Se ha observado una relación entre el consumo de bebidas con azúcar añadida y diabetes tipo 2. Un artículo reciente publicado en Diabetologia (la revista de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes) ha evaluado la asociación de la incidencia de diabetes tipo 2 con el consumo de bebidas endulzadas incluyéndose en el estudio, gaseosas, néctares y bebidas a base de jugos de fruta, café y té con azúcar, bebidas lácteas endulzadas (batidos, leches saborizadas, chocolate caliente), y jugos de frutas, así como también con bebidas endulzadas artificialmente con edulcorantes. Los autores fueron más allá: investigaron su sustitución por bebidas no azucaradas y su efecto en la fracción de la población con diabetes 2 atribuida al consumo de bebidas con azúcar.
Esta investigación se basa en el gran estudio EPIC-Norfolk, que incluyó a más de 25.000 hombres y mujeres entre 40 a 79 años, libres de diabetes, de Norfolk, Reino Unido. Los participantes del estudio registraron estrictamente todo lo que comieron y bebieron durante 7 días consecutivos -incluyendo los fines de semana- con especial atención al tipo, cantidad y frecuencia de consumo, y sobre todo si añadían azúcar o edulcorantes a sus bebidas o consumían productos con azúcar añadida. Se hizo un seguimiento de aproximadamente 11 años al cabo de los cuales, 847 participantes en el estudio fueron diagnosticados con aparición de diabetes tipo 2.
El estudio tomó en cuenta una serie de factores importantes, incluyendo historia familiar de diabetes, edad, sexo, ingesta total de energía, peso corporal, hábitos de ejercicio físico, nivel educacional, tabaquismo, consumo de alcohol, hipertensión, hipercolesterolemia, infarto de miocardio, accidentes cerebrovasculares, cáncer, etc.
Los resultados indicaron que independientemente del peso corporal, por cada aumento de 5% en la energía total de una persona que sea proporcionada por bebidas endulzadas, se puede aumentar en un 18 % el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
Se encontró un mayor riesgo (aproximadamente del 22%), de desarrollar diabetes tipo 2 por porción extra diaria sobre el consumo habitual de refrescos, bebidas lácteas endulzadas y bebidas endulzadas artificialmente con edulcorantes (BEAE), no encontrándose relación con el consumo de jugo de fruta, té o café endulzado.
Después de volver a analizar los datos incluyendo nuevamente el índice de masa corporal y la circunferencia de la cintura como marcadores de la obesidad, se volvió a encontrar mayor riesgo de diabetes 2 asociado con el consumo tanto de refrescos como de bebidas lácteas endulzadas, desapareciendo sin embargo, la asociación con el consumo de BEAE, lo cual se explica probablemente por un mayor consumo de BEAE por parte de aquellos participantes ya con sobrepeso u obesidad, quienes insisten en endulzar con edulcorantes artificiales para “no engordar”.
Sin embargo, hay en medio de todo una buena noticia: la sustitución del consumo diario de 1 porción de las bebidas azucaradas que toman regularmente las personas, por agua o té o café sin azúcar, puede reducir el riesgo de desarrollar diabetes 2 entre un 14% y 25%
No se encontró evidencia de que las bebidas endulzadas artificialmente tendrían el mismo beneficio. De hecho, como ya se dijo, las personas que estaban a favor esas bebidas tenían un mayor riesgo de diabetes. La explicación es la misma: quienes las consumían o ya eran obesos o tenían un historial familiar de diabetes, lo que sugiere que las personas con alto riesgo de diabetes optan por bebidas endulzadas artificialmente.
Algo muy interesante de la muestra estudiada: Casi todos los participantes consumieron al menos una bebida dulce durante los 7 días de escrutinio estricto de consumo. Los refrescos constituyeron la bebida endulzada más consumida (52,0%), seguida por té o café endulzados (33%). Las características basales de los consumidores de refrescos eran muy similares a las de la cohorte total. Los consumidores de té o café y de bebidas lácteas endulzadas eran generalmente de una clase social más baja y tenían en general una alimentación menos saludable. Las características de los consumidores de BEAE eran en general diferentes de la cohorte total: las mujeres más jóvenes y con más probabilidad de ser obesos, y de haber reportado un historial familiar de diabetes. Los consumidores de jugos de frutas eran generalmente de una clase social más alta, con dietas más saludables.
Como es sabido, los efectos metabólicos de las bebidas endulzadas incluyen picos rápidos de glucemia (azúcar) y también de los niveles de insulina que produce el páncreas para ayudar a la glucosa a entrar a las células del cuerpo. La insulina es una hormona que controla los niveles de azúcar en la sangre. Con el tiempo, los picos de azúcar en la sangre y de insulina pueden causar que las personas pierdan su sensibilidad a la hormona, y esta resistencia a la insulina se convierte en un precursor de la diabetes 2.
La diabetes tipo 2 es la forma más común de diabetes, y con frecuencia afecta a las personas que son obesas. Pero una serie de estudios, incluyendo este, han encontrado que un peso corporal mayor no explica por completo la conexión entre las bebidas azucaradas y el riesgo de diabetes.
Los resultados de este trabajo no prueban que un refresco diario provoca directamente la diabetes, pero sí suma sólida información a la existente para establecer una relación causa-efecto, y apoya las recientes directrices de la Organización Mundial de la Salud que limitan el consumo de azúcares libres en nuestra dieta: el limitar la ingesta de bebidas endulzadas representa una manera fácil de lograr ese objetivo.
La American Beverage Association (ABA) se ha pronunciado ante el estudio, oponiéndose a señalar con el dedo a las bebidas azucaradas recordando en un comunicado que las principales organizaciones de salud – incluyendo la Academia de Nutrición y Dietética y la Clínica Mayo – concuerdan en que los factores de riesgo conocidos para la diabetes tipo 2 incluyen el sobrepeso o la obesidad, la raza o el origen étnico, la edad, la falta de actividad física y los antecedentes familiares de diabetes, no el consumo de bebidas.
Sin embargo, este trabajo es un recordatorio para tener cuidado con las calorías que se “beben”. Para un adulto típico, una taza de leche con chocolate proporciona alrededor del 9 % de las necesidades calóricas diarias, y la leche es fuente de proteínas, calcio y otros nutrientes, pero el azúcar en la leche azucarada suma a las calorías vacías. Por otro lado, un refresco de 12 onzas, endulzado con azúcar, es todo “calorías vacías”, y constituye alrededor del 7 % de las necesidades calóricas diarias de una persona.
La sustitución de las bebidas azucaradas por agua o el café o té sin azúcar puede ser un paso simple para que las personas empiecen a reducir el azúcar de su dieta. Los autores del trabajo incluso sugieren agregar una rodaja de limón, lima o de naranja al agua. Otro truco que a menudo se recomienda es poner una rama de canela en agua hirviendo para hacer un té de sabor dulce sin azúcar.
Aunque en este estudio no se encontró una asociación significativa entre la diabetes 2 y el consumo de café o té y de jugos de frutas con azúcar añadido, la recomendación de la OMS es la de limitar su consumo. En el caso de los jugos de fruta, un meta-análisis publicado el año 2014, mostró que los jugos 100% de frutas no se asocian con diabetes 2, pero sí los jugos con azúcar añadida. Esta es una alerta para Venezuela donde sólo se consiguen en el mercado los néctares de frutas, todos con azúcar añadida, y no existen jugos 100% de frutas.
Recuerde que empezar a tomar el café o el té sin azúcar es una buena estrategia para cumplir con las directrices de la OMS.
María Soledad Tapia
Maria.tapia@5aldia.org.ve
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