Los individuos mayores de 65 años constituyen uno de los segmentos de la población de crecimiento más acelerado a nivel global. Un estudio realizado en Maryland (USA), publicado en el Journal of the American Geriatrics Society, ofrece evidencia preliminar que relaciona una elevada ingesta de frutas y hortalizas (F&H) y el ejercicio, con el aumento de la sobrevivencia de mujeres mayores.
Las enfermedades cardiovasculares (ECV), cerebrovasculares, cáncer, diabetes (enfermedades crónicas no transmisibles ó ECNT) son las causas principales de mortalidad a nivel global y están relacionadas con factores de riesgo modificables tales como tabaquismo, una dieta no saludable y el sedentarismo.
Se ha señalado que dados los éxitos relativos obtenidos en cesación de tabaco en USA, es probable que una dieta saludable y un alto nivel de actividad física se conviertan en los predictores más significativos de salud y longevidad.
La relación parece clara: Una elevada ingesta de F&H puede proteger contra el daño oxidativo en nuestro organismo reduciendo el riesgo de cáncer y de ECV. Igualmente, existe mucha evidencia que sugiere que la actividad física puede prevenir muertes prematuras en adultos mayores.
¿Cómo puede predecirse salud y longevidad a través de la dieta y de la actividad física?
Con respecto a la dieta se ha propuesto medir la ingesta de F&H, no a través de un cuestionario de frecuencia de consumo, sino a través de un análisis de carotenoides totales en sangre.
La base racional funcionaría así: Las F&H son ricas en compuestos antioxidantes tales como carotenoides, flavonoides y otros polifenoles. Estos compuestos son todos antioxidantes que protegen el organismo del estrés oxidativo. La reducción de estrés oxidativo está relacionada con una disminución del riesgo de mortalidad por cáncer y ECV. Los carotenoides pueden representar adecuadamente el poder antioxidante de las F&H. Los carotenoides en sangre pueden ser cuantificados con métodos analíticos confiables, y pueden entonces considerarse un marcador biológico de ingesta de F&H.
Con respecto a medir la actividad física, en USA se ha usado mucho el “Cuestionario de Minessota de actividad física en tiempo libre (MLT: Minnesota Leisure Time Physical Activity Questionnaire). Este cuestionario evalúa el gasto energético en tiempo libre, y al ser aplicado por personal entrenado, resulta válido para relacionar actividad física con enfermedad. Un aspecto muy importante del MLT es la inclusión de actividades del hogar.
Las mujeres evaluadas en la investigación del estado de Maryland forman parte del “Estudio de Salud y Envejecimiento” que investiga las causas y el curso de la discapacidad física de mujeres mayores de la comunidad de Baltimore. Se seleccionaron cuidadosamente 713 mujeres con edades entre 70 y 79 años, con información registrada y evaluada de su salud general, desempeño físico en las áreas de movilidad, función de extremidades superiores, funcionamiento en la administración del hogar y en su cuidado personal.
Se les tomó periódicamente una muestra de sangre para evaluar la ingesta de F&H y se les aplicaron cuestionarios para evaluar su nivel de actividad física. Se incluyeron co-variables adicionales de salud y estatus de ECNT, índice de masa corporal (IMC), conductas saludables, y variables sociodemográficas como edad, nivel de educación, y raza.
Los carotenoides totales fueron calculados como la suma de alfa-caroteno, beta-caroteno, beta-criptoxanina, luteína, zeaxantina y licopeno, medidos a partir de muestras de sangre tomadas sin ayuno.
En el estudio se midió la actividad física como gasto energético en kilocalorías/kg de peso corporal/día, utilizando la parte del cuestionario MLT que se emplea en el “Estudio de Salud Cardiovascular”, que condensa las 18 actividades originales a 6: caminar como ejercicio, realización de labores domésticas extenuantes (ej. fregar pisos, pasar aspiradora, etc.), realización de actividades extenuantes al aire libre (ej. hacer jardinería), bailar, bowling, y hacer ejercicio (estiramiento o ejercicios diversos de fortalecimiento muscular).
De las 713 participantes, en la línea de base, 377 eran sedentarias, 147 eran moderadamente activas, y 189 estaban en el grupo de las muy activas.
Las mediciones se hicieron continuamente cada 2 semanas y a lo largo de un seguimiento de 5 años, durante los cuales 82 (11.5%) de las participantes murieron. La actividad física mejoró significativamente la sobrevivencia en este período. Las mujeres más activas tuvieron mayor probabilidad de sobrevivir que las menos activas. Aquellas mujeres con mayores niveles de carotenoides en sangre tuvieron mayor probabilidad de sobrevivencia que las que tenían valores bajos. Al analizar ambas variables conjuntamente, se encontró que las mediciones continuas de actividad física y de carotenoides predecían la sobrevivencia.
El IMC y la edad se relacionaron inversamente con el nivel de actividad física; aquellas mujeres que reportaron consumo de alcohol se sometían a mayores niveles de actividad física, y las que fumaban tenían niveles menores de carotenoides en suero.
Este estudio encontró que la actividad física y los carotenoides totales en suero son predictores fuertes e independientes de sobrevivencia de mujeres mayores de la comunidad estudiada.
Esto ofrece un soporte preliminar para la hipótesis de que una dieta alta en F&H, reflejada por el valor de carotenoides en suero, combinada con actividad física, podría demostrar cada una, una asociación protectora de 5 años de retraso de la mortalidad, independiente una de otra. Por lo tanto, el ejercicio y la nutrición deben incluirse al evaluar la salud y esperanza proyectada de vida de mujeres mayores.
Los programas y las políticas para promover longevidad deben incluir intervenciones que aborden ambos aspectos.
¡A comer F&H y a moverse!
Nota: La foto de la sección muestra a la activa Jane Fonda a sus magníficos 75 años.
María Soledad Tapia
Maria.tapia@5aldia.org.ve