Los defensores de las dietas híperproteicas tendrán que reconsiderar sus hábitos alimentarios. Un estudio reciente reportó que el consumo elevado de proteínas de origen animal durante la mediana edad duplica la mortalidad general y cuadriplica el riesgo de morir de cáncer o diabetes.
Sin embargo, los investigadores se encontraron con un hallazgo sorprendente. Observaron que en personas mayores de 65 años las dietas con un elevado contenido de proteínas son, más bien, un factor de protección contra el cáncer.
El estudio fue publicado en la revista Cell Metabolism el 4 de marzo de 2014.
Un equipo de investigadores de la Universidad del Sur de California analizó los datos de NHANES, un estudio en desarrollo designado para evaluar la salud y el estado nutricional de adultos y niños en EE.UU.
Los autores les hicieron seguimiento durante 18 años a 6.381 adultos mayores de 50 años, con la finalidad de establecer la relación entre el consumo de proteínas y el riesgo de mortalidad ocasionado por enfermedades crónicas como el cáncer y la diabetes.
Los investigadores dividieron a los participantes en tres grupos:
• Consumo elevado de proteínas (20% o más de las calorías diarias provenían de proteínas tanto de origen animal como vegetal).
• Consumo moderado de proteínas (10 a 19% de las calorías diarias derivaban de las proteínas).
• Consumo bajo de proteínas (10% o menos de las calorías diarias procedían de las proteínas).
No todas las calorías son iguales
Los autores observaron que la ingesta de proteínas de los participantes representaba en promedio 16% del total de calorías consumidas diariamente, de las cuales las dos terceras partes provenían de proteínas de origen animal.
En el grupo de participantes entre 50 y 65 años, los que consumieron una dieta alta en proteínas presentaron un aumento de 75% de su riesgo de mortalidad general, en comparación con aquellos que ingirieron una dieta baja en proteínas.
Igualmente, en ese grupo etáreo se observó un riesgo cuatro veces más alto de morir de cáncer o diabetes, en particular, entre los participantes cuya principal fuente de proteínas era de origen animal, en comparación con aquellos que consumieron una dieta baja en proteínas.
En el mismo grupo entre 50 y 65 años, los participantes que consumieron cantidades moderadas de proteína animal presentaron un incremento de 34% del riesgo relativo de mortalidad general, y un riesgo tres veces más alto de fallecer de cáncer o diabetes, en comparación con aquellos que reportaron un consumo bajo en proteínas.
Los resultados se mantuvieron incluso cuando los autores tomaron en cuenta el contenido de carbohidratos y grasas de la dieta.
El riesgo de la mortalidad tanto general como por cáncer fue mucho más bajo entre los participantes del mismo grupo etáreo, cuya principal fuente de proteínas provenía de alimentos de origen vegetal como frijoles, lentejas y frutos secos de cáscara (almendras, nueces y avellanas).
Es importante subrayar que, incluso, la reducción del consumo de proteínas de un nivel moderado a uno bajo, disminuye la probabilidad de muertes prematuras en 21%.
Los adultos mayores se benefician con dietas ricas en proteínas
Curiosamente, los participantes mayores de 65 años que consumieron dietas con alto contenido de proteínas de origen animal presentaron una reducción de la mortalidad general de 28% y una reducción del riesgo de morir de cáncer de 60%, en comparación con las personas que evitaron las carnes y los lácteos a esa edad. Los participantes que consumieron niveles moderados de proteína presentaron beneficios similares.
El consumo excesivo de proteínas aumenta las muertes por diabetes
Sin embargo, es importante resaltar que los participantes de ambos grupos etáreos que consumieron dietas con un contenido alto de proteínas presentaron un riesgo de morir de diabetes tipo 2 cinco veces mayor, en comparación con aquellos que ingerían dietas más bajas en proteínas.
¿Cómo calcular la cantidad de proteínas que deberíamos consumir?
Los autores del estudio recomiendan que las personas de mediana edad consuman 0,8 g de proteínas por Kg. de peso corporal diarios, y tratar de cubrir parte de esos requerimientos con proteínas de origen vegetal.
Por ejemplo: una mujer de 60 Kg. que consume 2.000 calorías al día le corresponden 48 g de proteínas/día. Cada gramo de proteína genera 4 kilocalorías, por lo tanto, en este caso, serían 192 kilocalorías provenientes de las proteínas, que equivalen al 10% de las calorías totales diarias.
El consumo de esta cantidad de proteínas no acarrea riesgo de desnutrición y, más bien, reduce la mortalidad general y la ocasionada por cáncer y diabetes.
Con las dietas de moda, muchas personas están consumiendo hasta el doble de la cantidad recomendada de proteínas.
Contenido proteico de algunos alimentos:
• Una taza de leche: 8 g de proteínas.
• Una pieza de carne de 85 g: 21 g de proteína.
• Una taza de frijoles o lentejas: 16 g de proteína.
El exceso de proteínas favorece la proliferación de células cancerosas
A diferencia de algunos estudios previos realizados a gran escala, en los que se ha observado una asociación entre el consumo elevado de proteínas de origen animal y el desarrollo de enfermedades crónicas como el cáncer y la diabetes, el estudio que nos ocupa identificó el papel potencialmente crucial que desempeña una hormona llamada factor de crecimiento similar a la insulina -1 (insulin-like growth factor-1), también conocida como IGF-1 (por sus siglas en inglés), en el desarrollo de cáncer en personas que ingieren dietas de alto contenido proteico.
El IGF-1 se produce en gran medida en el hígado, es esencial para el crecimiento humano normal y está involucrado en el proceso de sustitución de células que tiene lugar después de una lesión. Igualmente, el IGF-1 está implicado en la proliferación celular excesiva que se observa en todos los tipos de cáncer y en la obesidad.
Los niveles de IGF-I disminuyen dramáticamente a partir de los 65 años, lo cual produce fragilidad, pérdida de peso y de masa muscular, en los adultos mayores.
Los investigadores realizaron mediciones de los niveles de IGF-1, en un subgrupo de los participantes del estudio que nos ocupa, así como en ratones de laboratorio, y encontraron que tanto en los humanos como en los animales de experimentación este factor de crecimiento celular aumentaba con la ingesta elevada de proteínas.
Además, los autores observaron que los ratones alimentados con dietas de alto contenido proteico presentaron niveles elevados de IGF-1, aumento del crecimiento de células cancerosas y desarrollo de tumores.
Se ha demostrado que, incluso, un ligero aumento del IGF-I incrementa significativamente el riesgo de morir de cáncer.
Estos resultados sugieren que una ingesta baja de proteínas, principalmente de origen vegetal, que no produzca desnutrición, durante la mediana edad seguida de un consumo moderado de proteínas a partir de los 65 años podría reducir la mortalidad producida por enfermedades crónicas como el cáncer y la diabetes, y, por lo tanto, favorecer la longevidad.
Lo interesante de este estudio es que los autores en lugar de considerar la edad adulta como una etapa uniforme de la vida evaluaron cómo la biología y la fisiología de nuestro organismo cambia en la medida en que envejecemos, y cómo las decisiones que tomamos, relacionadas con los hábitos alimentarios, durante las diferentes etapas de la vida, pueden jugar un papel muy importante en nuestra salud.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian
2 Comentarios
Eduardo Lara Villaseñor
¿ Una persona que vive con diabetes puede consumir Lecitina de Soja
y qué cantidad diariamente.
Por la mañana, tomo una cucharadita de Lecitina de Soja y una
de Grenetina Hidrolizada. ¿ Puedo seguir haciéndolo ?
Gracias Anticipadas
Mirador Salud
Estimado Sr. Eduardo Lara Villaseñor,
Le sugerimos consulte con su médico tratante, quien conoce su historia clínica y es la persona más idónea para aclarar su duda.
Atentamente,
MiradorSalud