asimilación interna del proceso.
William Bridges, autor, consultor y antiguo presidente de la Asociación de Psicología Humanística, en su artículo «Transition as the way through» [La Transición como el camino a recorrer] explica -que «la transición es el proceso interno a través del cual las personas pueden asimilar el cambio, dejando la manera de cómo eran las cosas y reorientándose hacia la forma de como son las cosas ahora. En una organización, manejar la transición significa ayudar a las personas para que ese difícil proceso sea menos doloroso y disruptivo.»
El modelo de transición de William Bridges
En este modelo ampliamente utilizado, Bridges plantea tres etapas en el proceso de transición:
1. Finalización/Pérdida/Soltar. Durante esta etapa sentimos miedo, negación, tristeza, desorientación, frustración, amenaza, incertidumbre, sensación de pérdida.
2. Zona neutral. En ésta domina el resentimiento hacia el cambio que se empieza a asumir como inevitable, baja la moral con disminución de la productividad, experimentamos ansiedad sobre nuestra identidad y estatus. También aflora el escepticismo acerca del cambio, sobre todo si proviene del exterior.
3. Nuevo comienzo. Aceptación, retorna la esperanza, la inspiración, el orgullo.
Este modelo detalla los componentes internos dentro de un proceso de cambio. Otros enfoques amplían estas premisas sugiriendo, entre otros aspectos, que podemos anticipar los cambios para prepararnos para la transición y fluir mejor con ellos. ¿Sería eso posible? ¿Qué pasaría si adelantamos unos cuadros de la caricatura y vemos al personaje ANTES de agarrar la cuerda para atravesar el precipicio?
¿Nos podemos preparar para cambios y transiciones?
No podemos anticipar los cambios generados externamente. Una debacle natural, un accidente personal incapacitante, la muerte inesperada de un ser querido o la pérdida del trabajo en tiempos difíciles requieren estrategias personales específicas para cada situación. En cambio, sí es posible prepararnos mejor para enfrentarlas y anticipar las transiciones internas que los acompañan. El constante fluir del vasto universo al cual pertenecemos y la sabiduría de nuestro cuerpo para renovarse constantemente, nos habilitan para adaptarnos a nuevas situaciones. Lamentablemente nos hemos creado frenos a este natural fluir, como estrategia para sobrevivir en una cultura como la actual, de creciente estimulación y aceleración hacia una máxima productividad.
Dentro de este contexto existen vías alternas para aprender a enfocarnos en lo esencial y sustituir nuestro afán de controlar todo. Compartiendo el creciente interés de científicos occidentales por conocer y adaptar conocimientos milenarios provenientes de la cultura asiática, la Psicología Positiva está contribuyendo a popularizar la práctica de la atención consciente [mindfulness]. Se trata de vivir plenamente lo que nos sucede momento a momento y al entrenar nuestros sentidos, podremos percibir las sutiles señales que anticipan nuestras transiciones. Igualmente, aprenderíamos a honrar el tiempo requerido para el ajuste, desarrollo interno y asimilación requerida por el nuevo destino. En busca de este balance, ¿a qué podríamos recurrir en un proceso de transición?
Aceptemos la invitación
Complementando el esquema propuesto por Bridges con aspectos del Coaching Integral les ofrezco una serie de sugerencias que pudieran aplicarse en sus transiciones personales.
• Reconocer la fiebre de la transición.
Se podría comparar el estado previo a una transición con el síntoma de una fiebre en el organismo. La fiebre nos alerta ante una emergencia de nuestro sistema inmune. Podemos ignorar lo que ocurre y recurrir a un antipirético, suprimir el malestar y seguir adelante. O colaborar en nuestro proceso de sanación, deteniéndonos para observar lo que pasa y compensar el gasto energético requerido.
Al estar atentos, podemos detectar cambios en nuestro ánimo, premonitorios de una necesidad de ajuste interno. Nuestra psique nos invita a indagar sobre ello con la práctica introspectiva que consideremos más apropiada (escribir en un diario, imaginación activa, meditación consciente).
• Visualizar nuestra potencialidad futura.
Se trata de convocar el futuro interno no reconocido. Podemos empezar a descubrirlo reflexionando sobre lo que dejamos y lo que nos espera, precisando el vacío entre dónde estamos y donde queremos estar. La invitación es a oír lo que suavemente nos apunta nuestro inconsciente, guiando nuestra evolución personal. Démosle cabida a nuestra imaginación para reconocer nuestros deseos, posibilidades o cualidades no exploradas. Emergerá así el escenario del logro que deseamos alcanzar – y nuestro papel en él- en vez de conformarnos al de nuestra experiencia conocida.
• Asumir la pérdida.
Las emociones correspondientes a la primera etapa de la transición de Bridges son la respuesta natural ante el dejar atrás algo que sentíamos parte de nosotros mismos. Tampoco podemos llegar más rápido al destino hacia donde nos dirigimos. La fiebre no es grata y tampoco lo es sentir la incertidumbre, pesar o miedo ante lo que nos espera. La invitación aquí es a potenciar nuestra energía – a través de nuestro escenario del logro imaginado- para soltar el lastre que nos pesa para seguir adelante.
• Cuidar el proceso de transición.
Como en todo inicio, es importante fortalecer las capacidades necesarias para asumir los retos del nuevo destino que estamos conformando. Seguramente tropezaremos con obstáculos aún insalvables. La invitación aquí es prestar especial cuidado a nuestras necesidades nutricionales, de ejercicio y de conexiones afectivas para cuidarnos integralmente. Iniciar pequeñas acciones le darán señales tanto a nuestra psique como a quienes nos rodean, de estar dando pasos firmes para construir lo que deseamos.
• Celebrar los pequeños logros.
Sentirnos coherentes entre nuestro pensar, sentir y actuar es la mejor recompensa que podemos recibir en cualquier momento de la vida y más aún en una época de transición. Celebremos serenamente cada uno de los pequeños pasos que nos acercan a nuestra meta. No los tachemos de la lista para proseguir con el siguiente. Detenernos un momento para honrar cada hecho concreto de nuestro esfuerzo es una excelente práctica que nos nutre internamente -especialmente en momentos difíciles- al conectarnos con las certezas del ser en transformación que somos.
Jeannette Díaz
Nota sobre la autora:
Jeannette Díaz es Doctora en Educación de la Universidad de Massachusetts, Amherst, Profesora Titular Jubilada de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela. Durante sus 28 años como docente, Coordinadora Académica y Coordinadora de Investigación disfrutó siendo mentora y coach de estudiantes y profesores apoyándolos en el desarrollo de sus habilidades creativas y progreso en sus carreras docentes. Formalizó esta área de interés cursando estudios y obteniendo la Certificación como Integral Master Coach® de Integral Coaching Canadá. Es miembro de la Federación Internacional de Coaches. Actualmente trabaja como coach, ayudando a sus clientes en el logro de transiciones exitosas en el ámbito personal o profesional. Página web de Jeannette Díaz
2 Comentarios
Mariela Rincón
Excelente artículo!!! Muy apropiado en estos tiempos…
Jeannette
Gracias por tu comentario. Si tienes algún tema o inquietud sobre el cual quisieras apoyo, con todo gusto puedo explorarlo en otro artículo futuro. Puedes escribirme al correo que encontrarás en mi página web.