Entre los cambios que han afectado a la humanidad recientemente están las alteraciones del clima que constituyen una nueva amenaza, particularmente, para las poblaciones más vulnerables, por ser más pobres. La Asamblea Mundial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuenta con una resolución que ha permitido la elaboración de una estrategia para actuar y proteger la salud ante el cambio climático.
El cambio climático ha causado un aumento en el número de fallecidos debidos a las olas de calor y a las epidemias por enfermedades como diarrea, meningitis, entre otras, a causa de los desastres naturales como las inundaciones. Así mismo, la epidemiología de las enfermedades transmitidas por vectores, como la malaria o el dengue, ha cambiado debido a las modificaciones de los ecosistemas por alteraciones climáticas. Igualmente, la producción de alimentos se ve afectada por las transformaciones inesperadas del clima, como las sequías, lo que ha ocasionado temporadas de hambrunas, en algunas regiones del planeta.
Los cambios del clima son causados por modificaciones de los parámetros meteorológicos como temperatura, presión atmosférica, precipitaciones o lluvias, vientos y humedad. A su vez, estos parámetros pueden cambiar por causas naturales o humanas. En general, el cambio climático es usado como sinónimo de calentamiento global, aunque el fenómeno del clima o el tiempo es muy complejo para solamente asignarlo a causas humanas. Lo que sí es cierto, es que para modificar su entorno, el hombre únicamente puede intervenir aliviando las causas del calentamiento global.
En síntesis, la tendencia de la variabilidad climatológica se dirige hacia la aparición de cambios más frecuentes y más intensos, lo que afectará la salud mundial, por no mencionar los efectos negativos en la economía; pero el efecto será mayor en aquellos países con deficiencias en infraestructura sanitaria y con menor capacidad de respuesta.
Otras zonas de alto riesgo por la ubicación geográfica, son los países insulares y las zonas áridas, de montañas altas y costeras con alta densidad poblacional.
En estas circunstancias la meteorología y la salud pública deben ir de la mano para estar preparados ante los riesgos potenciales para la salud.
Recientemente, la OMS, en un comunicado de prensa, ha comunicado la publicación un Atlas sobre el clima y la salud realizado en colaboración con la Organización Metereológica Mundial (OMM) con la idea de fortalecer el trabajo en este sentido. Atlas que fué presentado en el marco del Congreso Meteorológico Mundial, celebrado en Ginebra del 29 al 31 de octubre de 2012.
La cooperación entre la meteorología y la salud debe ponerse en práctica para garantizar información actualizada, precisa y pertinente sobre el tiempo y el clima para poder gestionar la salud pública, nacional e internacional. El Atlas es un ejemplo de participación en este sentido. “La prevención y la preparación son el núcleo de la salud pública. La gestión de los riesgos forma parte de nuestro trabajo diario, y la información sobre la variabilidad del clima y el cambio climático es para nosotros un instrumento científico de enorme ayuda para esa tarea”, señaló Margaret Chan, Directora General de la OMS, en el comunicado de prensa.
Un ejemplo de esta situación es el caso de Bangladesh. En ese país ocurren muchos ciclones y gracias a las mejoras inducidas en los sistemas de alerta temprana y preparación, las muertes producidas por los ciclones pasaron de 500.000 en 1970 a 140.000 en 1991 y a 3.000 en 2007.
Para los Centros de Control y Prevención de la Enfermedades (CDC), en los Estados Unidos, los problemas del clima son también una realidad. Según ellos, el clima del mundo está mostrando signos de cambios, volviéndose cada vez más caliente, con más precipitaciones, temperaturas extremas, ciclones y tormentas tropicales más fuertes, más lluvias, más sequías, elevaciones del nivel del mar y olas de calor, entre otros.
Y el CDC se ha preparado para esta situación. En 2009, creó un programa formal para prepararse para los cambios climáticos cuya misión consiste en: identificar las poblaciones más vulnerables a estos cambios; prevenir y adaptarse anticipadamente al impacto en la salud y garantizar que el sistema de salud esté preparado para detectar y responder a las amenazas, actuales y emergentes, para la salud.
Por ejemplo, para el caso específico de las inundaciones, el CDC dispone de una publicación que contiene las medidas que se deben tomar al regreso al hogar después de una inundación.
Pero además, el CDC crea un marco de trabajo para dar apoyo a los departamentos de salud en la construcción de modelos avanzados para insertarlos en la planificación de rutina y las actividades de respuesta de la salud pública ante el clima. Lo llamaron “La construcción de la resiliencia contra los efectos del clima (BRACE por su siglas en inglés).
El BRACE, que incluye financiamiento y consta de un proceso de 5 pasos, permitirá desarrollar estrategias y programas para confrontar las implicaciones de los cambios climáticos en la salud, mediante la incorporación y acoplamiento de los complejos datos atmosféricos y de las proyecciones a corto y largo plazo del clima con los análisis epidemiológicos. Es decir incorporar la mejor ciencia atmosférica y los nuevos modelos integrados a los sistemas de salud para dar respuesta eficiente a los impactos climáticos.
Sin embargo, el caminar de la mano entre la ciencia y las políticas públicas no siempre es una realidad, incluso en los países más desarrollados. El hombre tiene mucho que aprender de la naturaleza. Veamos que aprendimos de Sandy, la supertormenta que acaba de azotar la costa este de los Estados Unidos.
Lecciones aprendidas del Huracán Sandy.
Sandy ha sido una tormenta sin precedentes y es el peor huracán que ha sufrido la ciudad de Nueva York desde su fundación. Los niveles de agua rompieron record, lo que afecto terriblemente los sistemas de transporte, de electricidad y de agua potable a una parte importante de la ciudad. Y el huracán Irene era un alerta de esta tragedia.
El Dr. Jeffrey Sachs, Director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, en una carta dirigida a los suscriptores del Instituto, facilitada amablemente por una entrañable amiga, comentó: “La crisis en torno al huracán Sandy muestra el por qué necesitamos la interdisciplinaridad del conocimiento sobre el clima, la ingeniería y las políticas”. “Los científicos del Instituto de la Tierra continúan haciendo investigación de vanguardia para desarrollar los conocimientos científicos que puedan predecir y rastrear las tormentas y asesorar a los responsables de las políticas del gobierno y al público en la mejor manera de prevenir, mitigar y responder a los crecientes desafíos ambientales”. Agrega: “De hecho, hace tiempo, una parte importante del trabajo en el instituto ha anticipado los devastadores efectos de Sandy, señalando los crecientes riesgos de las inundaciones y de las mareas”.
Algunas opiniones de sus científicos las mencionamos a continuación:
Art Lerner-Lam, director del Centro de Investigación de Peligros y Riesgos, comentó: “Tenemos que dejar de pensar en términos de eventos que ocurren cada 100 años. No pasarán otros 100 años para que veamos otra tormenta como Sandy”. “Tenemos que pensar en fortalecer nuestra infraestructura, nuestra preparación y respuesta y nuestra adaptación para predecir los impactos”. Pero también tenemos que aumentar la discusión sobre la reducción del uso de nuestros combustibles provenientes de los fósiles para mitigar el cambio climático”.
Sobel Adán de la Universidad de Columbia acotó: “Las autoridades responsables del transporte público en la ciudad (MTA por sus siglas en inglés) había declarado el día anterior al huracán que esta tormenta sería menos severa que Irene y el metro no sería cerrado. Estaba claro para nosotros que esas declaraciones eran apresuradas, aunque la ciudad cambió su posición más tarde”. El trabajo de Klauss Jacobs indicaba que el metro se inundaría. “Sin embargo era difícil comprender el riesgo de algo que nunca había sucedido”, agregó. “Aprendimos que el peor escenario del impacto de una tormenta en nuestra región puede suceder”.
Klauss Jacobs, un investigador del Instituto que viene de trabajar en las consecuencias de los terremotos y ahora aplica este conocimiento a las inundaciones, habla de su experiencia como afectado. El vive en Piermont Orangeburg, un pueblo que limita con el río Hudson. Él habla de la altura que su casa debía tener para salvarla de las inundaciones, pero no pudo construirla más alta por los límites que pone la ciudad. Sandy rebasó el límite aceptado y la planta baja de su casa se inundó. Y como él explica, después de que el agua se retiró tuvieron que sacar el barro de la casa, en medio de unas circunstancias muy adversas ya que el pueblo se había quedado sin electricidad.
Cerraré esta sección con la opinión de un experto en el impacto de los desastres naturales. John Mutter, profesor del Departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente y del Departamento de Asuntos Internacionales y Públicos del Instituto, es geofísico y tiene estudios sobre los efectos del huracán Katrina, en particular sobre la mortalidad en el corto y largo plazo. El trabaja para ayudar a las personas más vulnerables en los desastres naturales.
John Mutter dice “Una lección es que una ciudad tan grande como Nueva York lo hizo bien. Los datos de mortalidad son muy bajos, oficialmente 40 en la ciudad y 106 en el país, dijo el New York Times el lunes. Recuerden que Katrina estaba casi en 2000 muertes. Así que la ciudad hizo un buen trabajo salvando vidas”. “Pero aparte de la mortalidad, la ciudad no lo hizo bien en la infraestructura, como ha sido dolorosamente obvio para mucha gente”.
“Lo más que se necesita ahora no es la investigación científica sino la ingeniería. Se pregunta “¿si no debería ser una tarea fundamental cerrar las entradas del metro con puertas herméticas como las de los barcos? y ¿por qué no hacerlo? Y por supuesto comenzar a diseñar barreras para las tormentas. Los ingenieros saben cómo hacer esto”.
Mutter finaliza diciendo “lo difícil es decidir qué es lo que hay que proteger”.
Se podría concluir que cuando se considera la mortalidad, la salud salió bien librada en el huracán Sandy. Pero…¿se puede decir lo mismo con respecto a los otros factores?
Irene Pérez Schael