El primero de diciembre se conmemoró el Día Mundial del SIDA con el fin de difundir información para llamar la atención y crear consciencia sobre esta enfermedad, más específicamente para hacer una jornada intensiva de educación, particularmente sobre los mecanismos de prevención; celebración que se realiza cada año en el mundo con la participación simultánea de las organizaciones y fundaciones internacionales involucradas en la lucha contra el VIH (virus de inmunodeficiencia humana) con el fin de potenciar su impacto. A pesar de los múltiples avances entre los cuales el principal es que la palabra SIDA ya no es sinónimo de muerte, sino por el contrario es una enfermedad crónica, todavía representa un problema de salud pública.
Según Naciones Unidas (UN), desde el descubrimiento del VIH, hace 23 años, hasta el momento, 76,1 millones de personas se han infectado con el virus, 35 millones de ellas (46%) han fallecido y 1 millón de estas muertes ocurrieron en 2016. En la actualidad, hay un estimado de 36,7 millones infectados de los cuales 1,8 millones, el 5% del total, se infectaron durante 2016. Del total de infectados, el 70% (25,6 millones) reside en África y pertenecen a poblaciones de escasos recursos; en Europa hay 2,5 millones. En los Estados Unidos, más de 1,2 millones de personas están infectadas y 1 de cado 8 no sabe que lo tiene. En América Latina, en 2016, el número de casos nuevos fue de 120.000, el mismo número que en 2010, cifra que ha permanecido estancada; el mayor problema lo constituyen hombres adultos, particularmente aquellos que tienen relaciones sexuales con otro hombre. El 53% (19.1 millones) recibe tratamiento antirretroviral, cifra más baja que el promedio mundial. No obstante, existe un gran riesgo porque el 30% de la población no sabe que está infectada. Ver Infografía del VIH-SIDA.
Logros
Los logros han sido muchos, según la Organización Mundial de la salud (OMS), las muertes por esta enfermedad en 2015 fueron menores que en cualquier momento en los últimos 20 años; debido a los programas de prevención las infecciones se redujeron en 2015 en 2,1 millones y la incidencia disminuyó en 30% desde el año 2000, sin embargo, la infección ha sido menor en los adultos que en los niños debido a la insuficiencia en el diagnóstico en los más pequeños en edad. El tratamiento de terapia retroviral redujo las muertes en aproximadamente 1,1 millones lo que representa 45% menos que 10 años atrás. Cuba y otras islas caribeñas fueron certificadas libres de la trasmisión madre-hijo del VIH en 2015. Mundialmente, entre el año 2000 y junio 2017 se pasó de 685.000 personas con tratamiento a 20,9 millones, un éxito dramático. En América Latina entre los años 2000 y 2014 se redujeron las nuevas infecciones y las muertes en 17% y 31%, respectivamente.
Retos: Mejorar el acceso al diagnóstico, disminuir la resistencia a los medicamentos antiretrovirales y obtener una vacuna.
Diagnóstico: entre los avances importantes ocurridos está la creación y aplicación de un test que permite el autodiagnóstico de la infección por VHI (HIV self-testing), es decir que la misma persona puede conocer si está infectada mediante una prueba que se puede hacer en casa y en privado. Uno de los problemas para disminuir la tasa de infección es conocer quienes tienen el virus para tratarlos y así evitar la propagación del VIH. Por esta razón, las UN tiene como meta que para el 2020 pueda diagnosticarse al menos el 90% de la población infectada, cifra que actualmente llega al 70%. Este test, aprobado por la OMS, es de mucha utilidad para utilizarlo en poblaciones pobres y alejadas. Hasta el presente, el 40% de los países ha adoptado el test de autodiagnóstico para el VIH, éxito que no fue vislumbrado hace 5 años cuando la Food and Drug Administration (FDA) aprobó la primera prueba desarrollada por la compañía OraQuick®.
Resistencia antirretroviral: la OMS diseñó una estrategia para abordar el problema de la resistencia a los medicamentos contra el VIH durante el período 2017-2030. La resistencia al VIH es causada por una mutación en la estructura genética del virus que afecta la capacidad de la acción del medicamento e impide el bloqueo viral. Se da en individuos que están recibiendo los medicamentos por un largo período de tiempo, en personas no tratadas que han sido infectadas con virus resistentes y en aquellos que contienen ambos tipos como, por ejemplo, en las mujeres embarazadas que han sido tratadas preventivamente para evitar la transmisión madre-niño con lo que crean virus resistentes que terminan infectando a la embarazada.
Si no es atacada con urgencia, el aumento de la resistencia es un atentado contra la terapia antirretroviral y la respuesta inmunológica al virus. Este problema ha ido en constante aumento desde sus inicios, particularmente en África, por lo que es crucial monitorear la resistencia para proteger los medicamentos disponibles y los nuevos por salir, ya que el uso de medicamentos a los cuales el virus es resistente profundizaría el problema. Por lo demás, también se necesita inversión en investigación, innovación y en las capacidades de laboratorio.
Vacunas: El desarrollo de vacunas contra el VIH ha enfrentado muchos contratiempos y retos, como ha sido señalado por David R. Alchin en un artículo de 2014: “los intentos de desarrollar una vacuna contra el virus de inmunodeficiencia humana sólo han servido para resaltar las lagunas en lo que conocemos sobre la inmunidad del huésped”. En este sentido, una revisión reciente sobre la co-evolución entre los anticuerpos y el virus describe los nuevos enfoques en la inducción de anticuerpos neutralizantes en el tiempo y el mapeo de los eventos transcurridos en la interacción huésped-patógeno desde la trasmisión viral. A partir de este conocimiento se podría llegar a una vacuna.
La lucha contra el virus VIH es de alta prioridad y necesita la acción coordinada entre sectores gubernamentales y la sociedad. Es importante poner énfasis en las siguientes medidas para su prevención: únicamente tener sexo seguro (usar condón y evitarlo con infectados); tratar con antirretrovirales a los infectados; si se está en riesgo, utilizar el ensayo autodiagnóstico para saber si se tiene la infección y recibir el tratamiento oportuno para evitar contagiar a otros; tratar a las embarazadas para impedir la transmisión madre-hijo y por último utilizar medicamentos profilácticos en personas de alto riesgo.
¿Y Venezuela?
Las cifras en Venezuela para el 2016, según los datos del gobierno reportados a ONUSIDA, abarcan 2.500 fallecidos y 6.500 nuevas infecciones que representan el 5% de las 120.000 personas que padecían la infección para ese año. De ese total de infectados, el 61% tenía acceso a terapia antirretroviral, número más bajo que el promedio mundial pero mayor a la media para Latinoamérica. Es importante notar que desde 2010 las nuevas infecciones han aumentado en 24% pero las muertes han disminuido en 8%.
Sin embargo, con la agudización de la crisis económica y social durante el año 2017, la situación del VIH-SIDA en Venezuela se ha deteriorado bruscamente y confronta los mismos problemas descritos en el pasado artículo de MiradorSalud sobre la situación de salud en nuestro país. En Venezuela, el panorama reinante es efectivamente desconsolador.
Titulares en los medios de comunicación en el Día Mundial del SIDA como “Muertes de pacientes con Sida aumentaron 75% por falta de antirretrovirales”, publicado en El Nacional, son aterradores y desmienten las cifras del gobierno. Las ONGs denunciaron que más del 70% de los infectados no reciben los medicamentos de una manera constante y añaden: “de los 26 tipos de antirretrovirales prescritos, tan solo están disponibles 4 (Abacavir, Atazanavir combinado con Ritonavir, Darunavir y Nevirapine)”. Por lo demás, tampoco hay reactivos para determinar la carga viral con el fin de conocer la evolución del caso durante el tratamiento amén del alto número de fallecidos con SIDA por falta de medicamentos.
Otro titular alarmante fue publicado en El País de España: “A ciegas contra el VIH en Venezuela”, en donde el autor señala que “la falta de reactivos, discriminación, desinformación y estadísticas poco fiables hacen que el país no consiga detener la enfermedad”, palabras que describen perfectamente lo que está ocurriendo en Venezuela.
En resumen, en el presente acaece el Holocausto Venezolano por la crisis humanitaria que vive el país. Estamos viviendo en un campo de exterminio, como dijo un amigo.
Irene Pérez Schael