Un nuevo estudio publicado recientemente en Stroke presenta evidencia muy convincente de que el ejercicio realizado regularmente por adultos mayores, puede reducir en 40% el riesgo de demencia vascular (DV), y en 60% el declive de habilidades mentales.
La demencia es una pérdida del funcionamiento cerebral que ocurre con ciertas enfermedades y que afecta la memoria, el pensamiento, el lenguaje, el juicio y el comportamiento. La causa más frecuente de demencia es la enfermedad de Alzheimer, siendo la DV, la segunda causa de la misma.
La DV resulta de la reducción del flujo de sangre que llega al cerebro, lo cual ocurre típicamente después de un accidente cerebrovascular (ACV).
Un ACV es una interrupción o bloqueo del riego sanguíneo en cualquier parte del cerebro que algunas veces se le denomina infarto. Si el flujo de sangre se detiene por más de unos pocos segundos, el cerebro no puede obtener oxígeno y las células cerebrales pueden morir causando daño permanente. Cuando estos ACVs afectan un área pequeña del cerebro, es posible que no se presente ningún síntoma, y se denominan ACVs silenciosos.
Se habla de «multinfartos» cuando muchas áreas en el cerebro han resultado lesionadas debido a falta de sangre. Sin embargo, con el tiempo, si se siguen produciendo las condiciones de falta de irrigación y más áreas del cerebro son afectadas, empiezan a aparecer los síntomas de la DV.
No todos los ACVs son necesariamente «silenciosos». Los ACVs más grandes que tienen claros efectos sobre la fuerza, la sensibilidad u otra función del cerebro y el sistema nervioso, también pueden conducir a que se presenten multinfartos. Puede aparecer entre los 55 y 75 años, y afectan con mayor frecuencia a los hombres que a las mujeres, conduciendo a síntomas de confusión, depresión, agitación y problemas de memoria, atención y de toma de decisiones.
Los factores de riesgo para la demencia por multinfartos incluyen antecedentes de diabetes, de endurecimiento de las arterias (ateroesclerosis), de presión arterial alta (hipertensión), y de tabaquismo.
En el trabajo que nos ocupa, un equipo de investigadores liderizados por la Dra. Ana Verdelho de la Universidad de Lisboa, Portugal, trabajó con una cohorte de más de 600 hombres y mujeres con edades comprendidas entre 60 y 70 años que forman parte del Estudio Europeo LADIS (Leukoaraiosis and Disability).
Este proyecto constituye un estudio prospectivo multinacional que investiga el impacto independiente que tienen los cambios en la materia blanca del cerebro (CMB) en la transición al estadio de “incapacidad” en la población de adultos mayores.
La materia blanca es la parte del sistema nervioso central compuesta por fibras nerviosas mielinizadas (cubiertas de mielina). Las fibras nerviosas contienen muchos axones (un axón es la parte de la neurona encargada de la transmisión de información a otra célula nerviosa). La llamada sustancia gris, en cambio, está compuesta por las somas y cuerpos neuronales, que no poseen mielina y que se relacionan más con el procesamiento de la información.
En los últimos años se han relacionado los CMB con diferentes procesos cognitivos. Ciertas alteraciones neuropsicológicas serían el resultado del efecto profundo que los trastornos de la materia blanca pueden tener sobre la cognición y la emoción.
Se conoce como leukoaraiosis, la condición producto de la privación de oxígeno en áreas minúsculas del cerebro que aparecen como puntos blancos brillantes en exploraciones de imagenología de resonancia magnética (RMN). De ahí el nombre del Proyecto. Obviamente, no constituyen una parte inofensiva del proceso del envejecimiento, sino una enfermedad que altera la función del cerebro en los ancianos.
Estos cambios no específicos de la materia blanca en el cerebro incluyen la pérdida de axones, palidez de la mielina, pérdida de células ependimales y espacios perivascularios agrandados.
La leukaraiosis es un factor de riesgo de demencia y trastornos cerebrovasculares. Se ha encontrado una relación entre varios factores de riesgo cerebrovascular y los CMB. Uno de los factores de riesgo más fuertes aparte de la hipertensión, es la edad.
Volviendo al estudio, los individuos de la muestra presentaban CMB detectada por imagenología de Resonancia Magnética (RMN), sin que los mismos tuviesen impacto en sus actividades diarias, lo cual era evaluado con la Escala de actividades instrumentales de la vida diaria (Instrumental Activities of Daily Living Scale) que mide por ejemplo, la habilidad para usa el teléfono, llevar la casa, hacer compras, lavar su ropa, transportarse autónomamente , llevar sus propias finanzas, preparar sus alimentos, tomar sus propias medicinas.
Los individuos fueron evaluados durante 3 años siguiendo un protocolo clínico y funcional que registraba factores demográficos, factores de riesgo vascular (ACV, diabetes, comorbilidades), depresión, calidad de vida y evaluación neurofisiológica.
Durante este período, la AF fue evaluada y definida de acuerdo a la posición científica de la American Heart Association: al menos 30 minutes de actividad en al menos 3 días a la semana.
De esta manera, los pacientes fueron clasificados como activos físicamente, o inactivos, de acuerdo a esta definición. Idealmente, la AHA sugiere que los hombres y las mujeres realicen 150 minutos de ejercicio moderado cada semana o 75 minutos de ejercicio vigoroso.
Al final del estudio (3 años) se encontró que 90 pacientes desarrollaron demencia, incluyendo 54 con demencia vascular y 34 con enfermedad de Alzheimer. Otros 47 desarrollaron problemas de habilidad mental, pero no demencia. Se encontró que la AF reducía de manera contundente, el riesgo de deterioro cognitivo y de DV, independientemente de edad, educación, severidad en los CMB, atrofia temporal medial, historial de ACV, y diabetes.
Casi las 2/3 partes de los participantes que no desarrollaron DV o deterioro cognitivo tomaban clases de ejercicios, caminaban o hacían bicicleta por 30 minutos al día, 3 veces a la semana.
Los investigadores recomiendan entonces, AF de intensidad moderada al menos 30 minutos, 3 veces a la semana, lo cual es sumamente importante en las personas con factores de riesgo vascular tales como alta presión arterial, ACV o diabetes.
La enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular comparten factores de riesgo con otras enfermedades crónicas, tal como la enfermedad coronaria.
Las mismas prácticas de estilo de vida que protegen contra la diabetes y la ECV, protegen también contra la DV. Este estudio reafirma esta asociación.
Entonces ¡A dejar el sedentarismo!
María Soledad Tapia
maria.tapia@5aldia.org.ve
Imagen: Cableado de las fibras nerviosas (materia blanca) del cerebro humano. Una genial imagen del Proyecto Conectoma Humano (http://www.humanconnectomeproject.org)