El amor que reciben los niños durante los primeros años de vida determina el desarrollo de ciertas áreas del cerebro relacionadas con la memoria, el manejo del estrés y el control de las emociones, de acuerdo con un estudio publicado el 21 de febrero de 2012, en la revista Proceedings of the National Academy of Science.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Washington, en St. Louis, seleccionó a 92 niños de 3 a 5 años mayoritariamente sanos, excepto un pequeño grupo que presentaba síntomas de depresión precoz.
En lugar de someter a los padres a un interrogatorio sobre cómo trataban a sus hijos, los autores del estudio decidieron, más bien, observar y grabar en video las estrategias que utilizaban las madres y, muy ocasionalmente, los padres para ayudar a sus hijos a lidiar con situaciones medianamente estresantes, diseñadas en el laboratorio para simular o aproximarse al estrés cotidiano que genera la crianza y, así, poder observar la interacción entre el niño y su cuidador.
Los videos fueron analizados por un grupo de profesionales que no conocían, personalmente, ni a la madre ni al niño. Al cabo de varios años de seguimiento, a los niños que para ese momento tenían entre 7 y 13 años les practicaron estudios de imágenes del cerebro mediante la técnica de resonancia magnética.
El objetivo de la investigación fue medir el tamaño de una zona del cerebro llamada hipocampo, una estructura conformada por dos mitades exactamente iguales ubicadas en cada hemisferio cerebral, en la parte medial o interna del lóbulo temporal y que forma parte del sistema límbico.
Después de tomar en cuenta una serie de factores que podían incidir en el tamaño de esta región, los investigadores observaron que aquellos niños cuyas madres habían demostrado en el laboratorio una conducta amorosa, atenta, paciente y de apoyo ante la situación de estrés presentaron en los estudios de resonancia magnética un hipocampo significativamente más grande en ambos hemisferios, en comparación con aquellos niños cuyas madres había manifestado una conducta poco afectuosa.
Este efecto es de gran importancia, ya que el hipocampo es una estructura clave en los procesos de registro de los diferentes tipos de memoria (reciente, episódica, declarativa, autobiográfica, procedimental), la regulación de las emociones y la modulación de la respuesta al estrés.
Un estudio previo realizado en ratones de laboratorio demostró que los cuidados maternos medidos por la cantidad de veces que las madres lamían a sus cachorros modificaron la expresión de los genes responsables de la producción de los receptores de glucocorticoides (hormonas del estrés) en el hipocampo.
Como resultado de estos efectos, los ratones que habían recibido una mayor cantidad de cuidados y atención, a través de las lamidas que les proporcionaban sus madres, manifestaron cambios favorables en sus respuestas al estrés.
Los hallazgos de este estudio se suman a los resultados de investigaciones hechas en modelos animales y demuestran el papel crucial que tiene la madre o la persona que ejerce sus funciones durante las etapas tempranas del desarrollo emocional y social del niño. Igualmente, los resultados revelan cómo la capacidad de la madre de demostrar y trasmitir amor, afecto y apoyo durante todo el proceso de la crianza y de contener y minimizar la angustia que se genera en el niño durante las situaciones de estrés impacta de modo positivo el desarrollo estructural del hipocampo en niños sin antecedentes de cuadros depresivos precoces.
Dra. Berdjouhi Tsouroukdissian